Martínez-Maíllo, el hombre detrás de las dimisiones

26 / 09 / 2016 Clara Pinar
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El vicesecretario de Organización cotiza al alza en el PP por su gestión discreta de los últimos ceses. 

Antes en España no dimitía nadie. Pero el descrédito de la clase política y el surgimiento de nuevos partidos con la regeneración por bandera ha obligado a formaciones como el PP a dejar caer a algunos de sus dirigentes. Y en la delicada labor de hacer dimitir a los suyos ha vuelto a ganar peso el responsable de Organización. En el PP su labor podía ser de mero enviado de la cúspide. O tener un estilo personal que, en el caso de su vicesecretario de Organización, Fernando Martínez-Maíllo, le ha hecho ganarse el respeto de los territorios donde ha tenido que apagar algún fuego. “En Andalucía se le aprecia”, “en Baleares se tiene un muy buen concepto” o “en Valencia le están muy agradecidos”, así ven allí a uno de los cuatro nuevos vicesecretarios que nombró Mariano Rajoy en 2015 para dar un nuevo impulso al PP. Sustituyó a Carlos Floriano y también una época de desconexión entre Madrid y las organizaciones territoriales. Superados los 40, Martínez- Maíllo no daba con la imagen de treintañero de Pablo Casado o Andrea Levy, pero con 13 años a sus espaldas como presidente de la Diputación de Zamora, aportaba un conocimiento del PP que sus compañeros saben apreciar. No solo fuera de Madrid. En la dirección nacional se le ve “como un buen bombero”, que “no levanta la voz pero cuando tiene que actuar, actúa”. Mientras a otros dirigentes el PP les encarga lanzar advertencias y recomendaciones públicas, él trabaja entre bambalinas con un estilo que une, según sus compañeros, respeto, “mucho sentido común” y empatía incluso con los defenestrados. Sin “una palabra altisonante”.

La baja de Rita Barberá del PP ha sido el último episodio. Por ser quien era, la secretaria general, María Dolores de Cospedal, lo gestionó directamente. Sin embargo, los viajes de Martínez-Maíllo a Valencia han sido frecuentes. Fue el enviado de Mariano Rajoy para apaciguar el partido cuando, tras la imputación por el caso Taula de casi todos los concejales, se les conminó a dimitir y se montó una gestora. “No era un momento fácil para venir”, dicen en el PP valenciano. “Cuando hay que inaugurar cosas está bien ir, pero cuando hay que lidiar con este tipo de marrones no todo el mundo está dispuesto”.

También gestionó, esta vez junto al PP andaluz, la dimisión del exalcalde de Granada José Torres Hurtado, que tras ser vinculado a otra trama corrupta, aseguró en rueda de prensa que no se iba. Días después, Madrid mediante, reculó, dimitió y recibió, esta vez en público, buenas palabras de Martínez-Maíllo, que le agradeció su “gran generosidad”. Otro pulso fue el del expresidente del PP de Palma José María Rodríguez, ligado a una red de corrupción policial. Tras días de resistencia, Madrid le obligó a dimitir y Martínez- Maíllo aterrizó en Palma para montar la gestora. “Es muy sensato, con mucho sentido común y muy calmado”, dicen allí.

Martínez Maíllo sigue siendo alcalde de Casaseca de Chanas, de 381 habitantes, en Zamora, la provincia a partir de la que labró su influencia en el PP castellano-leonés, formando un tándem con Alfonso Fernández Mañueco, alcalde de Salamanca y presidente del Comité de Derechos y Garantías del PP. Menos cercana es Rosa Valdeón, la vicepresidenta de la Junta de Castilla y León que dimitió al dar positivo en un test de alcoholemia tras un accidente de tráfico. A Valdeón, la primera en el PP en criticar la candidatura de José Manuel Soria para el Banco Mundial, se le pidió desde Zamora que también dejara su escaño. En Castilla y León no conocen el papel que Maíllo tuvo en este caso, pero recuerdan su especial “habilidad” para resolver problemas.

El PP espera que se forme Gobierno para celebrar un congreso nacional que, si Rajoy sigue en Moncloa, se espera “tranquilo” y “sin grandes cambios” y contará con Martínez-Maíllo, quizá, en la única plaza que se cree que puede quedar vacante, la secretaría general.  

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