Otro tipo de educación es posible

30 / 09 / 2015 Celia Lorente
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Los centros de enseñanzas alternativas se multiplican por toda España. Proyectos que fomentan una forma distinta de aprender y otros valores, frente a la pedagogía oficial

En los centros Montessori la interrelación con el aula es muy importante, los niños se mueven en libertad y se respetan los ritmos de cada uno.

Asignaturas, libros de texto, deberes, exámenes, aprobados y suspensos. Ir al colegio se convierte para muchos niños en una obligación penosa de cumplir, y para sus padres, en un escollo a batir curso tras curso. La educación que reciben los escolares en España está permanentemente en entredicho debido a los cambios en las leyes educativas de los sucesivos Gobiernos, que no permiten progresar en la enseñanza como ponen en evidencia los pobres resultados obtenidos por los alumnos españoles año tras año en las pruebas de evaluación internacionales como PISA. El fracaso escolar y el abandono precoz son algunas consecuencias de un sistema educativo que parece no encontrar su rumbo.

Muchos padres piensan que el modelo tradicional de exámenes y deberes está quedándose obsoleto, que la educación que se imparte en la actualidad mata la curiosidad por aprender, no fomenta la creatividad y el desarrollo de las habilidades de cada niño y por tanto buscan otras fórmulas de educación alternativas para sus hijos.

Escuelas libres, constructivistas, Waldorf, Montessori, en el bosque, trabajando por proyectos... muchas son las posibilidades que se van abriendo, especialmente durante las primeras etapas educativas. Proyectos muy variados entre sí, aunque tienen en común algunos puntos como el respeto a los ritmos e individualidades de los niños, el valor otorgado al juego (que se entiende como el trabajo de los niños), priorizar el aprendizaje experimental y autoguiado sobre el memorístico, fomentar la autonomía, valorar las diferentes inteligencias (no solamente la verbal y la matemática), asociar la libertad a la responsabilidad, no penalizar los errores (se consideran parte del aprendizaje) o enseñar a colaborar en vez de a competir. Muchos además defienden una educación democrática en la que los alumnos tienen voz y voto en las cuestiones que les atañen y que las familias tengan una participación real.

Una nueva educación alternativa.

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La oferta ha crecido exponencialmente en los últimos años y ya hay registradas unas 471 iniciativas diferentes en nuestro país que se apartan de la pedagogía oficial, como recoge Ludus, el primer directorio web de educación alternativa en España. Su creadora y coordinadora, Almudena García, explica: “Cuando Ludus inició su andadura yo no conocía más que unos 40 proyectos, un año después había 300 y a día de hoy hay cerca de 600. Actualmente, estamos asistiendo a un auténtico boom de este tipo de pedagogías. Históricamente, es algo que ocurre en tiempos de crisis –sea económica o de valores–, cuando las sociedades se cuestionan el modelo que han estado siguiendo y buscan en la educación el medio de regenerarse”. Almudena explica por qué decidió crear este directorio: “Pasé la adolescencia sintiendo que el instituto pretendía convertirme en otro ladrillo en el muro, así que no quería eso para mis hijos. Ha sido una gran alegría descubrir que existen otras formas de aprender y Ludus ha sido mi forma de contribuir a difundirlas y de apoyar a quienes ya están haciendo realidad que otra educación sea posible”.

Sin embargo también hay detractores de estas pedagogías, a las que achacan falta de seriedad y de ser modelos educativos carentes de fundamento, algunos basados en pseudociencias e incluso sectarios. Otros las tachan de ser elitistas y para padres muy concienciados. Lo que sí es cierto es que para llevar a los hijos a uno de estos colegios hay que rascarse el bolsillo, porque la mayoría son privados y no precisamente baratos. Una de las dudas más comunes a la hora de decidirse por una educación alternativa es si los niños salen igual de preparados, ya que al final tendrán que amoldarse a los programas de estudio igual que los demás y superar los exámenes de promoción.

La Constitución española recoge la libertad de enseñanza y no hay ninguna ley que prescriba qué pedagogía debe emplearse. Pero en la práctica, las familias que quieren optar por una educación diferente tienen difícil encontrar esta filosofía en el sistema actual. Por eso hay padres y maestros que deciden crear un proyecto educativo por su cuenta. No es tarea fácil, según cuenta Almudena García: “Parece mentira que las administraciones pongan tantas trabas a las familias y educadores que se plantean crear su propio proyecto educativo. Sé de algunos que han tenido que cerrar por razones tan peregrinas como no contar con una cancha de baloncesto”.

Conseguir además homologar un centro es también muy complicado. “En España es muy difícil sacar adelante una escuela homologada, no por el tipo de pedagogía elegida, sino porque es necesaria una gran inversión económica para cumplir todos los requisitos que exige la ley”, se lamenta Almudena. Es importante que  un centro de estas características esté homologado, ya que da una seguridad extra a las familias y les asegura que se imparten una serie de conocimientos básicos de cumplimiento obligado.

