La nueva jet set madrileña

23 / 06 / 2017 Charo Carracedo
  • Valoración
  • Actualmente 3 de 5 Estrellas.
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
  • Tu valoración
  • Actualmente 3 de 5 Estrellas.
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
¡Gracias!

Miles de personas llegan a España huyendo del régimen chavista y los más ricos aprovechan para montar empresas o comprar edificios lujosos.

Miguel Ángel Capriles, uno de los grandes inversores venezolanos en España, pariente del líder opositor Henrique Capriles. Fotos: Elio Valderrama y Casteleiro/Roller

En marzo abrió en Madrid el centro comercial tipo outlet más grande de Europa. Se llama Sambil y pertenece a una de las familias más adineradas de Venezuela, los Cohen, un clan liderado por Alfredo Cohen que ha desembarcado en España con intención de quedarse. Sambil es la punta del iceberg de un negocio inmobiliario que las grandes fortunas venezolanas están llevando a cabo en España, y que aumenta cada año desde el verano de 2012, cuando en plena crisis se vendió el emblemático edificio situado en el número 11 de la calle Príncipe de Vergara de Madrid. La empresa Renta Corporación reconoció habérselo vendido a un grupo de venezolanos por 4.000 euros el metro cuadrado. Ahora en el inmueble hay 25 viviendas de lujo cuyo precio oscila en torno a 9.000 euros el metro cuadrado.

Otro gran inversor venezolano es Miguel Ángel Capriles, hasta hace unos meses consejero de Abanca y pariente del líder opositor Henrique Capriles, que compró magníficos edificios en la capital española en las calles Barquillo, Fernando VI, Españoleto y Lagasca, todos ellos destinados al lujo, además del Patio Maravillas, en el barrio de Malasaña, un edificio municipal cuya subasta pública supuso muchos dolores de cabeza al ayuntamiento. Su última aventura se levantará en la selecta colonia de El Viso, donde las viviendas pueden llegar a alcanzar los diez millones de euros. Allí se ha quedado con Villa San José, la finca que los jesuitas destinaban a sede de las revistas Razón y fe y Fomento Social y a residencia de parte de su comunidad.

Y poco más se sabe de quiénes son en realidad los venezolanos que se están quedando con los edificios más emblemáticos del centro de Madrid. Son muy celosos de su intimidad. En sus contratos de compra exigen cláusulas de confidencialidad estrictas para que su capital no quede expuesto o para que no llegue a su país la información sobre las operaciones que realizan. Temen represalias sobre familiares que se han quedado en Venezuela o sobre los bienes que no han podido sacar del país. Muchos pagan a precio de oro y alguna vez han intentado hacerlo incluso en efectivo, algo prohibido en España.Compran edificios enteros y los rehabilitan para uso propio o para vender a familias afines y sacarle rentabilidad a la inversión. Pueden llegar a ganar hasta un 50% por encima de lo invertido. Buscan exclusividad, con diseños ultramodernos y vanguardistas combinados con estética señorial y distinguida. Y con comodidades: conserjes, gimnasio, piscina, seguridad privada... Les gusta vivir de puertas hacia dentro, por lo que los interiores de estos edificios son espectaculares, uno de ellos cuenta con el jardín vertical más alto de España y las viviendas que dan al interior de estos edificios a veces son incluso más costosas que las que dan al exterior.

Desde 2015, el año de su gran éxodo, los inmigrantes venezolanos han superado la cifra de 20.000, según el Instituto Nacional de Estadística. Coinciden en que huyen de su país para salvar su patrimonio y en que encuentran en Madrid un remanso de paz. El idioma, el precio y últimamente la política antiinmigración de Donald Trump han dado al traste con el sueño americano y han paralizado el desembarco en Miami que iniciaron hace años las mayores fortunas venezolanas. Además, España tiene desde 2013 un programa especial que facilita visados a inversores extranjeros que compren vivienda, lo que ha disparado las ventas de edificios en las zonas céntricas y señoriales. Por eso, los ojos venezolanos se han girado hacia España y más concretamente hacia Madrid, una ciudad que les permite atrincherarse y convertirse en una influyente comunidad en el exilio.

