Quién escribe los libros de nuestros políticos

13 / 12 / 2013 9:59 Cristina de la Hoz
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Las librerías españolas se han atiborrado este otoño de libros firmados por expresidentes del Gobierno. Ninguno de ellos es una obra maestra de la literatura, y eso a pesar de que han contado con la ayuda de profesionales para escribirlos.

El boom editorial de memorias y de reflexiones en torno a la actualidad esconde en muchas ocasiones amplios equipos que son los que hacen posible que la obra salga adelante, aunque nadie quiere hablar de negros o ghostwriters. ¿Alguien imagina a José María Aznar o a José Luis Rodríguez Zapatero frente al ordenador mientras escarban en su memoria para dar forma a un libro? ¿Alguien piensa que cualquiera de ellos van tecla a tecla llenando páginas de Word, acaso echando mano de un colaborador para completar un recuerdo parcial, pero siendo ellos, en persona, los que asumen la ingente tarea de escribir un libro de memorias o reflexiones políticas sin ayudas externas? Aunque sea casi un secreto de Estado, nuestros políticos se rodean en algunos casos de auténticos equipos para abordar sus tareas editoriales, circunstancia que no es, ni mucho menos, privativa de España y que en otros países han acabado admitiendo no sin algunos escándalos previos.

Términos como negro literario o el ghostwriter –“escritor fantasma” en la terminología anglosajona– tienen la suficiente carga negativa como para que la mera insinuación de que hay alguien más tras el autor se considere motivo de denuncia. No debiera ser así. Nadie pretende que Aznar y Zapatero, pero también Pedro Solbes o Felipe González, por poner ejemplos muy recientes, sean, además de destacados políticos, escritores avezados que se encierran en la soledad de sus despachos sin que nadie les eche una mano para dar forma a sus recuerdos, que es lo realmente importante del libro . Otra cosa es que, al final, la mayoría de estas obras se conviertan en un ejercicio de justificación que uno aprovecha para explicar una serie de decisiones incomprendidas y contestadas en su tiempo. Un acto autorreivindicativo en el que no pocas veces se disfraza o distorsiona la fea realidad del momento, pero que tiene el valor de revelar parte de la intrahistoria desconocida para los ciudadanos. No pocas veces la clase política busca a través de estos ejercicios de memoria o reflexión que les absuelva la historia.

También puede servir en algunos casos para asumir culpas, cosa poco habitual pero que sí ha hecho Rodríguez Zapatero con El dilema. 600 días de vértigo (Planeta), que ha presentado recientemente en el Círculo de Bellas Artes de Madrid junto al ex primer ministro británico Tony Blair. Blair es otro autor de éxito con un libro de memorias, A journey, de 700 páginas tras las que, según aseguró en su momento, no hubo la mano de ningún negro, sino que estaban redactadas de su puño y letra, se supone que entre conferencia y conferencia por todos los rincones del mundo. Zapatero reconoció errores, como no detectar la crisis económica cuando ya estaban encendidas todas las luces de alarma o reventar mal y tarde la burbuja inmobiliaria, lo que provocó en España una tormenta perfecta, aunque, en contra de lo que defiende su admirado Barack Obama, no comparte que admitir los fallos en política sea “equivocarse dos veces”.

Cábalas en torno a Zapatero.

El antecesor de Mariano Rajoy en el palacio de la Moncloa no ha ofrecido ninguna pista sobre la persona o personas que le han ayudado a escribir su libro. En su entorno se apunta hacia José Manuel Vidal Zapatero, su primo, que pasó de ser número dos de su Gabinete en Presidencia del Gobierno a miembro del exiguo equipo que le corresponde ahora a Zapatero en calidad de exjefe del Ejecutivo. Vidal Zapatero, profesor de Derecho Constitucional de la Complutense y máster en Relaciones Internacionales por la prestigiosa London School of Economics, está detrás de muchos de los discursos presidenciales y hay quien ve su mano tras el libro El dilema, que no es en puridad un texto de memorias sino un relato de cómo se afrontó una crisis que se lo llevó todo por delante, entre otras cosas al propio PSOE. En su momento también acudió a José Enrique Serrano, quien fuera jefe de su gabinete, para la elaboración de los discursos en su etapa en Moncloa, y antes, en la oposición, al sociólogo José Andrés Torres Mora.

José Oneto escribía en estas mismas páginas que Zapatero completó sus recuerdos con la ayuda fundamentalmente de tres exministros, entre los que podemos descartar sin duda, al vicepresidente económico Pedro Solbes, que, a toro pasado, ha decidido hacer la guerra por su cuenta. En otro libro de reciente aparición asegura que previó la crisis desde mucho antes y así se lo hizo saber a ZP, aunque en su debate electoral con Manuel Pizarro, en 2008, se limitó a hablar de “turbulencias” que pillarían a España “más preparada que nunca”, frente a un Pizarro que adelantó no solo la crisis sino la recesión. Los hechos vinieron a darle la razón, a pesar de que entonces se le dio como claro perdedor del debate.

Zapatero coincide en el Consejo de Estado con quien fue su ex vicepresidenta política hasta octubre de 2010, María Teresa Fernández de la Vega, que vivió con él los prolegómenos del famoso 20 de mayo de aquel año, cuando tomó las decisiones económicas más complicadas de su presidencia y las que, a la postre, sentenciarían su segunda legislatura.

Precisamente, Solbes da su versión de la gestión de la crisis económica en su libro Recuerdos. 40 años de servicio público (Editorial Deusto), donde asegura que ya en verano de 2007 se barruntaba lo que se nos venía encima, por lo que cabe colegir que las famosas “turbulencias” eran más bien un tornado. Lo realmente llamativo es que habla de un documento que asegura que entregó a Rodríguez Zapatero en enero de 2009, con propuestas para hacer frente a la crisis, que su jefe de filas entonces niega haber recibido.

