Qué pasaría si Cataluña fuera independiente

06 / 09 / 2012 15:33 Antonio Fernández
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El nuevo Estado sería una república y seguiría en el euro, pero contaría con el lastre de tener tres millones de trabajadores por dos millones de pensionistas y parados.

Demasiadas emociones en poco tiempo. Así podría definirse escuetamente la coyuntura del independentismo catalán, que en las últimas semanas ha entrado de nuevo en erupción, especialmente después de que las encuestas oficiales del Gobierno autonómico apuntasen a que, por primera vez en la historia, más del 50% de los ciudadanos votaría a favor de la escisión de España. Pero a ello se le suman también los efectos de la crisis, con el ahogo financiero de la Generalitat (y que muchos achacan a la cicatería del Gobierno central) y la consecuente petición de dinero del Fondo de Liquidez Autonómica. Además, dos factores ayudan especialmente a calentar el ambiente: la celebración de la Diada Nacional de Cataluña el 11 de septiembre y la próxima entrevista entre Mariano Rajoy y Artur Mas, el día 20, para hablar del pacto fiscal.

Lo cierto es que el independentismo catalán se ha desacomplejado en los últimos tiempos. Diversas plataformas y entidades reclaman directamente la ruptura con España y en el Parlamento autonómico hay dos partidos que se proclaman abiertamente independentistas: Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y Solidaritat Catalana per la Independència (SI). Además, el lema de la gran manifestación del 11 de septiembre de este año (para la que se han contratado alrededor de 500 autocares para llevar manifestantes a Barcelona) será la reclamación directa de que Cataluña sea un Estado independiente dentro de la UE. Pero, ¿cómo sería realmente una Cataluña independiente?

Viabilidad del nuevo país.

Para empezar, sería una república parlamentaria. Lejos quedan los tiempos en los que Jordi Pujol respetaba la figura del rey Juan Carlos y hablaba de una Cataluña independiente con el monarca como jefe del Estado, a semejanza de los países de la Commonwealth, y siempre y cuando se dirigieran a él en calidad de conde de Barcelona y no como rey de España. Sin embargo, esta hipótesis nunca ha llegado a cuajar y todos los partidos nacionalistas catalanes se decantan por la fórmula republicana.

Más allá del debate entre monarquía o república, el quid de la cuestión se centra en saber si una Cataluña desgajada de España podría tener cabida en la Unión Europea, ya sea financiera o institucionalmente. Lógicamente, para los independentistas, sí. Para sus rivales, no. “¿Es viable una Finlandia dentro de la UE? ¿O una Irlanda? ¿O una Austria? ¿O una Dinamarca? ¿O una Hungría? ¿O una Suiza? Si ellas pueden existir, nosotros también. O, si no, que me digan las razones, porque algunos de estos Estados son incluso más pequeños que Cataluña. Y ya no hablamos de Luxemburgo u otros similares”, afirma a Tiempo con rotundidad Alfons López Tena, diputado de SI y ex vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).

En este sentido, los números cantan: Cataluña tiene un PIB de 210.000 millones de euros, con 32.000 kilómetros cuadrados y 7,2 millones de habitantes. Dinamarca, por ejemplo, tiene 43.000 kilómetros cuadrados, una población de 5,5 millones y un PIB de 206.000 millones de euros. Y Eslovaquia, con 49.000 kilómetros cuadrados, tiene también 5,5 millones de habitantes y solo 115.000 millones de PIB.

Desde el PP, sin embargo, se asegura que “con la independencia de Cataluña se teoriza desde la más pura poesía sin tener en cuenta situaciones objetivas y reales”, según advierte un miembro de la cúpula del partido. Por ejemplo, la comunidad no tiene, en la actualidad, competencias en materia de Asuntos Exteriores y Defensa, por lo que tendría que crear una red de embajadas y un Ejército, al mismo tiempo que debería vigilar y defender las fronteras terrestres, marítimas y aéreas, “que tienen una vulnerabilidad tremenda”. “Eso provocaría, en el plazo de unos años, un empobrecimiento enorme de Cataluña. Deben comprender que Cataluña es motor y líder en España, pero pierde todo ello si rompe con nosotros”, añade este cargo del Partido Popular tras los últimos actos independentistas.

Estas afirmaciones son rechazadas por López Tena. “Países como Dinamarca, Holanda, Portugal o Irlanda tienen sus embajadas y las pueden mantener. ¿O es que se creen que España nos sale gratis? Aquí se recauda el 24% de todos los ingresos. Y con ellos también pagamos el Ejército español, la Casa Real, el Consejo General del Poder Judicial o las embajadas de España por el mundo. El 24% de los gastos de esas instituciones los pagamos nosotros, por lo que seguiríamos pagando, pero para nuestras instituciones. Dinamarca, por ejemplo, tiene un PIB ligeramente más bajo que Cataluña y lo que paga de gastos en esas instituciones es menos del 24%. Por tanto, eso no sería un problema”. Los independentistas echan mano de países europeos para mirarse en el espejo. Por dimensiones, los informes a favor de la secesión comparan a Cataluña con Irlanda, Finlandia, Dinamarca, Suiza, Holanda, Suecia, Noruega o Eslovaquia.

