Los 2.000 de la CUP en Cataluña

09 / 12 / 2015 Clara Pinar
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La investidura del presidente de la Generalitat y el proceso de independencia están en manos de los 2.000 militantes de la CUP, llamados a refrendar el acuerdo que cierren sus negociadores con Junts Pel Sí. Una asamblea dividida en dos almas y en distintos grados de aversión a Artur Mas

Los militantes de la CUP se reunieron a finales de noviembre en Manresa en una jornada nacional de debate.

El futuro de Artur Mas como presidente de la Generalitat y el alcance del proceso soberanista en Cataluña no lo decidieron el 27 de septiembre las más de cinco millones de personas censadas para votar. Tampoco las 336.375 que metieron en la urna la papeleta de la CUP, que logró unos históricos diez diputados en el Parlament. El futuro de Cataluña está en manos de muchas menos personas, en concreto de los 1.700 militantes de la Candidatura de Unidad Popular (CUP) más varios cientos de militantes en organizaciones asociadas. Un total de 2.000 personas, según la formación independentista. Solo ellas tendrán voz, y sobre todo voto, en la Asamblea Nacional extraordinaria del 27 de diciembre para refrendar o rechazar el acuerdo que alcancen sus negociadores con Junts Pel Sí (JxS), que, de momento, insiste en proponer a Artur Mas como único candidato a la presidencia de la Generalitat.

¿Cuál es el motivo de que de tan pocas personas dependan decisiones tan importantes? La respuesta más simple es que sus diez diputados en el Parlament son esenciales para sumar con los 62 de JxS la mayoría suficiente para formar Gobierno. Más en profundidad, la fuerza de los 2.000 militantes de la CUP radica en la naturaleza de una organización puramente asamblearia, donde las decisiones se toman por mayoría simple y donde sus representantes públicos son uno más. Sus concejales no permanecen en el cargo más de dos legislaturas. Sus diputados, como mucho cuatro años. Quizá por eso una presidencia rotatoria de la Generalitat no les parece una opción tan ajena. Ellos lo hacen cada una o dos legislaturas, un método para evitar convertirse en un “partido convencional”.

Votantes valencianos. De momento, los cuperos no temen que esto suceda. El hecho de que David Fernández, el diputado de la pasada legislatura que puso cara a la CUP, diera también un paso atrás para que otros compañeros fueran candidatos en 2015 se ve como una buena señal. También, que la CUP siga funcionando desde las bases hacia arriba. El voto de cada militante vale lo mismo, hasta el punto de que los cuperos del País Valencià –el territorio valenciano que, según ellos, también es parte de los Països Catalans– también votarán en la asamblea del 27 de diciembre. Llegarán desde la Comunidad Valenciana para aceptar o rechazar quién será el presidente de la Generalitat de Cataluña.

Para cuando el ritmo asambleario es demasiado lento, la CUP también tiene mecanismos. Uno de los tres diputados en la pasada legislatura, Quim Arrufat, admitía que en ocasiones no era posible someter a la Asamblea las distintas decisiones que tenían que votar. Para evitar la parálisis, la Asamblea Nacional de la CUP, que se celebra una vez al año, hace balance de las decisiones políticas que hacen sus representantes públicos. Si alguna de ellas genera incomodidad en algún sector, por pequeño que sea, se somete a votación. “Si es aprobada, fenómeno y, si no, pues se cambia, sin más”, explica un miembro del Consejo Político, formado por los representantes de las asambleas territoriales y locales, que se reúne una vez al mes.

La fuerza de la Asamblea que volverá a reunirse el 27 de diciembre se vio en 2007, cuando decidió por solo dos votos de diferencia que la CUP no se presentara a las elecciones autonómicas de 2010. Ahora no prevé cambiar el sistema de mayoría, ir hacia una mayoría cualificada que evitase resultados tan ajustados, aunque en la formación cuentan con que haya mucho más consenso que en 2007. Entonces ganó la opción que defendían los que consideraban que la formación aún no tenía músculo suficiente como para dar el salto desde su terreno original, el municipal, hasta el Parlamento de Cataluña. Se acordó también seguir estudiando las posibilidades para la siguiente convocatoria, que llegaron en 2012.