Su feudo se concentra en el barrio de Salamanca. Para ellos este barrio, formado por las zonas de Recoletos, Goya, Fuente del Berro, La Guindalera, Lista y Castellana, es lo más parecido a zonas distinguidas de Caracas como Altamira, La Castellana o Los Palos Grandes. Quieren vivir donde siempre ha vivido el español acomodado. Aquí se sienten seguros, les gusta la calidad de vida, hablan el mismo idioma... En España pueden comprar una casa, gracias a ella ser residentes y dos años después pasar a ser ciudadanos de pleno derecho.

138835_20160916_101636-F

El centro comercial Sambil, el mayor outlet de Europa

La comunidad venezolana en Madrid

¿Y quiénes son los miembros más destacados de la comunidad venezolana residente en Madrid? La primera persona que sobresale es Margarita Vargas, esposa de Luis Alfonso de Borbón e hija del banquero Vargas. También destaca Eliza Arcaya, íntima amiga de Adriana Carolina Herrera, la hija de la diseñadora, con quien estudió en Nueva York. Eliza se instaló hace 13 años en Madrid, donde ha triunfado con el café Murillo junto a su socia Johanna von Müller-Klingspor Pesquera, también venezolana y casada con el ejecutivo español Luis Miguel García Sánchez. El café Murillo, situado frente al Museo del Prado, es una especie de embajada de venezolanos de postín. Eliza también regenta junto a su socia otro local en la calle Velázquez, 17, y es frecuente verla allí los sábados por la tarde o por la mañana tomando un brunch. Excelente relación tiene con ella otro venezolano, el excéntrico y popular Boris Izaguirre, creador de numerosos platos de la carta que lleva su nombre. Allí es donde los magnates y banqueros que han comprado sus viviendas en torno a la Puerta de Alcalá degustan sus recetas con ingredientes criollos. “Me mudé a Madrid en 1994 –dice Boris– y ha sido la mejor decisión de mi vida. Madrid es mi casa, mi ciudad, mi éxito... ¡Y mis sueños!”. 

ALFREDO-COHEN-BEVERLY-COHEN-1050x1575-F

Alfredo Cohen, propietario de la constructora Sambil, junto a su mujer

PRINCIPE-DE-VERGARA-F

Fachada de Príncipe de Vergara, 11, finca comprada por Cohen

3092791-F

Margarita Vargas junto a Luis Alfonso de Borbón

Carlos Baute, Ivonne Reyes, Virginia Troconis...

Eliza tampoco parece querer regresar a su país. Para ella, como para sus compatriotas, Madrid ofrece posibilidades para cualquier proyecto. Aquí ha comenzado a trabajar con su red venezolana a la que ayuda, según ella misma, como los judíos. Y ligadas al mundo del toro están Adriana Carolina Herrera por su boda con el Litri, y Lilia López, que fue novia de Palomo Linares y cuya hija se relacionó sentimentalmente con Miguel Palomo Danko, hijo del torero y la colombiana Marina Danko. Otros son famosos periodistas, como Aurelio Manzano; cantantes, como Carlos Baute; presentadores de televisión, como Ivonne Reyes... O venezolanas bellísimas que se asentaron en España por amor: como Fabiola Martínez, la mujer de Bertín Osborne, y Virginia Troconis, la esposa de Manuel Benítez, el Cordobés. Fabiola lleva 20 años instalada en España: “La raíz tira. Cada día miro las noticias, veo, me entero. Mis padres ya están aquí, y mi hermano llegó hace unos meses con un niño desnutrido porque es celíaco y allí no encontraban alimentos aptos para él”.

Fabiola quiere dejar claro que no llegó a España huyendo del chavismo. “Cuando yo vine, [Hugo] Chávez estaba en la cárcel y pensábamos que él era el cambio... figúrate. Yo vine porque me casé con un fotógrafo de origen español... Ocho años después de separarme conocí a Bertín y aquí sigo, por amor. Comparado con Venezuela, España es un paraíso en el que vivimos en armonía aunque pensemos diferente. Pero me falta un trozo de mi país en el corazón y lo busco en muchas cosas, incluso en los sabores. Me gusta hacer arepadas, equivalente a vuestras barbacoas, e invito a mis amigos venezolanos a arepas rellenas de carne, pabellón criollo... La verdad es que amo Venezuela, pero me gustaría que cambiara”.

