Los políticos prefieren el colegio privado para sus hijos

24 / 09 / 2010 0:00 ANTONIO RODRÍGUEZ [email protected]
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La vuelta al cole viene marcada por unos preocupantes datos sobre el estado de la educación pública en España. Mientras tanto, los políticos más conocidos llevan a sus vástagos a centros elitistas que destacan por la enseñanza bilingüe.

Cada año aprueban las cuentas de la educación pública en el Congreso de los Diputados o en los parlamentos regionales en los que representan a los ciudadanos, pero pocos eligen un colegio que no sea privado para sus hijos. La realidad es que los políticos dan la espalda a la enseñanza pública, aunque a muchos les sea incómodo admitirlo.

La principal excepción a la regla es la del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, quien desde que se trasladó a Madrid en 2000 tras su victoria en el congreso extraordinario del PSOE ha inscrito siempre a sus hijas, Laura y Alba, en centros públicos. Primero en el colegio San Miguel de las Rozas (Madrid) y desde hace unos años en el instituto de secundaria San Isidoro de Sevilla, en el distrito madrileño de Moncloa y, por tanto, próximo a la residencia presidencial.

Luego están la mayoría de los dirigentes políticos, que se decantan por los centros bilingües y de pago. Es el caso de los populares Mariano Rajoy y Francisco Álvarez Cascos o del socialista José Blanco, que están en las antípodas en cuanto a pensamiento político pero que coinciden en llevar a sus hijos al Instituto Británico, uno de los más elitistas de Madrid. Algo parecido les ocurre a los catalanes José Montilla (PSC) y Artur Mas (CiU), que han inscrito a sus vástagos en el Colegio Alemán de Esplugas del Llobregat y en el Liceo Francés de Barcelona, respectivamente. La elección de Montilla levantó cierta polvareda el año pasado cuando se supo que dos de sus trillizos aprendían alemán, inglés, español... y sólo una hora de catalán a la semana, después de que el tripartito hubiese impulsado la ley de Educación en Cataluña, que impone el catalán como lengua vehicular en la enseñanza de esta comunidad autónoma.

Todo este asunto vino a raíz de una biografía de Montilla presentada por su esposa, Anna Hernández, en la que ella se mostró muy contenta por la elección del Colegio Alemán. “Los niños saldrán de allí dominando perfectamente el alemán y el inglés. Es una maravilla. Sólo por saber el alemán ya encontrarán trabajo. Es como tener una carrera”, aseguró Hernández antes de admitir que sus hijos escribían el catalán con muchas faltas. “Hacen poco catalán, esta es la verdad. Una hora a la semana es poquísimo, pero ya lo arreglaré más adelante”, justificó.

Por su parte, Mas ha elegido para sus hijos el mismo centro en el que estudió de pequeño, algo que ya hicieron en el pasado la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre, o el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, aunque éstos en el Liceo Francés de Madrid. Resulta curioso que haya una mayoría de ministras del Ejecutivo que no han sido madres (caso de María Teresa Fernández de la Vega, Trinidad Jiménez, Elena Espinosa y Bibiana Aído), una lista de la que salió Carme Chacón al inicio de esta legislatura después de tener a su hijo Miquel, al que lleva a la guardería que el Congreso abrió para los hijos de los diputados.

Varapalo de la OCDE.

La vuelta al cole de este año en España ha venido marcada por unos desalentadores datos que no hacen sino certificar el preocupante estado de la educación. El último informe elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha vuelto a sacar los colores a nuestro país en varias facetas educativas. Casi la mitad de los españoles de entre 25 y 64 años (el 49%) no tiene una formación básica, lejos de un país de nuestro entorno como Grecia (36%) y a años luz de Alemania (15%).

Si bien más del 80% de los alumnos de entre 15 y 19 años continúan sus estudios post-obligatorios, sólo un 22% los acaba completando, frente al 44% de la media de la OCDE. Más sonrojantes son los datos de que España es el segundo país de la UE con mayor porcentaje de jóvenes de entre 20 y 24 años (19,4%) que ni estudian ni trabajan, y el hecho de que nuestro país siga estando diez puntos por debajo de la media europea (73% frente al 83%) en el número de jóvenes que alcanzan la educación secundaria. Además, el informe de la OCDE subraya las diferencias en el gasto público en educación: España continúa lejos de la media de la UE (5,11% del PIB frente a un 6,2%), una brecha que se va ampliando cada año.

Respecto a la Formación Profesional (FP), el punto débil del sistema educativo español, las comparaciones son poco menos que odiosas. El número de titulados (38%) es menor que el de la OCDE (44%) y el de la UE (52%), lo que hace que muchos universitarios se lancen a este nicho de trabajo en épocas de vacas flacas como la actual. La consecuencia de ello es que el índice de población española con un empleo por debajo de su formación ha alcanzado el 44%, todo un lastre para el mercado laboral.

Falta de plazas en la FP.

Lo más problemático, según los expertos, es que cada año unos 40.000 alumnos se quedan sin hacer el ciclo medio de la FP por falta de plazas, una deficiencia que hay que atribuir a los entes autonómicos por no disponer de un mapa sobre las cualificaciones profesionales que necesita el tejido industrial de cada región, lo que provoca que el Ministerio de Educación no termine por redactar un nuevo catálogo de títulos de FP.

El dato bueno es que el esfuerzo inversor de los últimos años ha conseguido que en este último las matriculaciones hayan aumentado en más de 10.000, hasta alcanzar la cifra de 281.787 alumnos en este curso. Pero esos 40.000 jóvenes que cada año no consiguen en primera opción la plaza que desean al final acaban abandonando los estudios en la mayoría de los casos por falta de interés y tras dejar atrás el instituto a duras penas.

Con este panorama, no es de extrañar que en el ranking de las mejores universidades del mundo la primera española (la de Barcelona) se sitúe en el puesto 148 de una tabla que encabezan los centros anglosajones de Cambridge (Inglaterra), Harvard (Estados Unidos), Yale (Estados Unidos), el University College de Londres (Inglaterra), el instituto tecnológico de Massachussets (Estados Unidos) y Oxford (Inglaterra), según un informe publicado en la web www.topuniversities.com fruto de una encuesta a más de 15.000 académicos de todo el mundo.

Entre las 500 mejores universidades del mundo hay diez españolas (dos más que en 2009), aunque alejadas de los puestos de honor: la Autónoma de Barcelona ocupa el puesto 173; la Autónoma de Madrid, el 213; la Complutense de Madrid, el 269; y la Pompeu Fabra de Barcelona, el 336. Todo un síntoma de cómo está la educación española.

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