Un informe del Cercle Català de Negocis (CCN), plataforma empresarial independentista, recuerda que Croacia “se independizó en 1991 y ya ha multiplicado su PIB por tres; Eslovenia también se independizó en el 91 y ha multiplicado su PIB por siete”. Y hacen hincapié en el caso de Estonia: “Su PIB pasó a ser de 6.190 millones de dólares [5.000 millones de euros] en 2001 a casi 17.000 millones de dólares [13.500 millones de euros] en 2006. En cinco años, con la independencia, se hicieron casi tres veces más ricos”. Lo que no tienen en cuenta estos informes, según aseguran otros expertos, es que los puntos de partida de Croacia, Eslovenia o Estonia eran mucho más bajos que el de Cataluña, cuyo PIB es imposible que se multiplique a esa velocidad, debido a que su economía ya está muy desarrollada.

La moderación de CiU.

En este terreno, incluso los nacionalistas más moderados aseguran que la independencia es viable económicamente. El propio presidente del comité de gobierno de Unió Democràtica de Catalunya (UDC), Ramon Espadaler, subraya que el tema financiero no sería un problema. “La cuestión está en que o hay una mayoría muy amplia a favor de la independencia o esta no sería conveniente, porque podría fracturar la sociedad”, advierte. Su partido se ha declarado en varias ocasiones contrario a la independencia. Otra cosa es Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), cuya cúpula se declara favorable a la secesión pero discrepa del independentismo radical en la forma de abordarla: considera que con un porcentaje de población favorable inferior al 55% o 60% no sería aconsejable iniciar ningún proceso separatista.

Aun así, tanto el presidente de la formación, Artur Mas, como su secretario general, Oriol Pujol, o el portavoz parlamentario, Jordi Turull, han advertido de que si la comunidad autónoma no obtiene una financiación más justa, en la línea del concierto económico vasco y navarro, Cataluña iniciará “su propia transición nacional”.

Un alto cargo de la cúpula de CDC se confiesa con Tiempo: “Yo soy partidario de tener un Estado propio y lo he dicho públicamente en varias ocasiones –advierte–, pero sí es verdad que hay un sector de Convergència que se encuentra más cómodo en un Estado autonómico. De todos modos, si tenemos oportunidad de conseguirlo, nadie en el partido se opondrá”. Es, pues, una opción que se queda en el cajón... por el momento.

Población envejecida.

Los detractores de la secesión, no obstante, apuntan también a que “Cataluña tiene una población envejecida, con una pirámide demográfica invertida, además de un mercado muy potente con España en términos comerciales y turísticos. La población activa no llega a los tres millones de personas, mientras que debe mantener a 1,5 millones de pensionistas y más de 600.000 parados. ¿Y 2,9 millones de personas pueden mantener a más de 2 millones de población pasiva? Me gustaría verlo”, dicen en la cúpula popular.

López Tena rechaza estas cifras. “Desde el año 2000, la Seguridad Social ha tenido saldos positivos. Solo el año pasado la balanza registró un pequeño déficit. Con lo que se recauda de la Seguridad Social se pueden mantener las pensiones sin problema. Y fuera de aquí, en las demás comunidades, la Seguridad Social es una ruina”, dice el diputado. Además, subraya que “el déficit fiscal anual que tenemos con España se sitúa en estos momentos en entre 20.000 y 25.000 millones de euros. Con esta inyección, podríamos incluso pensar en subir las pensiones o bajar las cotizaciones, pero eso son cuestiones puntuales que dependen del Gobierno de turno. Lo importante es saber si financieramente se puede mantener un Estado”.

Un informe de la plataforma Sobirania i Justícia, que preside el ex consejero de Justicia de la Generalitat Agustí Bassols, titulado Posibilidad de una Cataluña independiente, señala a este respecto que la caja de la Seguridad Social española tiene un fondo de 64.000 millones de euros “invertidos”, en un 84%, en deuda del Estado.

“Una buena parte de estos fondos pertenece a los cotizantes de Cataluña. De la misma manera que pasa con el déficit fiscal, la balanza de la Seguridad Social tampoco está ajustada entre lo que pagamos y lo que recibimos. En 2007, por ejemplo, pagamos más de lo que recibimos, por lo que el déficit de esta balanza superó los 3.600 millones de euros, que es igual al 1,85% del PIB catalán. Esto es debido a que Cataluña tiene un grado de empleo, respecto a la población, superior al del resto del Estado. Con una Seguridad Social propia, podríamos mejorar en un 25% la pensión media y nuestros fondos de reserva estarían alrededor de los 14.000 millones de euros”, se indica en el mismo.

El informe del CCN enumera, por su parte, algunas ventajas tangibles que llegarían al conjunto de Cataluña con la independencia: “Con un Estado propio, conseguiríamos dos cosas: aumentar nuestra calidad de vida y que las perspectivas de futuro fueran más positivas y optimistas”.

