Qué fue de los condenados

24 / 04 / 2006 0:00 Silvia Gamo
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Desde aquel históricos "todos al suelo" de Tejero ha pasado ya un cuarto de siglo. Sus protagonistas guardan silencio refugiados en sus familias.

20/02/06

Sí –responde una cansada voz al otro lado del teléfono–. Ponga usted que me llaman treinta periodistas todos los días y que yo sólo hablo de mis camelias”. Quien así contesta es el ex general Alfonso Armada, el hombre que algunos han situado como uno de los cerebros del asalto al Congreso aquel 23 de febrero de 1981, hace ya 25 años.

Por esa acción que estuvo a punto de torcer la incipiente democracia española, 29 militares (ocho ya fallecidos) y un civil fueron procesados por delitos de rebelión militar o adhesión a la rebelión. Las penas máximas impuestas por el Tribunal Supremo, 30 años, fueron para el teniente general Milans del Bosch, ya fallecido, el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero y el general de División Alfonso Armada. Para muchos, estos nombres no son más que una anécdota en la historia de la democracia española. Para sus protagonistas, marcan el día que su vida cambió de rumbo.

Las caras visibles

El ex general Armada tiene hoy 86 años. La mayor parte de su vida, tras salir de prisión, la ha dedicado a la plantación de camelias en su finca de Santa Cruz de Ribadulla en A Coruña. Con una producción que rondaba las 15.000 plantas anuales en 2001, las camelias han sido desde joven una de sus grandes pasiones. Con diez hijos y catorce nietos, el ex general Armada no quiere hablar de nada que le lleve 25 años atrás. Cuando se le pregunta si aún mantiene algún contacto con alguno de los protagonistas de aquel 23-F, por ejemplo Tejero, el ex general, viejo pero ágil, dice que amigos tiene muchos y buenos. Nada más.

Pero la imagen del 23-F es, sin duda, Tejero entrando pistola en mano en el Congreso. El ex teniente coronel de la Guardia Civil fue el último de todos los procesados en abandonar el presidio. En estos años Tejero ha cultivado su pasión por la pintura, alguna por encargo, que ha llegado a vender por encima de los 2.000 euros. Una actividad que combina con el cultivo del aguacate, según revela José Oneto, autor del libro 23-F La historia no contada. Muy volcado en su familia y muy creyente, asegura una persona que le conoce bien que “ha pasado página. No guarda rencor, ni odio hacia nadie y no tiene relación alguna con Armada”. Ha mantenido un silencio que vale oro, no en vano múltiples editoriales le han realizado ofertas para que contara sus memorias, algo que siempre rechazó. Sólo lo ha roto cuando el pasado mes de enero envió una carta al diario Melilla Hoy, donde expresó su malestar por la reforma del Estatuto de Cataluña.

Y es que casi todos los protagonistas de entonces se mantienen fieles a sus ideas conservadoras, como explica Francisco Medina, periodista y autor del libro recién publicado 23-F. La verdad (Plaza y Janés): “Todos los protagonistas del 23-F con los que he hablado reconocen que la situación de España ha mejorado, pero tampoco creen que las cosas estén mucho mejor ahora”. Medina ha entrevistado a casi todos los responsables de aquellos sucesos para contar que el 23-F estaba en la cabeza de muchos sectores de la sociedad desde años atrás: “Se habla mucho de Tejero pero no de todo lo que hay previo”, dice el autor. Mientras elaboraba su libro, uno de los implicados, el ex coronel José Ignacio San Martín, murió. Precisamente sus memorias acaban de ser publicadas en el libro Apuntes de un condenado por el 23-F (Espasa).

Periodista

San Martín ha sido, junto al ex comandante Ricardo Pardo Zancada, uno de los pocos condenados que ha escrito un libro relacionado con el golpe. Escribió en 1988 La pieza que faltaba (Plaza y Janés). Él fue la correa de transmisión entre Milans del Bosch en Valencia y el coronel San Martín en Madrid. Pero su acción más directa tuvo lugar el día 24, cuando se sumó con 113 hombres de la Policía Militar de la División Acorazada a la ocupación del Congreso de los Diputados. Un hecho que alguno de sus compañeros recuerdan con admiración: “Él era un hombre equivocado, pero nunca se escondió de sus actos y asumió su responsabilidad”.

Pardo Zancada se doctoró en Periodismo por la Complutense mientras estaba en prisión en 1986. Su tesis se llamaba Derecho de información y Fuerzas Armadas. Volcado en su familia, fuentes cercanas a Pardo aseguran que sigue muy de cerca la actualidad política: “Con preocupación, con inquietud, pero no más que la que tiene parte de la sociedad española”, asegura. Otro de sus compañeros, el ex general de División Luis Torres Rojas, hoy con 87 años, se dedicó plenamente a su familia tras la salida de la cárcel en 1988, una salida que se aceleró debido a su salud. El general padece de la vista y fue operado de desprendimiento de retina.

De menor edad eran los capitanes y tenientes que participaron en el golpe. La mayoría de los capitanes fueron apartados de la Guardia Civil. Como el ex capitán de la Benemérita Jesús Muñecas Aguilar, gran amigo de Tejero, que fue condenado a cinco años de cárcel por el Supremo. Tras cumplir condena, se metió de lleno en la empresa privada. Fue apoderado de Montefor S.L., una empresa dedicada a la fabricación de muebles de cocina y la construcción de establecimientos comerciales, hoy declarada insolvente. Regenta desde hace años una escuela de hípica en Madrid, donde imparte clases de equitación, una de sus pasiones.

Capitanes y tenientes

Otro ex capitán, Vicente Gómez Iglesias, miembro del entonces CESID, salió de la cárcel en 1984 tras concederle un indulto el Rey. Por intervención del ex general Armada se recolocó en una empresa de seguridad en Barcelona, donde vive. Hoy figura como apoderado de la conocida empresa Securitas. Otro ex capitán del Cuerpo, José Luis Abad Gutiérrez, licenciado en Derecho, se dedicó de lleno a la abogacía y a su familia. Nunca ha querido hablar del 23-F. Sí lo ha hecho con esta revista su mujer, que ha relatado los malos momentos por los que tuvieron que pasar después de que Abad ingresara en prisión: “Fueron malos momentos, pero gracias a Dios hemos salido adelante. Fuimos tratados como lo peor, como gente sin honor. Mi marido tenía previsto un viaje, el 24 de febrero de 1981, hacia Alemania, para hacer un curso y sucedió aquello. Mi marido no es ex capitán, sino capitán retirado del servicio. Él cumplía órdenes, con muchas dudas como tantos otros. Pero les castigaron, mientras otros con más responsabilidad se salvaron”.

La mayoría de los tenientes de la Guardia Civil, una vez cumplida condena, pasaron a ocupar diferentes destinos en el Cuerpo. Ese fue el caso, por ejemplo, del teniente César Álvarez Fernández, destinado durante años en el País Vasco. Veinticinco años después la mayoría han pasado a la reserva, aunque algunos, como el capitán de la Guardia Civil Enrique Bobis Altea, siguen en activo. Pero ya estén en activo o en la reserva, el sentir común de todos respecto al 23-F es de un episodio enterrado.

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