Los aprendices de Trump en Twitter

14 / 02 / 2017 Clara Pinar
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Rajoy no escribe ni los tuits que firma “MR”, Errejón aprovechó la cobra de Bisbal a Chenoa y Rufián no tuitea sin consultar. Los políticos españoles, a años luz del estadounidense.

En menos de un mes como presidente de Estados Unidos, Donald Trump ha amenazado con impuestos a las multinacionales que abran fábricas en México; atacado a medios de comunicación y a manifestantes; menospreciado a la jueza que invalidó su decreto para impedir la entrada de inmigrantes, o se ha referido en términos nada diplomáticos a México, Irán o la UE. Además del tono, la novedad Trump se llama Twitter, donde, a golpe de 140 caracteres, advierte, reprende o desprecia a políticos y ciudadanos dentro y fuera de casa. Frente a lo que muchos preveían, Trump (24 ,1 millones de seguidores) no ha variado su discurso tras las elecciones y tampoco ha abandonado su canal favorito. “Su estrategia pasa por hacer cualquier tipo de comunicación con el mundo a través de Twitter, sea un anuncio, una opinión, comunicarse con empresas o decirle al presidente de México que no está dispuesto a pagar el muro”, explica José Vicente Pérez, director del máster de Periodismo y Comunicación Digital de la escuela de negocios EAE. Aunque sin tener que imitar, cree que la incontinencia tuitera de Trump tendrá efectos en el uso de otros políticos de esta red social. “Es pronto para saber cómo, pero va a afectar, en la medida en que es el presidente de EEUU quien tuitea”.

Hasta que veamos estas secuelas, ¿cómo utilizan Twitter los políticos españoles? A tenor de sus tuits, la primera respuesta es que su campo de batalla se centra en ellos mismos, o más bien, en sus adversarios. La otra línea dominante es que sirve para difundir su trabajo y línea política sobre los temas de actualidad. Para los políticos españoles –o para sus asesores en muchos casos– Twitter y otras redes sociales se ven como una oportunidad para llamar la atención de los ciudadanos y estar más atentos a sus demandas. Sin embargo, como en otros ámbitos de la política, no es oro todo lo que reluce ni todo tan espontáneo como escribir 140 caracteres. El patio político de Twitter en España está lleno de asesores de comunicación digital capaces de suplantar a sus asesorados para escribir tuits como si fueran ellos mismos; sesudos dirigentes que saben que su mayor éxito está en hablar de la cobra de David Bisbal a Chenoa o políticos que, frente a la imagen que proyectan, no escriben un carácter sin consultar con el partido.

Tienen en común estar muy pendientes de lo se dice de ellos y del impacto de sus tuits. Una reacción adversa puede sacar la vena sensible de hasta el más curtido de los políticos. Sobre todo al principio, no era raro que el portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando (24.600 seguidores), se doliera por lo que le llamaban. “Al principio se desesperaba”, cuenta un colaborador, que tuvo que advertirle de que Twitter “es la selva”.

Curiosamente, prácticamente nadie recuerda tuits que mejor no haber escrito, a pesar de que las enganchadas entre unos y otros son constantes. Cuando no es entre ellos, todos tienen claro qué hacer con los trolls, tuiteros que buscan el insulto o la polémica gratuita. Por norma general, se les ignora, en lugar de bloquearlos, algo que muchas veces es visto como un trofeo para el incordiante. “No los bloqueo ni los insulto. Solo las amenazas de muerte”, dice el portavoz de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) en el Congreso, Gabriel Rufián (155.000 seguidores).

Líder

Según el índice Twitplomacy, el presidente del Gobierno se situó el año pasado en el puesto 33 de los líderes mundiales más influyentes, que encabezó Barack Obama. Mariano Rajoy superó a los entonces vicepresidente estadounidense, John Biden, y primer ministro de Italia, Matteo Renzi. Sin embargo, su implicación personal dista bastante de su posición mundial. Como otros políticos, Rajoy distingue entre los tuits que escribe su equipo y los que terminan con la firma “MR”, Mariano Rajoy, que se supone que escribe él. No es exactamente así. En La Moncloa trabaja un equipo, formado por funcionarios y donde los cargos de confianza son una rareza, que se encarga de llevar las cuentas de Rajoy y de Presidencia del Gobierno. Suyos son los tuits de reuniones, acuerdos, intervenciones o difusión de la actividad de sus ministros que abundan en su cuenta. También, apuntan fuentes del PP, son quienes escriben los firmados “MR”. Lo que pasa en estos casos es que el tuit se escribe por petición expresa del presidente. Firmados como “MR” hay mensajes de pésame, de condena frente a ataques y desastres de todo tipo y algo que interesa especialmente al presidente, los triunfos de los deportistas españoles en competiciones internacionales.

Coincidiendo con la llegada de Trump a la Casa Blanca, el Gobierno “se ha puesto las pilas” en los últimos meses para que sus ministros tengan cuenta en esta red social, de manera que se ha revertido la tendencia. En 2011 –el año en el que Rajoy se unió a la red social del pajarito– la tendencia era que los ministros recién nombrados dejaran de utilizar Twitter. Así ocurrió, por ejemplo, con los extitulares de Educación y Fomento, José Ignacio Wert (34.800 seguidores y sin actividad desde julio de 2012) y Ana Pastor (45.6000 seguidores), que en diciembre 2011 dejó suspendida su cuenta hasta mucho tiempo después con un “Feliz Navidad”. Ahora es al revés, los ministros tienen cuentas, que llevan sus equipos.

No todos los políticos del PP relegan sus deberes tuiteros. Para José Vicente Pérez, algunos de los que mejor lo hacen son Borja Sémper (23.200 seguidores) o Andrea Levy (42.000). Destaca que lo utilizan no solo para cuestiones políticas, sino también para compartir aficiones como la fotografía, en el caso del vasco, o la literatura, en el de la catalana. Se agradece “que no solo utilicen la plataforma para lanzar mensajes políticos”.

En el PSOE destaca Eduardo Madina (143.000 seguidores). Quien tampoco depende de asesores es Javier Maroto (27.900 seguidores), vicesecretario sectorial del PP y tuitero desde que era alcalde de Vitoria. Él lleva su cuenta. “Eso se nota”, asegura el político popular en algo en que le da la razón Pérez, que admite que los políticos no parecen siempre auténticos. “Sobre todo se nota porque lo utilizan en momentos puntuales” como campañas electorales o internas. Al contrario, solo a políticos que tuitean asiduamente como Maroto les ocurren historias como la del mejor tuit que recuerda. “Uno buenísimo”, que se escribió solo. Metió el móvil en el bolsillo y al contacto con las llaves fue tuiteando caracteres incomprensibles pero que tuvieron su eco, el de mucha gente que retuiteó o contestó intentando interpretar.

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