Marruecos se pone las pilas

04 / 12 / 2017 Fernando Rueda
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Rabat pone en marcha dos satélites espía y recorta la distancia que tenía con la inteligencia española.

Militares españoles en el islote de Perejil en 2002, tras la ocupación marroquí. Foto: MEHDI FEDOUACH/Getty

Preocupación en Argelia, en el Sáhara y... en España. Los tres coinciden en que Marruecos, el número uno de su lista de potenciales enemigos –con una graduación de amenaza distinta en casa caso– dio el pasado 8 de noviembre un enorme paso para aumentar sus capacidades en caso de un conflicto militar. El satélite espía Morocan Eo Sat 1, que en unos meses estará acompañado por un hermano de similares características, tiene unas demostradas capacidades para vigilar el espacio aéreo de los tres territorios, capacidades que sin duda utilizará para fotografiar las instalaciones de sus fuerzas armadas y los movimientos de tropas que se puedan producir en determinadas ocasiones.

Este avance militar marroquí, estimado en un coste de 500 millones de euros, supone que su gran aliado francés le ha permitido quedar en aplastante superioridad respecto al Frente Polisario, en notoria superioridad estratégica frente al Ejército argelino y acortar la distancia militar que España le llevaba. Unido a la creciente inversión marroquí en programas militares aéreos y navales, cada vez es más corta la distancia que separa al reino alauí de España.

Resulta llamativo que el suministrador de satélites para Marruecos sea Francia, el mismo país que fabricó dos en los que España tiene una muy pequeña participación. La misma Francia que en julio de 2002 protagonizó un hecho que dejó patente al Gobierno español, entonces presidido por José María Aznar, la necesidad de apostar por disponer de satélites propios. Soldados de Marruecos ocuparon la isla de Perejil y quedó claro que cuando se depende de otros países para recibir la información de sus satélites, por muy aliados que sean, pueden negártela alegando sus propios intereses estratégicos. Y en Marruecos, las necesidades españolas estaban enfrentadas a las de Francia.

A principios de este siglo, Marruecos seguía siendo el Estado cuya amenaza era más alta para la seguridad nacional, aunque se seguía viendo como muy improbable estratégicamente que hubiera una guerra entre los dos países. Para impedirla, la postura española era la disuasión: disponer de una aplastante superioridad militar que, ante conflictos puntuales, imposibilitara que el reino de Mohamed VI llegara siquiera a pensar en el uso de la fuerza.

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