Tiempos interesantes

04 / 11 / 2016 Gabriel Elorriaga
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Asistimos a un comienzo de legislatura ruidoso pero no necesariamente inestable y estamos en condiciones de poner fin a un lustro interesante, demasiado interesante.

Al fin ha terminado el largo periodo de interinidad y las dudas que ahora surgen son de distinta entidad. Superado el trance, pocos recuerdan ya, y menos aún valoran en su integridad, el grave perjuicio que se ha evitado al esquivar las terceras elecciones generales. Acaba una larga etapa de provisionalidad pero es todavía pronto para saber si entramos en la deseable estabilidad que demandan la sociedad española y nuestros socios europeos.

Lo que a partir de este momento ocurra va a depender, sobre todo, de la fortaleza del acuerdo de investidura suscrito entre el Partido Popular y Ciudadanos el pasado mes de agosto. El pacto firmado se presentó formalmente como un acuerdo de investidura, es decir, como una transacción que se agotaría con el voto favorable de Ciudadanos en la elección de Mariano Rajoy pero por su contenido es, sin duda alguna, un auténtico acuerdo de legislatura. Cualquiera entiende que sin un Gobierno estable y cuatro años por delante la mayor parte de los compromisos adquiridos son de imposible cumplimiento. La primera tarea del recién elegido Gobierno será, por tanto, poner toda su experiencia política y su capacidad de comunicación y persuasión para garantizarse el tiempo requerido. Lo presupuestario será lo más urgente, pero lo importante debe venir más adelante.

Los 150 compromisos –que conviene releer con atención– configuran una completísima agenda reformista en lo económico, social y político que, en muchos extremos, requiere además la colaboración del Partido Socialista para reunir los votos y obtener la legitimidad exigible. Ese respaldo resulta matemáticamente imprescindible para avanzar en las reformas constitucionales propuestas en relación al modelo autonómico, el sistema electoral, la eliminación de los aforamientos o la transformación del Senado, por ejemplo, pero es también políticamente ineludible para introducir mejoras en el funcionamiento del Congreso, reforzar la solvencia del sistema de pensiones o firmar el tan demandado pacto educativo.

En demasiadas ocasiones a lo largo de los últimos meses Ciudadanos se ha comportado como una formación quebradiza, inexperta y excesivamente dubitativa. En esta fase se requiere de ellos visión estratégica, cohesión interna y mucha determinación. El Partido Socialista necesita tiempo para reasentarse y una serenidad de la que ahora carece para poder asumir compromisos de calado con otras formaciones políticas. Con este escenario podemos asistir a un comienzo de legislatura muy ruidoso pero no necesariamente inestable. El paquete reformista, el que verdaderamente merece ese nombre, requiere tiempo para su implementación, quizá más del que algunos estén dispuestos o puedan conceder; la precipitación podría llegar a ser el verdadero problema para España.

Una antigua maldición china expresa su amenaza con una curiosa frase: “Ojalá vivas en tiempos interesantes”. Con milenaria sabiduría se quiere así destacar el valor de la estabilidad y el sosiego, incluso del aburrimiento y de la monotonía. Estamos en condiciones de ir poniendo fin a un lustro interesante, demasiado interesante tal vez. Nos vendría muy bien recuperar cierta armonía política, capacidad de conversación y de negociación; en definitiva, hace falta ambición para alcanzar un futuro compartido mejor. Esperemos que las premuras y los prejuicios de algunos no lo impidan.

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