A un nivel más práctico, uno de los capítulos lleva por título La logística: el petróleo de la Cataluña del siglo XXI. Y dice: “Cuanto más logísticos, más libres. No hay ninguna ciudad de Europa que tenga el Puerto, de carga y cruceros, el aeropuerto y un polígono industrial como el de la Zona Franca, con 60.000 trabajadores, tan juntos. El Prat podría ser el primer aeropuerto de carga de Europa solo construyendo una cuarta pista dentro del mar para poder trabajar las 24 horas”. Y en cuanto a cruceros, Barcelona aspira a ser “el primer puerto del mundo”.

Para el despegue catalán, el CCN echa mano de los datos que el ex presidente de ERC, Josep Lluís Carod-Rovira, publicaba en su obra 2014. Que parli el poble català(2014. Que hable el pueblo catalán): “En un corto radio, Barcelona dispone de una docena de universidades y de importantes infraestructuras tecnológicas, como el supercomputador Marenostrum y el laboratorio de luz del sincrotón. Es la única ciudad que tiene dos escuelas de negocios entre las 10 primeras del mundo. Somos la primera región agroalimentaria de toda Europa”.

S&P truncó la visión idílica.

En su afán por parecerse a Finlandia, los independentistas recuerdan la afirmación de Finn Erling Kdyland, premio Nobel de Economía en 2004, que en una conferencia en Barcelona, en 2010, aseguró que “no sería sorprendente que un Gobierno catalán independiente tuviese más facilidad para demostrar su credibilidad que el Gobierno español ante los mercados financieros que compran deuda pública”.

Y se aferran también a las teorías de la decana de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Barcelona, Elisenda Paluzie, que refuerza estas tesis: “En una Cataluña soberana, la solvencia se reforzaría más porque desaparecería el expolio fiscal y se haría una política financiera propia adaptada a las necesidades del país”. Esta visión idílica se truncó repentinamente este mes de agosto, cuando Standard & Poor’s rebajó la solvencia financiera de Cataluña a la mínima expresión, es decir, al nivel del bono basura.

Un alto cargo del Gobierno catalán señala a esta revista que esa valoración “no se hizo con criterios económicos, sino políticos; es el resultado de la pugna con el Gobierno central, una consecuencia de la situación política que vivimos”. Este mismo cargo acude a las tesis del economista Xavier Sala i Martin: “Tiene razón cuando dice que la marca España está en quiebra y eso nos arrastra a nosotros”.

El encaje dentro de la UE.

Al hilo de esto último, un tema no menos importante es saber si es posible una escisión de Cataluña en el seno de la UE. Para el PP, no. Además, España se opondría en las instituciones comunitarias a que esta nueva entidad formase parte de la Europa común, aunque los tratados no abordan una eventual escisión de un Estado miembro. Este debate se ha planteado con cierta recurrencia en Bruselas estos últimos años por culpa de la propia Bélgica, en la que los flamencos de origen neerlandés están presionando a los valones francófonos para repartirse el país.

“Cataluña no tiene por qué estar en el euro. Y si esa situación se produce, su capacidad económica bajaría inmediatamente un 30% o un 40%”, aseguran fuentes del PP a este semanario. Pero López Tena, que ha estudiado procesos secesionistas internacionales, asegura lo contrario. “Es mentira –dice– que España pueda echar a Cataluña de la Unión Europea. Si mañana Cataluña se declarase independiente, podrían darse dos casos. Primero, que decidiera irse, como hizo Groenlandia, que a pesar de ser de Dinamarca no quiso entrar en la UE. En ese caso, no habría ningún problema. Segundo, que te expulsen, pero eso requiere unanimidad en la UE. Por tanto, si decidiera quedarse, nadie le podría decir nada, y seguiría formando parte de la Unión”.

En este sentido, el ex vocal del CGPJ echa mano de la jurisprudencia del Tribunal Superior de Justicia de la UE, que dictaminó que cualquier proceso secesionista ha de observarse conforme al Derecho Internacional. Y eso es lo que dictaminó también la Comisión Europea el pasado mes de julio y lo que su presidente, José Manuel Durão Barroso, dijo hace pocas semanas. Deja de ser, pues, un problema interno de España, como había mantenido la propia Unión Europea hasta ahora.

Otra cosa, sin embargo, sería adaptar el tema institucional. Cuando la RDA alemana se unificó con la RFA, hubo que reformar el Tratado de Niza, porque el peso demográfico de Alemania había variado en el seno de la UE. Ahora habría que adaptar las normas europeas a la nueva situación para que Cataluña pudiese tener a su presidente en el consejo de ministros de la Unión o tener derecho a un comisario.

El CCN reconoce también la importancia de la internacionalización del tema y subraya que tener un Estado propio “te hace merecedor del respeto internacional; dispondremos de una silla en las Naciones Unidas, tendremos un comisario europeo, y un puesto en el Banco Central Europeo. Y también un puesto en el Consejo de Ministros de la UE. Y nos tocará, durante seis meses, de tanto en tanto, la presidencia de turno de la UE y nuestro presidente participará en los consejos de ministros europeos y de la OTAN”. Una posibilidad que algunos ven cercana.

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