Ese año la CUP entraba por primera vez en el Parlament con tres diputados y se consolidaba como el “frente electoral” de un movimiento más amplio, llamado la Izquierda Independentista Catalana, en el que conviven organizaciones como Poble Lliure (heredero del Movimiento de Defensa de la Tierra, MDT), Endavant, la Coordinadora Obrera Sindical (COS), el Sindicato de Estudiantes de los Países Catalanes (SEPC) o la organización juvenil Arran.

Según la radiografía del votante cupero que hizo el Centro de Estudios de Opinión –el CIS catalán– en noviembre de 2014, se define tan independentista –con una media de 8,35 sobre 10– como de extrema izquierda –con una puntuación media de 2,1 en una escala de 0 a 10 en la que cero es la extrema izquierda–. De todos los votantes catalanes, los cuperos son los más críticos con las instituciones y tienen como principales bestias negras al Ejército y los banqueros. La única institución que se salva a sus ojos es el Parlamento de Cataluña, según el barómetro. Son también los más fieles al partido al que votaron –el 78,3% decía que volvería a hacerlo– y los que más valoraban a su líder, el entonces portavoz en el Parlament, David Fernández, que recogía un grado de satisfacción de 7,95 sobre 10.

Encuestas aparte, las negociaciones entre la CUP y JxS para la formación de Gobierno están evidenciando que una parte de la militancia –de los 2.000 con capacidad de voto– cree que es más importante continuar con el proceso independentista, aunque eso suponga tragar con Mas, mientras que otra antepone un proyecto social y económico que no puede contar con el president en funciones. Así, los militantes de Poble Lliure, que pueden serlo o no también de la CUP, valoran más la independencia aun con “contradicciones” como aceptar a Mas, mientras que Endavant prioriza el anticapitalismo que ve en el líder de Convergència uno de sus enemigos. Las dos organizaciones tienen un diputado entre los diez de la CUP: Albert Botrán milita en Poble Lliure y Anna Gabriel, en Endavant. El resto son independientes elegidos, como Botrán y Gabriel, por la militancia en unas primarias abiertas y con listas desbloqueadas en las que, eso sí, la dirección propuso una lista plancha con los cinco primeros puestos. Podrían haberla rechazado, pero los militantes la aceptaron.

Mas como mal menor. “En estos momentos, el objetivo fundamental se sitúa entre el conjunto de las clases populares de Cataluña y la cúpula del Estado español. Nosotros apostamos por la desconexión y la aplicación de un plan de ruta que nos lleve lo antes posible a un proceso de independencia”, explica Antonio Infante, uno de los portavoces de Poble Lliure, que admite que, en el debate entre Mas sí, Mas no, la posición de su organización es la menos radical en contra del president. “Es absolutamente entendible que no se quiera estar al lado de Artur Mas. Lo entendemos pero nosotros no pedimos que se vaya fuera, al contrario, creemos que tiene elementos positivos, pero pensamos que el proceso es algo mucho más colectivo”.

Y, ¿qué elementos positivos encarna Artur Mas? “Podría dar un paso al lado, no digo fuera, sino al lado, y acompañar el proceso desde algún puesto de mucha importancia. Valoramos positivamente los gestos que ha hecho en los últimos años de enfrentamiento con el Estado español pero también somos conscientes de los intereses sociales y económicos que representa y las políticas que ha aplicado”, añade Infante, uno de los 2.000 militantes que votará a favor o en contra del acuerdo el 27 de diciembre.

También lo harán miembros de Endavant o de Arran, los jóvenes que la semana pasada iniciaron una campaña bajo el lema “Hasta nunca, Mas”. Y militantes locales como Xavier Pellicer, perteneciente a la Crida de Sabadell, la plataforma en la que la CUP se integra a nivel municipal con otros movimientos sociales de izquierda y que, al estilo de otras plataformas ciudadanas en otros lugares de España, ha conseguido cambios políticos difíciles de creer hace años. En Sabadell, la CUP apoya el Gobierno municipal de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) junto a otra candidatura de izquierdas, Unitat Pel Canvi. “Ha tumbado a Gobiernos que llevaban 16 años con el Partido de los Socialistas de Cataluña y ha sumado una coalición alternativa dejando a un partido como Convergència fuera”, explica Pellicer. Candidaturas como la de Sabadell, añade, forman parte de “un sector de organizaciones rupturistas, transformadoras que van un poco más allá de la opción independentista y no ven con buenos ojos a Mas porque su trabajo social ha estado chocando con él mucho”. Estos militantes, por tanto, tienen mucho más difícil apoyar un acuerdo entre la CUP y JxS que mantenga a Mas como president.