Virginia Troconis lleva en España 15 años, pero su familia continúa en Venezuela, en una ciudad llamada Valencia: “Les echo mucho de menos... mi madre pasa temporadas conmigo y mis hermanos han venido recientemente, pero fue una tragedia salir de Venezuela, cerraron vuelos, la compañía quebró... La inseguridad es enorme. Me apena, porque yo tengo buenos recuerdos de mi infancia, íbamos a la playa los fines de semana, fui a la universidad... Y de pronto todo está acabado, destruido, feo. Mueren y matan”.

Menos crítico es el director de orquesta Gustavo Dudamel, vinculado a España por su matrimonio con la actriz madrileña María Valverde. Dudamel, de 36 años, director de la filarmónica de Los Ángeles y el director más joven del concierto de Año Nuevo de Viena, criticó por primera vez el sistema venezolano el pasado 25 de abril, tras la muerte de un violinista de 17 años durante una manifestación: “Alzo mi voz contra la represión –dijo en un vídeo– e invito a los líderes de mi país a dejar de lado egos e ideologías... se necesitan soluciones inmediatas dentro de un sano juego democrático”.

Además de estos venezolanos influyentes, adinerados y mediáticos, hay una clase media que también ha salido del país. “El corazón en Caracas y el bolsillo en Madrid”, podría ser su lema. Huyen de la tragedia y el caos, de los hospitales mal atendidos, de las carencias en los supermercados y de una brutalidad policial que alienta a quienes se pueden permitir el lujo de comprar un billete de avión... Y, al contrario que otros sudamericanos como bolivianos, peruanos o colombianos, llegan a España para quedarse. No piensan en el retorno. La inmigración no es transitoria, es su nueva vida. Arquitectos, ingenieros, abogados, médicos, publicistas, actores... No dicen que no a ninguna propuesta de trabajo y son especialmente emprendedores, sobre todo en el comercio y la hostelería.

“Madrid nos lo pone fácil. Aquí no te atracan o te asaltan sin parar. Los bancos te dan créditos, los proveedores te sirven a tiempo...”, asegura Luis Criscuolo, de La Sanducherie, un local situado en la calle Santa Teresa que ofrece bocadillos gourmet. Es solo un ejemplo de local venezolano, como también lo son la cadena de hamburgueserías Goiko Grill, la cafetería Bocados de la exclusiva calle de Ortega y Gasset, el restaurante La Cuchara, la tienda para niños Baby Deli, situada justo enfrente del parque del Retiro, el negocio de bagels Papi’s, la tienda de ropa chic La Veintinueve o la pastelería de alta gama Mamá Framboise, propiedad de Humberto Sánchez. Por no hablar de la empresa Antojos Araguaney, que se encarga de suministrar la mayor parte de los productos autóctonos que se consumen en los restaurantes y las casas de los venezolanos que viven en Madrid, o de la reputada repostera Teresita Chuecos, que elabora las tartas de boda de las parejas más exclusivas.

GettyImages-625629548-F

Virginia Troconis y Manuel Benítez. Foto: Pablo Cuadra/Getty

Lo mejor de España, la seguridad

Otro caso es el de Ricardo Rodríguez, a quien todos llaman Richo, actor, publicista y pareja de la popular periodista María Patiño: “Vine a España hace quince años. Tenía 27. Yo trabajaba en publicidad, en radio hacía un programa que se llamaba Planeta azul y además era actor de teatro y de novelas. Estaba bien posicionado. Pero en Venezuela vislumbraba un futuro oscuro que no me gustaba. Y me decanté por España porque mi padre y mi abuelo eran de El Ferrol. Mi hermana vivía en Dinamarca y allí pasé tres meses antes de dejarme cautivar por España. Sevilla me enamoró. Me adapté y soy feliz. Durante un tiempo trabajé delante y detrás de la cámara, pero el circuito es muy cerrado. Finalmente monté el gastrobar Ditirambo Food and Drinks, en la calle Alfonso X, con el actor español Javier Redondo. Me relaciono más con españoles que con venezolanos y me siento orgulloso de dar a conocer la gastronomía venezolana. Regresé a Venezuela hace siete años, cuando murió mi padre, y no he vuelto. Por miedo, porque lo que veo es la destrucción de un país... pero la echo de menos, allí en el Caribe todo tiene más sabor”. Sobre Madrid, Richo añade: “Destaco la seguridad... es una ciudad en la que hay que tener dinero, pero se vive muy bien. El calor y el frío también tienen su encanto y aunque el español es más seco que el venezolano, Madrid es una ciudad amable y llena de oportunidades”.

