Los cubanos que predijeron el magnicidio de J. Fitzgerald Kennedy

23 / 11 / 2017 Antonio Rodríguez
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La CIA investigó en España a dos exiliados cubanos que hablaron del asesinato del presidente de Estados Unidos unas horas antes del atentado en Dallas.

Rosendo Canto en una reunión de Acción Cubana. Foto: Robert Gauthie/Getty

La reciente desclasificación, por orden de Donald Trump, de 2.891 documentos relacionados con el asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy incluye una de las investigaciones más curiosas en torno al magnicidio: la posibilidad de que figuras prominentes del exilio cubano en España supieran por anticipado lo que iba a ocurrir en Dallas aquel 22 de noviembre de 1963.

En los archivos que han visto la luz ahora hay seis documentos que fueron redactados por los agentes de la CIA en España, cuyas oficinas en la capital se encontraban cerca de la plaza de Cuzco. Los telegramas ya habían sido publicados en los años noventa, pero con partes censuradas, así que han sido estos espacios en blanco los que han salido ahora a la luz.

Los documentos más relevantes atañen a las pesquisas que hizo un agente, que utiliza el alias de Growery, tras un soplo de una confidente, Amparo Godínez, la propietaria del bar Marquesa de Cuba. La información suministrada por esta persona quedó resumida de la siguiente forma: “En la mañana del 22 de noviembre, la dueña del bar Marquesa de Cuba de Madrid oyó a un antiguo periodista cubano decir a un tal Canto que había recibido una carta exponiendo que Kennedy iba a ser asesinado ese día”. Al presidente asesinado se le cita con el nombre en clave de Gpideal en el documento secreto ahora desclasificado (bajo estas líneas).

¿Quiénes eran los depositarios de esa información tan relevante? El que supuestamente había recibido la carta era Gastón Baquero y al que se lo contaba en la barra del bar era Rosendo Canto Hernández. Ambos eran dos conocidos periodistas cubanos que se habían instalado en Madrid tras el triunfo de la revolución castrista.

El primero se convirtió con el paso del tiempo en uno de los escritores y poetas más reconocidos fuera de la Cuba castrista. En cuanto al local, el bar Marquesa de Cuba, no existe en la actualidad y tampoco hay referencias suyas en Internet. Sí han existido varios lugares en Madrid con el nombre de La reina de Cuba, pero cuesta creer que la CIA se equivocase en un elemento tan importante de esta historia. De ahí que Marquesa de Cuba o bien tuvo una existencia efímera, o bien se trata del nombre en clave de otro local.

Cuatro días después del magnicidio, el agente de la CIA se reunió con Baquero para preguntarle por su cita con Canto el fatídico día del magnicidio y el contenido de la supuesta misiva, pero Baquero negó haber recibido un “comentario o rumor” de ese tipo, así como la carta que vaticinaba el asesinato de Kennedy. De ser así, le dijo al espía norteamericano, se la habría entregado gustosamente. 

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Documento desclasificado por la CIA sobre su investigación en España. Foto: Robert Gauthie/Getty

Después del magnicidio

En otro telegrama a Washington se amplió la información facilitada por Baquero, quien admitió que se había visto con Canto y otros dos exiliados cubanos –Alberto Salas Amaro y José Miguel Chelala López– ese día en el citado bar... pero cuando el magnicidio ya se había producido. El camarero fue el que les dio la noticia del asesinato de Kennedy. Salas Amaro llamó a su esposa desde un teléfono público para que se lo confirmase y el grupo fue a continuación a las oficinas de la agencia UPI para leer el teletipo con el anuncio de la muerte del presidente de EEUU. Los cuatro exiliados regresaron al Marquesa de Cuba y ahí se encontraron con la dueña del bar. “Gastón Baquero rechazó la invitación para beber y les dejó allí casi inmediatamente. Fue el único momento en el que vio a Godínez en ese día. No se la encontró en la mañana del 22 de noviembre”, se hace hincapié en el documento desclasificado. Además, el agente subraya: “Baquero dice que no ha recibido ningún comentario, verbal o escrito, ni tampoco rumor alguno sobre que el presidente Kennedy pudiera ser asesinado y que cualquier acusación al respecto que haya hecho alguien contra él es completamente absurda y absolutamente falsa”. Por último, el periodista exiliado le confesó al agente que Canto Hernández, editor de Acción Cubana, era conocido por su “antiamericanismo” y fue el único del grupo “que expresó satisfacción tras conocerse la muerte del presidente Kennedy”.