Entre los centros homologados más reconocidos se encuentran los Waldorf y las escuelas Montessori. Los primeros recogen a 24 Madres de día, 20 escuelas de educación infantil, diez de primaria y un instituto. La primera escuela Waldorf abrió en 1979. Aplican una filosofía que entiende la educación del niño en su conjunto y no por partes. Su lema es “no exámenes, libros de texto ni deberes” y su objetivo es primar la motivación sobre la obediencia en los alumnos. La escuela tiene materiales didácticos propios y un método inclusivo con las familias. Entre sus metas: conseguir un equilibrio integrado de las actividades artísticas, prácticas e intelectuales con énfasis en el desarrollo de habilidades sociales y valores espirituales. Aprender a apreciar las capacidades del otro y apoyarle en sus dificultades o utilizar una competitividad sana dirigida hacia uno mismo, poder decir “puedo hacerlo mejor la próxima vez”, en vez de “puedo hacerlo mejor que ellos”. Los centros Waldorf se han hecho conocidos porque algunos famosos como Penélope Cruz y Javier Bardem o la exministra de cultura Ángeles González Sinde llevan a sus hijos a estos colegios. También estrellas de Hollywood como Sandra Bullock o Jennifer Aniston se han formado en ellos.

Montessori es otro de los clásicos, lleva 25 años instaurado en España. Aunque no les gusta utilizar el término de “educación alternativa”. La presidenta de la Asociación Montessori y miembro del equipo directivo del CCE Montessori-Palau de Girona, Ana Julia Barnadas, explica: “Somos educación reglada, homologada, y lo que nos diferencia de otros centros tradicionales es nuestro ambiente de trabajo, donde la interrelación del niño con el aula, con los adultos, está enfocada a lo que ellos necesitan. Son aulas de 360º donde los niños se mueven en libertad, se respetan los ritmos de los alumnos, incluso se mezclan las edades según las necesidades”. La educación no gira en torno a los exámenes o la nota y no hay deberes, el trabajo se hace en el colegio. Le preguntamos lo que todos los padres quieren saber: ¿realmente no hace falta llevar a casa deberes y los alumnos salen del colegio bien preparados? “Los buenos resultados académicos de nuestros centros en pruebas externas hablan por sí solos”, sentencia Julia. El precio a pagar fluctúa de 600 a 800 euros al mes. Los centros Montessori son cada vez más numerosos, en la actualidad los hay en prácticamente todo el mundo. Solo en Estados Unidos existen cerca de 6.000 que siguen este método. En España son una media docena, pero hay muchas otras escuelas que han solicitado aplicar su metodología.

También públicos.

Además de los centros privados, cada vez hay más escuelas públicas que trabajan con pedagogías activas, pero aún no son suficientes para cubrir la demanda. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, hay unas cuantas: el CEIP La Navata, Trabenco, San Bartolomé, la comunidad de aprendizaje Zofio, Palomeras Bajas... La labor que llevan a cabo los maestros de estos centros es especialmente meritoria, porque han demostrado que la innovación educativa no es solo cuestión de medios, sino sobre todo, de ganas. Especialmente curioso es el caso del colegio público Manuel Núñez de Arenas, cuyo equipo docente, junto a las familias, ha conseguido convertir lo que antes era un centro estigmatizado, con una alta tasa de fracaso escolar, en un colegio al que los niños van felices. En 2012, un grupo de maestros y maestras comprometidos se cansaron de ser “el pobre colegio de los niños pobres” y decidieron volcar sus energías para dar un giro de 180 grados a sus prácticas: reconfiguraron el proyecto educativo del colegio, introduciendo las metodologías más innovadoras, llamaron a todas las puertas para recabar apoyo y colaboración, y desarrollaron un plan de convivencia basado en la transparencia, el compromiso y la responsabilidad de todos por igual. Cuatro años después, los cambios a positivo rezuman por todo el colegio. “Compartimos espacios, en 1º, 2º y 3º de educación primaria, hemos cambiado la estructura tradicional por aulas taller especializadas. De esta manera, rentabilizamos recursos y nos responsabilizamos de ellos porque son de todos y todas”, cuentan desde el centro. Además se realizan asambleas semanales en todas las aulas donde se escucha al alumnado, se habla de convivencia, se trabaja la educación emocional y se definen propuestas para llevar a la junta de alumnado.

También dentro de esta filosofía educacional distinta se encuentra el contacto con la naturaleza (incluso en escuelas urbanas, se intenta contar con al menos un pequeño huerto). Hay algunos proyectos basados en las bosque-escuelas alemanas, como el Grupo de Juego en la Naturaleza Saltamontes, instaurado desde hace cuatro cursos en Collado (Madrid). También hay dos más en Valencia y Mallorca.

El aula es la naturaleza.

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El creador de Bosquescuela Cerceda, Philip Bruchner, es un ingeniero forestal y profesor de educación infantil que llegó a nuestro país y se casó con una española ingeniera de montes. Le extrañó que aquí con la naturaleza y el buen clima existentes no hubieran casi bosque-escuelas y decidió crear una en la sierra de Guadarrama. Acaba de abrir en septiembre la primera bosque-escuela infantil homologada por la Administración. El centro es bilingüe y al estar homologado sus clases se fundamentan en el currículum oficial, cumpliendo sus objetivos de lectoescritura y matemáticas, entre otros. “Para ello contamos con los materiales ofrecidos por la naturaleza y otros aportados por el equipo docente. La naturaleza es el aula y el entorno de aprendizaje de los niños y niñas”, explica.

Toda esta variedad de escuelas, además de transmitir conocimientos tratan de transmitir valores, el sentido crítico, el esfuerzo y la enseñanza participativa. La escuela también debe despertar en el alumno la curiosidad, el interés y la creatividad en el aprendizaje. Construyendo habilidades de pensamiento y razonamiento en los alumnos. Un ideario a tener en cuenta en cualquier proyecto educativo del tipo que sea.

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