Con él coinciden otros venezolanos famosos que, preocupados por la situación de su país, prefieren no dar su nombre: “Lo que más se valora de España, además de que está a dos horas de ciudades como París o Londres, es que no tienes que mirar si alguien te sigue. Allí teníamos un paraíso en colores y ahora tenemos un país en blanco y negro. Pasarán generaciones hasta que se pueda recuperar, si es que se recupera. En España la calidad de vida es espectacular... los niños pueden estar a tu lado en una terracita, tomando algo, jugando con un móvil... se puede ir de tapas, ver museos... y, lo mejor, cuando uno sale de su casa por las mañanas piensa en cómo estará el tráfico, en si llegará a tiempo a su lugar de destino... allí, en Venezuela, el que sale de su casa por la mañana lo único en lo que piensa es en saber si volverá de regreso...”.

Miles de venezolanos piden asilo en España

Las solicitudes de asilo y residencia se han disparado, llegando a superar a las de sirios y ucranianos

Antonio Rodríguez

Venezuela no vive una guerra, pero casi lo parece. La convulsa situación política que vive el país sudamericano y la crisis económica que se ha agudizado en los últimos meses, con cifras altísimas de inflación, dispararon el número de venezolanos que pidieron asilo en España el pasado año, pasando de los 596 de 2015 a 3.960 en 2016, según el último informe de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). Este significativo aumento de peticiones de asilo supera por primera vez los registros de sirios y ucranianos, que en los últimos años copaban este registro por las guerras civiles que sufren ambos países. Hasta el fallecimiento de Hugo Chávez apenas hubo solicitudes de asilo desde Venezuela (19 en 2010, 52 en 2011, 28 en 2012 y 35 en 2013), pero con el ascenso de Nicolás Maduro al poder la situación empeoró (124 en 2014, 596 en 2015 y los citados 3.960 del año pasado). Las solicitudes de asilo no provienen de altos mandos del Ejército, responsables chavistas caídos en desgracia o miembros de la oposición política a Maduro, sino de personas de clase media (docentes, periodistas, funcionarios y empresarios), que generalmente alegan una posición política contraria al Gobierno de Caracas o persecución por motivo de su orientación sexual.

CEAR no duda en calificar de “éxodo” esta huida de venezolanos hacia España, una circunstancia que también se ha producido en EEUU, donde este grupo encabezó la demanda de protección internacional en 2016. Según datos del Servicio de Ciudadanía e Inmigración estadounidense, 18.155 venezolanos solicitaron asilo el año pasado, un aumento del 150% respecto a 2015 y del 600% en relación a 2014. Aquí en España se multiplicó por seis el número de solicitudes.

Residencia y golden visa

Otro registro a tener en cuenta lo facilitó el Instituto Nacional de Estadística (INE) en abril. El número de venezolanos residentes en España pasó de 54.401 en enero de 2016 a 68.639 un año después. La diferencia de 14.238 personas más supone un aumento del 26,2%, siendo este el grupo de extranjeros con mayor crecimiento en dicho periodo. Por último, los golden visa o visados por inversión que concede España desde 2013 también fueron una tabla de salvación para medio centenar de venezolanos. Una de las opciones que fomenta nuestro país es la adquisición de un inmueble sito en territorio nacional por valor de, al menos, 500.000 euros. Un total de 54 venezolanos han conseguido la residencia por esta vía hasta ahora.

Grupo Zeta Nexica