Las desapariciones más inexplicables

05 / 04 / 2017 Antonio Rodríguez
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Cada día desaparecen tres o cuatro personas en España, pero la gran mayoría de los casos se resuelven. El foco de la Policía está en 4.614 casos aún por desentrañar, algunos de ellos bajo una losa de olvido por el tiempo transcurrido.

Labores de búsqueda del cuerpo de Marta del Castillo en el Guadalquivir, en enero de 2009. Foto: Marcelo del Pozo/Reuters

En España se denuncian cada día tres o cuatro casos de desapariciones que, por fortuna, se resuelven rápidamente casi todos ellos. Pero siempre habrá seriales dramáticos como el de la joven Diana Quer, cuya desaparición en septiembre siguió el patrón habitual para este tipo de casos tan mediáticos: unos primeros días frenéticos en cuanto a noticias, con el país entero pendiente de las pesquisas de la Policía o la Guardia Civil, y una intensidad informativa que se va diluyendo con el paso de las semanas sin caer en el olvido absoluto, pues de vez en cuando surge alguna novedad en la investigación, por endeble que sea. Luego, a medida que van pasando los años y ante la falta de pruebas que desenreden la madeja del caso, este tipo de desapariciones se quedan en una especie de limbo colectivo en el que cada uno tiene una teoría para resolverlo. ¿Quién no ha intentado desentrañar el destino de Marta del Castillo, de Yeremi Vargas o, ahora, de la citada Diana Quer? Con motivo de la celebración del Día nacional de las personas desaparecidas sin causa aparente, el pasado 9 de marzo, el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, facilitó los datos más precisos que tiene el Gobierno sobre este drama que afecta a tantas familias.

Desde 2010 se han recogido un total de 121.118 denuncias sobre desapariciones. De estos casos, solo permanecen activos 4.164, lo que supone un 3,44% de ellas. O lo que es lo mismo: 116.954 denuncias han quedado sin efecto al ser localizadas las personas. Si se analizan esos 4.164 casos, un total de 3.905 se refieren a situaciones de riesgo limitado (93,7%), porque podría haber detrás de ello un deseo voluntario de desaparecer del mapa por parte de la persona a la que se busca. Los 259 casos restantes (6,2%) son situaciones de alto riesgo y se dividen en “confirmados” (el 5,15%) y “no confirmados” (1,1%), que son aquellos casos que están todavía pendientes de admisión expresa por parte de la Policía Judicial.

Las provincias donde se ubican más denuncias activas son Cádiz (588), Barcelona (396), Madrid (293), Granada (268), Málaga (253) y Almería (214). En cuanto a las denuncias activas calificadas de alto riesgo, las provincias con mayor número de casos son Barcelona (46), Las Palmas (14), Málaga (13) y Baleares, Madrid y Murcia (12). Distribuidas por sexos, las denuncias activas corresponden en un 74,3% a hombres, un 22,4% a mujeres y un 3,1% carecen de determinación del género. Respecto a la nacionalidad, el 75,2% de las denuncias por desapariciones se refiere a ciudadanos españoles y el 24,7% restante, a extranjeros. Por edades, el sector de 36 a 50 años, con un 28,9%, es el que registra un mayor número de casos, seguido del de mayores de 65 años, con un 27,1% de los casos. La actuación policial contempla una serie de medidas en cada investigación. Si un menor está en paradero desconocido, dicha desaparición siempre se presume de alto riesgo, salvo casos excepcionales en los que sea evidente el deseo de esfumarse como fugas de centros de internamiento o de acogida de menores. 

Para los mayores de edad, se tienen en cuenta factores que pudieran sugerir el carácter forzado de la desaparición o la existencia de riesgo, como indicios de secuestro, una ausencia totalmente contradictoria con su comportamiento habitual, el que no se llegue a un destino sin explicación, que no se lleve consigo efectos personales o que se abandone un vehículo sin razón aparente. La desaparición de Quer ha estado marcada por una ausencia de pistas relevantes que puedan apuntar a su paradero o incluso a sus últimos movimientos en la noche en la que no regresó. Los cuerpos policiales siguen con sus indagaciones, pero a medida que va pasando el tiempo es más difícil atar cabos y el caso corre el riesgo de convertirse en una de las historias de desapariciones más extrañas que ha habido en España por la falta de respuestas. Antes de la joven madrileña hubo otros niños y adultos que desaparecieron sin dejar apenas rastro y que conmovieron a la sociedad española.

A pesar del paso del tiempo y del archivo judicial de las causas, los expedientes por desaparición no se cierran nunca, sino que permanecen de modo pasivo a la espera de nuevos indicios o de que un juez decida reabrir el caso. En ocasiones las familias lo consiguen tras años de reclamaciones. Otras veces, sin embargo, sus nombres permanecen en el limbo, como el caso de Francisco Román Fontalba, el primer niño desaparecido en 1977, año desde el que se realizan estadísticas de tipo oficial. En los ochenta, nuestro país fue escenario de dos de las desapariciones más enigmáticas y que han provocado mayor extrañeza ocurridas en Europa: son las de Juan Pedro Martínez Gómez, ocurrida en el alto de Somosierra; y la de David Guerrero Guevara, el conocido niño pintor de Málaga.

Otro suceso poco conocido fue la desaparición en 1988 de los hermanos Dolores e Isidro Orrit, de 17 y 6 años, del hospital Sant Joan de Deus de Manresa, donde estaba ingresado el primero. Ambos habían perdido a su padre unos meses antes y la madre, con 14 hijos a su cuidado, pidió a su hija Dolores que pasara la noche junto a su hermano, que iba a ser operado al día siguiente, dado que ella tenía que cuidar del resto de la prole. El personal del centro vio a los dos menores en la habitación después de la cena y a las seis de la mañana comprobaron que ya no estaban. Desde entonces, no ha habido noticia alguna.

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