Una travesía para civiles en el Elcano

28 / 12 / 2016 Antonio Rodríguez
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La Armada embarcó en julio a 98 personas, entre ellas Margallo y Zoido, para la escala entre Marín y Cádiz.

La embajada flotante de España, el buque-escuela de la Armada española Juan Sebastián Elcano

El Juan Sebastián Elcano, el buque escuela de la Armada, soltó amarras el pasado 5 de marzo desde la bahía de Cádiz para una travesía de cuatro meses que le llevó a Tenerife, Fortaleza (Brasil), San Juan (Puerto Rico), La Habana (Cuba), Miami y Baltimore (EEUU) antes de regresar a Marín, en la costa gallega. Allí se bajaron una buena parte de los guardamarinas y subieron a bordo 98 civiles para la última escala entre el puerto ferrolano y La Carraca gaditana.

Cada año la Armada tiene esta deferencia con personal civil al terminar el crucero de instrucción y con el fin de aprovechar los espacios libres tras el desembarco de parte de la tripulación, aunque se niega a facilitar la lista de los invitados. En teoría, cualquier ciudadano puede pedir por carta o e-mail el poder embarcar en la llamada embajada flotante de España, pero formar parte del cupo de agraciados es otro cantar, pues la Armada tiene la última palabra. Este año solo pudieron embarcar el 40% de los solicitantes.

Cónyuges

Una tercera parte de ellos –en total, 36 personas– provenían de Defensa, Exteriores e Interior, y algunos hicieron la travesía en compañía de un familiar. Fueron los casos del entonces ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, y del Alto Comisionado de la Marca España, Carlos Espinosa de los Monteros, quienes pasaron los cinco días de navegación sin tocar puerto con sus respectivas esposas, según supo TIEMPO de fuentes solventes.

Otros rostros conocidos que subieron a bordo fueron el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, que entonces solo era diputado electo, y Agustín Conde, actual número dos de Defensa pero que en aquel momento no sabía que su regreso a la primera línea política era cuestión de meses tras quedar fuera del Congreso de los Diputados en las elecciones del 26-J. Aparte de estos 36 altos cargos de Defensa, Exteriores e Interior, la Armada invitó a 8 responsables de empresas relacionadas con el sector marítimo, 6 representantes de clubes marítimos, 10 alumnos que “sobresalieron por su alto rendimiento económico”, 8 profesionales “liberales” como médicos, escritores o arquitectos, 4 diplomáticos, 2 diputados y 1 “sindicalista”. Los restantes 23 ciudadanos fueron personas “sin una vinculación directa” con la institución, según explicó el Gobierno a esta revista a través del Portal de la Transparencia.

Los invitados fueron alojados en las cubiertas inferiores del barco, sin ningún tipo de lujo y con las limitaciones propias de un buque militar. Por ejemplo, los camarotes de literas estaban separados por mamparas y únicamente Margallo y Espinosa de los Monteros pudieron ocupar con sus cónyuges los espacios reservados para los oficiales de más alta graduación. Todos ellos se levantaban por la mañana al mismo tiempo que el resto de la tripulación y durante los cinco días de travesía asistieron a cursos sobre navegación en la mar.

Drogas en su interior

El Elcano fue escenario en 2014 del escándalo más grave en el que se ha visto envuelta la Armada en los últimos años, tras el hallazgo de 127 kilos de cocaína en su interior. Este año no atracó en puertos colombianos, una escala casi obligada en ediciones anteriores del buque-escuela, pues la droga procedía de este país y parte de ella fue introducida en Estados Unidos. El barco cuenta con inmunidad diplomática y ninguno de sus miembros es registrado al entrar o salir del mismo, por lo que los narcos colombianos convirtieron a los marineros detenidos en camellos privilegiados.

Con el fin de rehabilitar el buen nombre del Elcano, Defensa reforzó este año las medidas de seguridad. En este sentido, revisó la idoneidad del personal que iba a embarcarse, adquirió material para la detección de sustancias ilegales e instaló cámaras de vigilancia, pero la principal novedad es que se impusieron cacheos a la entrada y salida del buque cada vez que se llegase a un puerto.

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