Misión De Guindos-Cañete

25 / 07 / 2014 Clara Pinar
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El ministro de Economía y el número 1 de la lista del PP son las bazas de Rajoy para recuperar peso institucional en la UE. Una aspiración evidente que se topa con obstáculos a no perder de vista.

La presidencia del Eurogrupo para el ministro de Economía, Luis De Guindos, y una cartera potente en la Comisión Europea para el número 1 de la lista del PP a las europeas, Miguel Arias Cañete, son los objetivos que se ha marcado el Gobierno para recuperar peso dentro de las instituciones de la UE y sobre los que lleva meses trabajando. La solución se verá en septiembre, cuando Mariano Rajoy comprobará si sus apuestas han conseguido superar los obstáculos directos e indirectos que pueden plantear equilibrios geopolíticos, declaraciones desafortunadas, cuestiones de género e, incluso, antipatías personales.
  
 Estos dos puestos vendrían a solucionar el “déficit de representación” que registra España en las instituciones europeas y del que el PP –y también el PSOE- habló tanto en campaña. En el último reparto de cargos que ha hecho la UE antes del verano, en la nueva Eurocámara, no parece que el Gobierno –y el PP- hayan luchado mucho por ellos. Mientras que el PSOE se ha hecho con la presidencia de una comisión y una subcomisión, el PP –ganador de los comicios y miembro del mayoritario Partido Popular Europeo- sólo ha conservado una de las vicepresidencias de la Cámara que tenía en la legislatura anterior. Así, la apuesta parece clara: De Guindos y Cañete, que irían a parar a instituciones con muchísima más capacidad de decisión.
  
 Para el ministro de Economía, el principal escollo para convertirse en presidente del Eurogrupo está en el futuro de la persona a la que sucederá en el cargo, su homólogo holandés, Jeroen Dijsselbloem. Para empezar, porque de momento no tiene intención de dejar su puesto. A pesar de que en España durante meses ha cundido la especie de que cesaría o de que la presidencia del Eurogrupo, que hoy es temporal, se convertiría en permanente, el holandés hace tiempo que dejó claro –a políticos y periodistas- que no tenía intención de irse de la cabeza del Eurogrupo hasta que no termine su mandato, en junio de 2015.
  
 Ante esa advertencia, el Gobierno español reculó y si en un principio aspiraba a colocar a De Guindos como presidente permanente, ahora “espera”, como dijo Rajoy en la última cumbre de la UE, que sea nombrado de manera temporal.
  
 España cuenta con el apoyo de Alemania para que se produzca el recambio, que debería pasar por ofrecer otro puesto comunitario a Dijsselbloem. El destino por el que parece estar apostando el Gobierno holandés es una buena cartera en la nueva Comisión Europea que presidirá Jean Claude Juncker, que aún tiene que elegir a sus comisarios. Y aquí vendría una cuestión de carácter personal que indirectamente podría afectar a De Guindos: Juncker y Dijsselbloem no tienen la mejor de las relaciones personales. El segundo sucedió al primero al frente del Eurogrupo. Enseguida se vieron dos caracteres muy distintos: mientras el luxemburgués se caracterizó por una estrategia del palo y la zanahoria con los países con mayores dificultades, el holandés entró como elefante en cacharrería y se estrenó con un “rescate” a Chipre que se saldó con el primer corralito de la UE. Para rematar, Dijsselbloem declaró en una entrevista que Juncker “era un gran fumador y bebedor”. Con estos mimbres, no sería arriesgado decir que puede que el luxemburgués no quiera verle entre sus comisarios.
  
 Por si fuera poco, a De Guindos le habría salido un competidor de última hora. El presidente francés, François Hollande, ha anunciado que propondrá al que fue hasta hace unos meses su ministro de Economía, Pierre Moscovici, para que sea comisario. Se presentaría así una batalla Francia-Holanda por un puesto que podría –o no- dejar vacante la presidencia del Eurogrupo.
  
 La Comisión Europea es precisamente el destino de la otra apuesta de Rajoy: un puesto de comisario para Arias Cañete, que encabezó la lista del PP a las europeas cuando ya estaba claro que su aspiración no era sentarse en el Parlamento Europeo.
  
 Como cada uno de los 28 Estados miembros, España tiene a día de hoy asegurado un representante en el Ejecutivo comunitario. La incógnita es si Rajoy se verá libre para mandar a Cañete –que aseguró recientemente que él no es candidato de momento a nada- o tendrá que cambiar de comisario debido a una doble cuestión de género.
  
 La primera tiene que ver con el desliz de Cañete en campaña, cuando tras el cara a cara contra Elena Valenciano dijo aquello de que “el debate con una mujer es difícil, (porque) si demuestras superioridad intelectual eres machista”. Estas palabras provocaron en España una polémica que igual que subió, bajo. Pero puede que haya eurodiputados y eurodiputadas de otros países menos permisivos que quieran anular sus posibilidades de ser comisario en el examen que tendrá que pasar el septiembre delante de la Eurocámara.
  
 Otra cuestión de género, de la que Cañete no es responsable, tiene que ver con la campaña que se inició hace semanas en Bruselas, impulsada por los miembros femeninos de la Comisión saliente, para que la Comisión Juncker tenga al menos una comisaria más que la actual, es decir 10 mujeres. De momento, no parece que haya muchos países que quieran enviar a una mujer a Bruselas y Juncker parece muy comprometido con la cuestión. Hace poco lamentaba que la reacción de todos los líderes de la UE fuera decir que mandaran mujeres otros. Ante tamaña indecisión, puede ser que entre los siempre complicados equilibrios entre países de la UE entre en juego también la cuestión de quién envía hombre y quién envía mujer.

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