Crecimiento sostenido. Antes de que sus 10 diputados fueran decisivos para el Gobierno catalán, la CUP llevaba años siendo fuerte en lugares como Sabadell. Su campo era el municipal, un flanco que se decidió impulsar en el 2000, en una asamblea celebrada en Manresa, su cuna. A partir de entonces, las candidaturas de unidad popular, las CUP aún en plural, empezaron a crecer por Cataluña. Primero en municipios pequeños y medianos. En 2003 obtuvo 10 concejales en seis localidades y otros cinco dentro de otras tantas plataformas electorales. En 2007 presentó 50 candidaturas y obtuvo 20 concejales; en 2011, 101 concejales; y en mayo de 2015 estalló con 372 concejales por toda Cataluña y presencia en los ayuntamientos de las cuatro capitales. El 27-S subía un peldaño más y sus 10 diputados se convertían en la llave de la gobernabilidad en Cataluña y de su proceso de independencia de España.

Militantes como Infante y Pellicer acudieron hace unos días a Manresa para escuchar por boca, entre otros, de los parlamentarios Antonio Baños y Anna Gabriel cómo marchan las negociaciones. Como el resto de los más de 1.200 militantes allí reunidos, recogieron sus acreditaciones y se sentaron en las gradas del pabellón del equipo de baloncesto de Manresa, inaugurado en 1992 por Jordi Pujol. Los negociadores les mostraron varios power points sobre el estado de las negociaciones, incluidas las opciones alternativas ofrecidas para elegir al próximo presidente de la Generalitat y neutralizar a Mas: un presidente de consenso, una presidencia coral, una presidencia rotatoria y copresidencias. Después habló la militancia. Barcelona, Baix Llobregat, Penedés, Catalunya Central, Terres del’Ebre, Ponent... uno a uno, se fueron acercando al micrófono representantes de las distintas comarcas catalanas para exponer unas opiniones que basculaban entre quienes veían “imposible un acuerdo con Convergència” y quienes pedían que la discusión no quedara solo en “Mas sí, Mas no”.

Las malas lenguas apuntan que la convocatoria del encuentro, meramente informativo, fue impulsada desde el sector más contrario a Mas, que deseaba un pronunciamiento claro en contra del president al temer que los negociadores estén flaqueando en este aspecto. Ese día, la disyuntiva se resolvió en una votación orientativa, que en principio no estaba prevista y cuyos resultados se filtraron, según la propia CUP, de manera interesada.

Opción ganadora y opción oficial. “La ruptura, un plan de choque y proceso constituyente con una presidencia alternativa a Mas” ganó con el voto de 823 de los 1.254 militantes congregados, a mucha distancia de otras que proponían investir a Mas con condiciones, pactar con la candidatura de Podemos un candidato alternativo o ir a unas nuevas elecciones. La opción ganadora, que varios militantes admiten que es el ideal porque supone incluir todos los “matices” que ahora mismo están en juego dentro de la CUP, no es la oficial. Al día siguiente, fuentes oficiales de la formación decían “no reconocer” el resultado de una consulta que, en todo caso, sí marca el camino a seguir a los negociadores. “Aún puede pasar de todo, los escenarios siguen abiertos”, precisaba la CUP desde Barcelona.

La próxima parada, definitiva, será la votación del 27 de diciembre. Los 2.000 militantes llamados a ella no tendrán cuatro opciones ni podrán elegir varias a la vez. Solo podrán responder “sí” o “no” al acuerdo que la CUP y Junts Pel Sí hayan fraguado en el Parlamento de Cataluña. Y, como asumen en la formación independentista, “puede pasar de todo”.

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