Patria, el fenómeno del año

31 / 07 / 2017 Luis Calvo [Fotos: David García-Amaya]
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Fernando Aramburu comenta para TIEMPO su novela, después de 20 ediciones y más de 400.000 ejemplares vendidos.

Foto: David García-Amaya

Cuando Juan Cerezo, el editor de la editorial Tusquets, leyó por primera vez el borrador de Patria no tuvo dudas de que tenía entre las manos algo excepcional. “Era una novela fuera de serie”, confiesa a Tiempo. Tras pensarlo unos días propuso a su autor, Fernando Aramburu, sacar una primera edición en septiembre de 20.000 ejemplares. Mucho más de lo habitual, cierto, pero confiaba en que llegaran hasta el tirón de Navidad. Una venta lenta, pero segura. Aramburu se asustó. Para un escritor acostumbrado a primeras ediciones de 3.000 o 5.000 ejemplares, la cifra resultaba astronómica. Su mayor éxito hasta el momento, Los peces de la amargura, apenas llegaba a los 20.000 tras diez años y varias reediciones. Ambos se equivocaron. Los 20.000 ejemplares resultaron ser pocos y se agotaron aún muy lejos de la campaña de diciembre. En octubre, solo un mes después del lanzamiento, salía una segunda edición.

Con un café enfriándose sobre la mesa mientras habla, en un céntrico hotel madrileño, Aramburu recuerda que su primera novela, Fuegos de limón, tardó 12 años en ser reeditada. De cara al verano, menos de un año después de su presentación, Tusquets acaba de empezar a imprimir la vigésima de Patria. Entre todas suman 480.000 libros impresos, más de 400.000 vendidos, unas cifras muy difíciles de ver en la literatura española. Se va a publicar en 11 países, acumula premios y Mediaset prepara ya el salto de la historia a la pequeña pantalla en formato serie. 

El País Vasco de la novela

Patria nace, como tantas otras cosas, de un recuerdo perdido, una nota de escritor casi olvidada en un cuaderno. Aramburu (San Sebastián, 1959) quería dejar un testimonio de su época y su tierra, terminar el “dibujo literario” del País Vasco que había empezado a esbozar ya en Los peces de la amargura. “Con esa voluntad, es inevitable tocar el terrorismo”, reconoce. A partir de ahí necesitaba personajes. Una imagen de un abrazo furtivo, casi forzado, entre dos antiguas amigas le sirvió para poner cara a dos de las protagonistas, Miren y Bittori. Luego solo tuvo que empezar a tirar del hilo cuidadosamente para explicar ese abrazo. Esa explicación es toda la novela.

P_ ¿Qué tienen de reales esos personajes?

R_ Son material de derribo. Están construidos partir de mi relación con vecinos, parientes y mucha gente que he conocido a lo largo de mi vida en el País vasco. Esto afecta a su manera de hablar, a su idiosincrasia, sus costumbres, sus convicciones religiosas y políticas, hábitos, gustos, preferencias... Yo me he criado entre esta gente. Lo que no hay son personas reales concretas a las que les haya cambiado el nombre. Eso no existe.

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