Víctimas o matones

20 / 12 / 2017 Fernando Savater
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Los separatistas pasan de víctimas a verdugos y viceversa en cuestión de días, según aconsejen las circunstancias.

En la naturaleza, los seres desarrollan múltiples estrategias vitales para engañar a sus enemigos y conseguir escapar de ellos. Algunos fingen estar muertos con tanta propiedad que sus adversarios renuncian a atacarles, o adoptan el aspecto de inofensivos aspectos del paisaje, como ramas o piedras. Otros prefieren una táctica completamente opuesta: se hinchan y despliegan púas o crestas intimidatorias para parecer más temibles de lo que son; también se mimetizan con especies semejantes pero mucho más venenosas o feroces, de modo que los rivales renuncian a desafiar su cólera. En una palabra, para salvar el pellejo y luego pillar desprevenido al otro, hay que presentarse como inocuo y derrotado de antemano o como muy superior en peligrosidad y fuerza a lo que en realidad nos corresponde.

Estos trucos no pertenecen solamente a la casi inagotable capacidad de camuflaje de la evolución para la lucha por la supervivencia en la que los más aptos prevalecen. Los humanos y dentro de los humanos, los políticos –que son, ay, humanos y demasiado humanos, parafraseando a Nietzsche–, despliegan estrategias parecidas en la pugna por el poder. Unas veces se presentan como víctimas de sus rivales, maltratados contra toda piedad y justicia a lo largo de la historia. Claman al cielo y sobre todo a las instancias internacionales para que vengan en su ayuda y reparen tamaño atropello humanitario... Pero a poco que las circunstancias cambien y encuentren quien se apiade de ellos, se transforman en lo opuesto: ahora son matones capaces de aplastar a todo el que se les oponga, superiores a cualquiera y nada dispuestos a contemplaciones con quienes les desobedezcan o no se plieguen inmediatamente a su voluntad. La diferencia con los comportamientos defensivos de los demás seres naturales es que los humanos pasamos de víctimas a verdugos y viceversa de acuerdo con lo que aconsejen las circunstancias, a veces en cuestión de días o aun horas.

Algo de esto vamos viendo en el juego político que se traen los separatistas en Cataluña. Cuando les parece que el Gobierno del Estado adopta una postura vacilante o dubitativa, se lanzan contra quienes no secundan sus propósitos con la mayor ferocidad, manipulando los reglamentos parlamentarios a su antojo hasta forzar el abandono de los rivales y proclaman unilateralmente de forma arrolladora de cualquier legalidad su proyecto independentista. Pero si el Estado reacciona y pretende hacer cumplir las leyes, recurriendo a sus instrumentos institucionales, a las fuerzas del orden, a los jueces y a medidas coercitivas como la prisión, inmediatamente se metamorfosean en doloridas víctimas de la opresión totalitaria y la intransigencia, reclaman auxilio internacional y claman desde su esclavitud estratégica como el coro de Nabucco aunque con peor música. De inmediato se oyen voces que piden no darles ocasiones de aumentar su victimismo, sin reparar en que en cuanto dejen de fingirse humillados volverán a sus antiguos modos de humillar a los demás. Por mi parte, francamente, ya que debemos elegir, les prefiero víctimas a matones.

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