La penúltima batalla del PSOE
Tras la entrega y validación de los avales, los aspirantes comienzan una campaña que se prevé a la contra, con los militantes más movilizados para frenar a los candidatos rivales que para apoyar al suyo.
Si gana Pedro Sánchez, va a destrozar el PSOE orgánicamente. Si lo hace Susana Díaz, lo va a destrozar electoralmente”. La sentencia, pronunciada hace pocos días por un histórico socialista, resume a la perfección la tragedia a la que las próximas semanas se enfrentará el PSOE. Más aún si se redondea con la respuesta automática que ambas candidaturas utilizan para torpedear la única alternativa a ambos: “Patxi López no es una opción. Votar a Patxi ahora es ponerse de perfil”.
Lo cierto es que todas ellas tienen algo de realidad. Reflejan las debilidades de cada candidato, aquellos factores que provocan miedo o desconfianza en algunos militantes, rechazo u odio cerrado en otros. El próximo día 21, cuando los militantes socialistas se acerquen a votar en las agrupaciones, pocos serán los que voten convencidos de que su candidato será capaz de unir al PSOE y liderar una remontada en las urnas. La mayoría votará para evitar que salga el contrario, aquel que encarne a sus ojos el más terrible futuro del socialismo español. Incluso en los equipos de campaña de los tres aspirantes, los argumentos son, en la enorme mayoría de las veces, a la contra. No es casual, saben que mueve más voto el rechazo al enemigo que el proyecto de cualquier candidato.
Contra los barones
Para los partidarios y colaboradores de Susana Díaz, Pedro Sánchez es, sin duda, la personificación de todos los males que afectan al PSOE. Veleta, sin respeto por la estructura del partido, tiránico en sus decisiones y manipulador con las bases, alegan que si se le derrocó en aquel Comité Federal del 1 de octubre, fue porque no se le podía dejar que hundiera aún más el partido. Pero lo que más preocupa y hace que muchos cuadros medios huyan de él, es la venganza que desde aquel día, prepara. Si Pedro Sánchez consigue alzarse con el triunfo, no va a aceptar ejercer su liderazgo de nuevo con unas estructuras orgánicas en contra. Diseñará una Ejecutiva en las que apenas habrá críticos y nunca del círculo cercano a Susana Díaz. Y promoverá para el Comité Federal a nombres que considera independientes de la estructura orgánica de los territorios, nombres que no cuestionen el nuevo rumbo que quiere imprimir al partido.
Pero el mayor de los cambios tendrá lugar en el siguiente nivel orgánico, el autonómico. Ya hace unos meses, el presidente castellano-manchego, Emiliano García Page, confesó que ha congelado todos sus planes hasta que se resuelva el problema de liderazgo federal. Sabe que si el vencedor es Sánchez tendrá que pelear duro por su supervivencia. Tampoco el exsecretario general o su equipo lo ocultan. La intención de Sánchez es, poco a poco, en los congresos regionales que seguirán al federal, erosionar el poder de los barones que desde el principio han liderado la oposición interna contra él. Son fundamentalmente los presidentes autonómicos: Susana Díaz en Andalucía, Javier Fernández en Asturias, Guillermo Fernández Vara en Extremadura, García Page en Castilla y León, Ximo Puig en la Comunidad Valenciana y Javier Lambán en Aragón. A todos ellos les han surgido en su territorio plataformas de apoyo a Sánchez que seguirán activas después de una hipotética victoria del exsecretario general. Y en todas ellas se manejan ya nombres alternativos a los actuales presidentes para controlar el partido. Adriana Lastra en Asturias o José Luis Ábalos en Valencia son solo dos de los nombres con aspiraciones autonómicas que forman parte del núcleo duro de Sánchez. Ni siquiera la presidenta balear, Francina Armengol, fiel a Sánchez hasta la presentación de la candidatura de Patxi López, se libra de la amenaza.
López como bisagra
Desde el ámbito de Susana Díaz y Patxi López restan, sin embargo, a Sánchez capacidad para poner patas arriba el partido. Reconocen que se mantendría la fractura evidente entre unos y otros, y que el partido volvería a sufrir las tensiones internas que tanto daño le han hecho, pero creen que se necesita mucho más que el poder de un secretario general cuestionado para tumbar un presidente autonómico. Nada une más a las federaciones que ganar y gobernar, sea cual sea el mensaje que llegue desde Madrid. Más complicado reconocen que lo tendrían algunos de los barones que no gobiernan, mucho más vulnerables a cambios dirigidos desde Ferraz. Entre ellos hay algunos “traidores” a la causa sanchista, después de haberse alineado con Patxi López: Idoia Mendía en el País Vasco, César Luena en La Rioja o Luis Tudanca en Castilla y León. Su esperanza pasa por que el respaldo al sector de Patxi López en sus respectivos congresos, aunque minoritario, sea suficiente para unirse a alguno de los otros dos y garantizarles la continuidad.