La inteligencia estadounidense omitió en su desclasificación de los años noventa del pasado siglo la identidad de Gastón Baquero porque aún vivía en su domicilio de Madrid, donde los libros se apilaban de forma caótica en su despacho. Nacido en Banes, el mismo pueblo de la provincia de Oriente de la que era oriundo el dictador Fulgencio Batista, este escritor conservador y anticastrista tuvo que sufrir previamente una especie de exilio interior en su isla por su condición de mulato y homosexual. Coincidiendo con el centenario de su nacimiento, la Fundación Banco Santander editó en 2014 Fabulaciones en prosa, un volumen que recoge los principales ensayos del poeta, algunos de ellos inéditos.

Contrario a la revolución castrista, Baquero huyó de su país gracias a que fue escoltado por tres embajadores hasta el aeropuerto de La Habana, donde tomó un vuelo con rumbo a Madrid. El régimen de Franco lo acogió y le proporcionó empleo. Gracias a ello, trabajó en el Instituto de Cultura Hispánica, en la Escuela de Periodismo y en Radio Exterior de España. Al mismo tiempo, escribió ensayos y artículos literarios para varias publicaciones, principalmente la revista Mundo Hispánico. En 1988 fue candidato al premio Príncipe de Asturias de las Letras, y en 1992, finalista del Nacional de Literatura en la modalidad de Poesía por su obra Poemas invisibles. El exilio convirtió a este personaje gris y aislado, que falleció en 1997, en una figura ignorada por sus contemporáneos españoles y borrada por el Gobierno de los hermanos Castro de la historia intelectual cubana. 

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 El poeta Gastón Baquero en su domicilio en 1994

Propuesto para el Nobel de la Paz

Canto Hernández, por su parte, tuvo una vida digna de película. Además de periodista fue diplomático y estando de embajador en Taiwán bajo el régimen de Batista le sobrevino la revolución cubana. Exiliado en Madrid gracias a que su esposa era española, fundó el primer periódico anticastrista –el citado Acción Cubana–, pero luego viajó en numerosas ocasiones a La Habana para promover la reconciliación en su país. Gracias a ello consiguió la liberación de cientos de presos políticos y de conciencia, por lo que fue propuesto en varias ocasiones para el premio Nobel de la Paz por universidades españolas, estadounidenses y mexicanas. Falleció en Madrid en 2011 y posiblemente supo que su nombre salía en los papeles de JFK, ya que su identidad no se ocultó.

Opositor cubano

¿Menoyo llevó armas y explosivos a Asturias?

Uno de los pocos documentos desclasificados en su totalidad por la CIA afecta a Eloy Gutiérrez Menoyo, el conocido opositor que purgó 22 años de cárcel en Cuba por alzarse contra Fidel Castro, hasta que Felipe González logró su liberación. Durante la revolución fue uno de los comandantes que la dirigieron, pero a finales de 1960 huyó a Estados Unidos ante la deriva comunista en la isla. A Menoyo lo apodaban en Cuba el Gallego por su origen español, ya que había nacido en Madrid en 1934, hijo de una familia de republicanos que emigró a Cuba tras la Segunda Guerra Mundial. 

Menoyo rechazó participar en la invasión de Bahía de Cochinos por estar organizada por la CIA. Sin embargo, después dirigió Alfa 66, el grupo anticastrista que más atentados y sabotajes realizó en la isla. En diciembre de 1964 desembarcó armado hasta los dientes por la zona de Baracoa y después de un mes fue capturado. 

Precisamente, un informante de la CIA, el capellán católico del penal de La Cabana, relató que Jesús Carreras, otro comandante de la revolución caído en desgracia, le confesó antes de ser fusilado que Menoyo “había transportado seis toneladas de armas y explosivos a España en algún momento de 1960”. Este cargamento fue escondido en “cuevas y tumbas de las montañas de Asturias”, la región de la que era oriunda su familia. Para ello se valió de la ayuda de Antonio Sanz, un español que había pasado varios meses detenido en Cuba por intentar asesinar al embajador ruso en la isla, pero en el mismo informe se advertía que otro informante había ayudado a esconder las armas de Menoyo “en diferentes países de América Central”.

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Arriba, Eloy Gutiérrez Menoyo en su casa de La Habana. Abajo, el documento desclasificado. Foto: NIURKA BARROSO/Getty

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