La quimera del oro

01 / 04 / 2014 Luis Algorri
  • Valoración
  • Actualmente 0 de 5 Estrellas.
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
  • Tu valoración
  • Actualmente 0 de 5 Estrellas.
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
¡Gracias!

Un libro-entrevista al profesor Ángel Viñas, que publica B, arroja luz sobre algunos puntos oscuros de la Guerra Civil, en especial sobre el célebre oro de Moscú.

Con todo acierto aparece ahora, en el 75º aniversario del final de la guerra civil, un libro que va a levantar ampollas. Su título es 75 años después, las claves de la guerra civil española, lo publica B y se trata de una larguísima entrevista (260 páginas) que el periodista alicantino y doctor en Historia Mario Amorós, especialista en el siglo XX tanto español como latinoamericano, hace al profesor Ángel Viñas, uno de los mayores expertos que hay en el mundo sobre la historia reciente de España y singularmente sobre la guerra de 1936-1939.

El título es casi una frase hecha del periodismo, pero probablemente nunca tuvo mejor justificación que en este caso: el diálogo entre ambos protagonistas ofrece, efectivamente, las claves esenciales del conflicto. Hay información de primera mano, se habla con frecuencia de hasta dónde han llegado las investigaciones en determinados puntos oscuros (y por dónde podrán continuar) y la visión de conjunto que se ofrece es, sin la menor duda, de enorme interés.

Historiadores y manipuladores.

Pero sobre todo hay algo tan precioso como raro: la explicación del cómo se ha investigado además del qué se ha logrado. Es decir, la cuestión metodológica que separa al historiador del publicista, del propagandista, del hábil manipulador o del simple mentiroso.

Viñas lo deja claro. Todo el mundo, y también los historiadores, tienen “su corazoncito”, es decir, sus opiniones políticas. Pero el historiador, el de verdad, reúne la masa de información que puede y no descarta nada, no elige con criterios políticos previos o de preferencia personal; es decir, no permite que su ideología o sus quereres partidistas contaminen la investigación. El mentiroso, sin embargo, hace lo contrario: primero establece las conclusiones a las que quiere llegar y luego busca los datos que las apoyen. Y solo usa esos datos: nunca los que cuestionarían su tesis previa.

¿Historiador objetivo? Dice Viñas: “Siempre que he escuchado a un historiador definirse alegremente como objetivo se trata de un autor conservador o hiperconservador que pretende disimularlo”.

En el libro, uno de los ejemplos más claros de esta diferencia es el que se refiere a la sublevación de Asturias en 1934. Los pseudohistoriadores sedicentemente revisionistas, que ponen su trabajo al servicio de una ideología (la reivindicación más o menos explícita del franquismo), llevan años repitiendo que aquello fue un golpe de Estado contra la democracia y contra la propia República para instaurar el comunismo. Viñas, magníficamente preguntado por Amorós, demuestra que eso es mentira y que no siempre basta con repetir una mentira mil veces para que se convierta en verdad. Dice el historiador: “No fue más que un chispazo obrero, esencialmente local, en el marco, eso sí, de una estrategia que pretendía evitar que la CEDA (...) entrara en el Gobierno, cosa que evidentemente no logró”.

Quizá la parte más interesante del libro es aquella que se refiere al campo en el que Ángel Viñas es el primer especialista: lo que pasó con el famoso “oro de Moscú”, que la propaganda franquista usó durante décadas para acusar a los soviéticos de ladrones y exigir altisonantemente la devolución de un oro... que había sido un arma de guerra y no el objeto de un robo.

Viñas cuenta cómo España era, en 1936, el cuarto país del mundo con mayores reservas de oro, casi todo en monedas. Cómo los acuerdos de no intervención impulsados por Francia y Gran Bretaña dejaron a la República prácticamente sin recursos, tanto militares como de mera subsistencia. Cómo el ministro Juan Negrín usó aquel oro para, sencillamente, comprar armas y víveres, sin los cuales la República no habría resistido más allá del invierno de 1936. Cómo aquellas miles de cajas de oro se trasladaron, en primer lugar, a un polvorín de Murcia, y luego al único lugar verdaderamente seguro que se les ofrecía: la Unión Soviética.

“Nadie daba nada por nada”.

Cómo con aquel oro se hicieron transacciones con varios países, no solo con la URSS, y a qué precios, y qué trampas contables (o simples errores) han usado los historiadores franquistas para hablar de un robo que nunca existió... y disimular así que eran precisamente los italianos, y sobre todo los alemanes, quienes estaban estafando a Franco con el precio de sus armas y aviones. “Nadie daba nada por nada, ni entonces ni ahora”, repite Viñas, y pone ejemplos sangrantes de condiciones bochornosas en ese tipo de transacciones; por ejemplo, las de la venta de suministros bélicos de Estados Unidos a Gran Bretaña al principio de la Segunda Guerra Mundial. El famoso mito franquista del “oro de Moscú” se queda, pues, ante los números fríos y exactos, en una chaplinesca “quimera del oro”.

No es un libro para profanos, por así decir; el lector que tenga nada más que una ligera idea de qué pasó en aquellos años tendrá dificultades para procesar una información tan abundante como precisa. Pero quien sí haya leído algo sobre la Guerra Civil encontrará en estos apretados diálogos numerosas respuestas a preguntas que hoy, tres cuartos de siglo después, siguen en el aire, traídas y llevadas sobre todo por el viento interesado de quienes no hacen historia sino cuentos para ganar a convencidos ideológicos. Que no es lo mismo, por fortuna.

Grupo Zeta Nexica