¿A quién creer? Quizá la clave la tenga la que fuera su directora de Comunicación en su última etapa en el Ministerio, la periodista María Jesús Luengo, que colaboró con Solbes en la ejecución del libro. La periodista deja muy claro que “el autor es él”, y que su tarea ha consistido fundamentalmente en la búsqueda de datos. “No hay nada en el libro que no esté pensado y repensado por él”, insiste para despejar cualquier duda sobre la autoría. Eso sí, el ex vicepresidente económico dio a leer el texto a media docena de personas de su círculo de colaboradores en el Ministerio, aunque la única ayuda sistemática ha sido la de Luengo, desde luego, prudentísima a la hora de explicar su papel y sin querer entrar en la guerra posterior con las duras palabras que dirigieron a Solbes el exministro Miguel Sebastián y el exresponsable de la Oficina Económica de Moncloa David Taguas.

Muy al contrario que Zapatero o Solbes, José María Aznar no oculta que tiene un potente equipo detrás que le echa una mano en estas tareas editoriales, aunque sea un imposible desentrañar cuál ha sido el papel concreto de cada uno de ellos. El también expresidente posee una maquinaria muy bien engrasada en su Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), frente a la que palidece la ahora herida de muerte Fundación Ideas del PSOE. FAES está volcada en su jefe, tal y como lamentan desde la sede nacional del PP, con quien el divorcio es indisimulable. La práctica ausencia de miembros del Gobierno y del Partido Popular en la presentación de la segunda parte de su biografía política fue la escenificación de esa ruptura, un quitarse las caretas.

Los apoyos de Aznar.

Aznar se ha apoyado en un grupo muy escogido de miembros de FAES y de algunos colaboradores externos como José María Marco, escritor, columnista de La Razón, profesor de Literatura y Traducción de la Universidad Pontificia de Comillas de Madrid y autor de otra biografía política, de Antonio Maura, editada muy recientemente por FAES y titulada La política pura. Otra persona ajena al organigrama de FAES que ha contribuido al último libro de Aznar ha sido Mira Milosevic, doctora en Estudios Europeos, que ha colaborado en alguna ocasión en los Cuadernos de pensamiento político, publicación trimestral de FAES con artículos sobre política, economía, modelo de Estado o relaciones internacionales.

Milosevic es también profesora del Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset, ha publicado textos alusivos a la reislamización de los musulmanes de Bosnia, a las relaciones entre Ucrania y Rusia y ha participado en algunos campus de verano. Sin duda, su aportación habrá sido determinante en algunos capítulos referidos a las relaciones exteriores españolas.

Pilar Marcos es otro nombre importante a tener en cuenta en la última obra de Aznar. La ahora diputada nacional del PP por Madrid fue responsable de publicaciones de FAES, en concreto, de la editorial Gota a Gota. Antigua compañera de fatigas periodísticas, puesto que cubrió desde El País la información sobre el PP, también colaboró con Ana Botella en el Ayuntamiento de Madrid. Mujer discreta, de la máxima confianza del expresidente, ha aportado su experiencia como periodista y editora.

No son los únicos nombres del potentísimo equipo de FAES o de los que forman parte de su entorno que han contribuido a hacer posible El compromiso del poder (Planeta). Hay que sumar al secretario general de FAES, Javier Zarzalejos, que fue secretario general de la Presidencia durante los Gobiernos de Aznar; a Cayetana Álvarez de Toledo, directora del área Internacional; así como al que fuera sustituto de Marcos, Miguel Ángel Quintanilla, actual director de Publicaciones de FAES. Determinar, en todo caso, cuál ha sido el papel exacto de cada uno de ellos se antoja casi misión imposible y todo son respuestas esquivas cuando se plantea el asunto.

Pocos días antes que Aznar también presentó libro Felipe González, en su caso, reflexiones en torno al liderazgo, la globalización y la crisis, temas sobre los que imparte conferencias, muy especialmente por Iberoamérica, donde residen la mayor parte de sus amigos. Un personaje clave del libro ha sido su hija María, convertida en mano derecha del expresidente del Gobierno en calidad de secretaria personal. Pero María es mucho más que eso, puesto que también lleva el peso de la Fundación Felipe González, cuyo patronato preside el exjefe del Ejecutivo y cuyo vicepresidente es el exministro de Educación José María Maravall. Los objetivos fundacionales son “el impulso de actuaciones y proyectos que desarrollan los valores relacionados con la democracia y las libertades, el bienestar material y su distribución, así como la investigación, desarrollo e innovación y el emprendimiento”, todo ello, en torno a la persona de González.

Tras En busca de respuestas. El liderazgo en tiempos de crisis también está un grupo especializado en la representación de conferenciantes llamado Thinking Heads, a quien González hace un agradecimiento en el prólogo. Entre los fichajes de esta empresa hay personajes tan dispares como Ana Palacio, Cristina Garmendia o David Taguas, pero también Álex de la Iglesia, Jorge Valdano, Toni Nadal o Andreu Buenafuente.

Sin embargo, aun en el caso de que no fueran los autores directos de la obra, lo habitual es que los protagonistas repasen en varias ocasiones un texto escrito en primera persona donde se tienen que sentir cómodos, reconocidos hasta en su manera de expresarse. El gremio profesional que más ghostwriter genera es el periodístico, pero, como en una noticia, lo importante no es tanto cómo se cuenta, sino lo que se cuenta, y ahí no son sustituibles ni Aznar ni Zapatero ni González ni Solbes.

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