Solo puede quedar uno

03 / 02 / 2017 Clara Pinar
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Iglesias y Errejón se enfrentarán en Vistalegre II en el fin definitivo de un idilio que duró poco y pronto dio entrada a otras personas dentro del cambiante núcleo duro del secretario general.

Diciembre de 2016. Iglesias se rodea de su equipo durante la consulta a las bases sobre el sistema de votación para Vistalegre. Con Mayoral, Monedero, Montero, Bescansa y Echenique

Hace dos semanas, el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, convocó a una reunión a los promotores de más de una veintena de propuestas para la Asamblea Ciudadana de Vistalegre –su segundo congreso, Vistalegre II–, sobre cómo organizar Podemos o cuáles deben ser sus líneas de actuación. Iglesias les presentó sus documentos y les ofreció enmendarlos para llegar a un acuerdo. El resultado habría sido la “unidad” que, al menos en teoría, todos deseaban. También, que Vistalegre II sería un remanso de paz con los acuerdos atados sin necesidad de consultar a los militantes.

Pero el resultado fue muy distinto. Iglesias presenció la actitud poco colaboradora, según uno de los presentes, de su hasta ahora número dos y alma máter de Podemos, Íñigo Errejón, que nada más salir del encuentro dejó clara su preferencia por que las bases hablaran, es decir, por llegar sin acuerdos a Vistalegre II. Miguel Urbán, líder de Anticapitalistas, la tercera corriente con más fuerza, también desoyó la oferta y presentó su propio documento para tratar de forjar un acuerdo. Iglesias tuvo que escuchar incluso a militantes mucho menos destacados decir que hoy ya no quieren su excesivo grado de poder, sino un partido en el que el secretario general vea recortadas sus competencias que corte las alas a la dirección de Madrid para tomar decisiones en otros sitios.

Otra de las fundadoras de Podemos y número 3, Carolina Bescansa (que el miércoles anunció su dimisión), llegó a la reunión habiendo convocado otra para tres días después, a la que asistieron muchos de los presentes en el encuentro de Iglesias, incluida la corriente de Errejón, pero nadie de la cuerda pablista. En teoría, todos abogaban por un acuerdo, aunque  días antes de que esta semana cumpliera el plazo tanto errejonistas como Anticapitalistas veían muy difícil consensuar con Iglesias propuestas o listas conjuntas. Iglesias, Errejón y Urbán tenían desde hace días programados actos, cada uno por su lado, para el día en que empezaran las votaciones de los inscritos a secretario general, Ejecutiva de Podemos y documentos políticos y organizativos.

El estreno también en esos días de la web de promoción personal de Errejón, con sorteo incluido para pasear con él por el Congreso, no daba tampoco muchas esperanzas al consenso.

Al margen de la fuerza que pueda demostrar Anticapitalistas, la batalla de Vistalegre II se saldará con un vencedor y un perdedor: Iglesias y Errejón o Errejón e Iglesias. Terminarán así de saldar unas cuentas que se generaron mucho antes de los reproches que se han escuchado en los últimos días.

Que la errejonista Rita Maestre acuse al secretario de Organización de dar “un golpe burocrático” por bloquear un acuerdo sobre el Comité de Garantías, presidido por la diputada Gloria Elizo y del que forma parte su marido, Pablo Fernández, dos apoyos de Iglesias; que Errejón hable de “señalamientos” en las redes sociales en la víspera de Navidad o la cara de perro que se dedicó con Iglesias esta semana en el Congreso son los estertores de un idilio que saltó por los aires hace tiempo.

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