Políticos con don de lenguas

29 / 01 / 2014 13:05 Clara Pinar
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En un país donde lo normal es no hablar idiomas, empezando por los presidentes del Gobierno, también existen políticos capaces de expresarse en otras lenguas.

Hay cinco marcos legales diferentes de acuerdo con la Constitución para que el referéndum de independencia no sea ilegal. El presidente de la Generalitat, Artur Mas, reiteró recientemente este mensaje en una entrevista en televisión. Su defensa de la legalidad de la consulta catalana sería una más si no fuera porque la televisión era la británica BBC y porque Mas, líder político en un país donde el dominio de idiomas ha estado históricamente bajo mínimos, se desenvolvió durante más de seis minutos con total soltura en inglés para explicar por qué él prefiere la “mentalidad británica” por la que Londres aceptará el resultado del referéndum de independencia Escocia, cualquiera que sea. No es la primera vez. Antes de las elecciones catalanas de noviembre de 2012, tampoco tuvo problemas para contestar también en inglés a las numerosas preguntas –no todas cómodas– que le hizo la televisión holandesa Noos.

Hándicap u obsesión nacional, el conocimiento de idiomas por parte de los políticos ha estado en el punto de mira de la opinión pública varias veces en los últimos meses, casi siempre como objeto de mofa. La atención alcanzó su plenitud en septiembre del año pasado, durante la votación final que decidiría la sede de los Juegos Olímpicos de 2020. En el turno español vimos de todo: desde el Príncipe de Asturias, a quien ya se le presuponía un muy buen nivel de inglés y francés, hasta un presidente del Gobierno que ni siquiera lo intentó; desde una esforzada pero nada convincente alcaldesa Ana Botella hasta el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, que sorprendió con un buen inglés, con el que consiguió ir a la zaga de Esperanza Aguirre, que estudió desde la infancia en el Colegio Británico de Madrid.

Como reflejo de la mayoría de ciudadanos, la mayoría de políticos no hablan más idioma que el español. Mientras que en otros países sería impensable, en España se puede llegar perfectamente a la presidencia del Gobierno sin hablar una palabra de nada que no sea español. De hecho, esta condición parece ser una norma desde hace décadas: José María Aznar solo aprendió inglés después de dejar La Moncloa, que José Luis Rodríguez Zapatero también abandonó como llegó, sin hablar otro idioma. Sí lo vio más claro Mariano Rajoy, que intenta aprender inglés a un ritmo al que sus hijos, estudiantes en el Colegio Británico, hace tiempo que le adelantaron.

Pero no todo es spanish only. En el panorama político hay también quien habla otro idioma o incluso políglotas. También quien sigue intentando hacerse entender en la lengua de Shakespeare.

A falta de dominar el idioma, Rajoy ha sabido rodearse de varios ministros que se manejan sin problemas en reuniones internacionales. Es el caso del titular de Economía, Luis de Guindos, que se desenvuelve en inglés y en francés sin problemas en el Ecofin. También habla estos dos idiomas a la perfección el ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, cuyo nombre suena para ser el próximo comisario europeo. También se puede comunicar en alemán y hace unos meses empezó a estudiar chino con una profesora particular que va a darle clase en los –pocos– huecos que tiene en su agenda. La titular de Sanidad, Ana Mato, también habla inglés, como Alberto Ruiz-Gallardón, a quien, quizá por pudor, jamás veremos hablando en público nada que no sea la lengua de Cervantes.

En la bancada socialista, tanto Alfredo Pérez Rubalcaba como Elena Valenciano no necesitan intérpretes para participar en reuniones siempre y cuando el idioma sea inglés o francés. Otro que junto a Valenciano se ha medio postulado para ir en las listas socialistas al Parlamento Europeo es Ramón Jáuregui, que de vez en cuando aprovecha el poco tiempo que tiene para apuntarse a cursos intensivos de inglés. Si echamos la vista a noviembre, dos posibles candidatos a las primarias del PSOE, Eduardo Madina y Carme Chacón, tampoco tienen problemas para hacerse entenderse en este idioma.

El buen nivel de inglés que demostró Mas en la BBC ha dado lugar a análisis que destacaban el uso de esta lengua “al servicio de la independencia”. Pero lo cierto es que a los políticos catalanes no se les dan mal los idiomas, o por lo menos tienen mayor intención. Así, prácticamente todos los diputados de CiU en Madrid hablan al menos inglés. Su portavoz, Josep Antoni Duran i Lleida, además de español y catalán, habla inglés, francés e italiano y domina asimismo el lapao, la denominada “lengua aragonesa propia del Aragón Oriental”, cuya existencia aprobaron las Cortes de Aragón el año pasado. De vez en cuando, hacen cursos para mejorar la conversación, de cara a negociaciones sobre cuestiones “técnicas”, apuntan fuentes parlamentarias.

Casos perdidos.

La sensación de que los españoles no saben idiomas se traslada demasiado fielmente a sus políticos, lo que se ve, sin ir más lejos, en Bruselas, donde cada mes desembarcan toda clase de representantes autonómicos que se aferran a sus traductores como si les fuera la vida en ello. Un caso curioso es el del presidente de Murcia, Ramón Luis Valcárcel, un entusiasta comunitario que desde hace un par de años preside el Comité de Regiones y que probablemente será eurodiputado en la próxima legislatura: su balance de idiomas en todo este tiempo es “defenderse” en francés. Mejor se han venido defendiendo otros políticos españoles en reuniones con representantes europeos. En el PSOE, el exsecretario de Organización y expresidente de Aragón, Marcelino Iglesias, no tiene  problemas para hablar francés. Fuentes de su equipo aseguran también que María Dolores de Cospedal, que vivió unos meses en Washington, también es ducha con el inglés. En una reciente reunión del PPE pudo al menos saludar en esa lengua al grupo de los conservadores populares, Josep Daul.

Desafortunadamente, el conocimiento de idiomas nunca ha sido requisito para ir en las listas electorales al Parlamento Europeo. Junto a eurodiputados que manejan varios idiomas, como Sosa Wagner, de UPD, que también habla alemán, otros han tenido que esforzarse en tierras belgas, como la presidenta de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, para quien no bastaron los cursos de inglés que hizo cuando era presidenta del Congreso de los Diputados. Su caso no es el único, porque en Bruselas se puede sobrevivir en español y algunos políticos españoles, no todos, lo hacen. Y no parece que los partidos estén pensando en el don de lenguas para hacer la lista de las próximas elecciones.

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