Un pacto para el aprendizaje

28 / 04 / 2016 José Antonio Marina
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Un pacto educativo ambicioso podría emprender la construcción de una sociedad del aprendizaje, que es la gran fuerza evolutiva, la que nos permite adaptarnos al entorno y progresar en él.

Joseph Stiglitz acaba de publicar un libro de título sugerente para los interesados en la educación: La creación de una sociedad del aprendizaje. Sorprende un libro de economía dedicado a explicar que el desarrollo se basa en el aprendizaje, y que las sociedades que no aprendan quedarán marginadas. “Crear una sociedad del aprendizaje debería ser uno de los principales objetivos de la política económica”, dice Stiglitz. Una de las tesis del libro es que “hay razones para afirmar que los mercados no son eficientes en la producción y diseminación del conocimiento y el aprendizaje”. El Estado debe jugar un papel importante. Para el autor, “nuestro enfoque hacia el aprendizaje nos ha brindado una nueva lente a través de la cual prácticamente todos los aspectos de la política –de hecho, todos los aspectos del marco legal de un país– necesitan ser reexaminados”. Les hablo de esto porque la Universidad Antonio de Nebrija me ha pedido un Libro blanco sobre el pacto educativo. Me parece importante que saquemos la educación de la lucha política y que los trabajos previos a un pacto los realice la sociedad civil. La obra de Stiglitz permite ver el pacto educativo de una manera diferente, más ambiciosa. Un pacto puede tener una geometría variable. Puede tratar solo de proporcionar un marco de estabilidad para elaborar una ley de educación que dure lo suficiente para ser eficaz. Puede tratar aspectos más ambiciosos, como una reforma educativa en profundidad, un rediseño de la universidad y un pacto por la empleabilidad. Puede ampliar el foco e incluir el imprescindible “aprendizaje a lo largo de la vida” o, por último, puede emprender ambiciosamente la construcción de una sociedad del aprendizaje, que engloba todos esos aspectos. Es la opción que defendieron los Gobiernos de Clinton y de Blair, que pusieron la educación en el centro de sus programas. Es también la solución que propuse en Despertad al diplodocus.

¿Por qué me parece importante? Porque el aprendizaje es la gran fuerza evolutiva, la que nos permite adaptarnos al entorno y progresar en él. Me gusta recordar la Ley de Revans: una persona, una sociedad, una empresa solo pueden sobrevivir si aprenden al menos a la misma velocidad con que cambia su entorno. Nuestro entorno cambia aceleradamente y necesitamos aprender aceleradamente. No podemos esperar. Personas, escuelas, instituciones, empresas deben implicarse en un dinamismo de aprendizaje. La fórmula económica investigación + desarrollo + innovación es incompleta. Solo funciona cuando se le añade un factor general: el aprendizaje. La fórmula queda entonces así: A(I+D+i). Esto es lo que se desprende del estudio de Stiglitz y también de la nutrida bibliografía sobre la “sociedad del aprendizaje”.

Por estas razones, tomo el encargo de la Universidad Antonio de Nebrija como una posibilidad de colaborar a la actualización, a la intensificación de las posibilidades de nuestra sociedad. Es una tarea estimulante. Y eso es bueno en un tiempo amenazado de depresión. La elaboración del proyecto va a durar dos meses, porque debemos pensar y actuar con rapidez. En problemas fundamentales nuestra nación es procrastinadora, tiende a dejarlo todo para el día siguiente. He llegado incluso a sugerir que la expresión ad kalendas graecas, que designa la postergación indefinida, podría sustituirse por ad kalendas hispanas. Puesto que el cambio ha de venir de la educación, ¿qué mejor tema que la educación para iniciar el cambio? Les invito a colaborar a través de la web www.pactoeducativo.joseantoniomarina.net  

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