La hora de Osoro

15 / 03 / 2017 Javier Otero
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Ha llegado el momento de ver si la nueva etapa en la Iglesia Católica, con el pontificado del papa Francisco, se traduce en una renovación en la dirección de la Conferencia Episcopal Española, con el cardenal Osoro a la cabeza.

El hoy presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, en la presentación de su libro, Memoria y gratitud. Foto: Nacho Gallego/Efe

Los obispos españoles eligen al que será presidente de la Conferencia Episcopal para los próximos tres años. Algunos apuestan a que será reelegido el actual presidente, el cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, mientras que otros piensan que ha llegado el momento del cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid. Las quinielas señalan a esos dos hombres. Muchos consideran a Osoro el hombre como el que está llamado a ser la cara que represente en España los nuevos aires que ha traído el papa Francisco a la Iglesia católica. Hace tres años, sin embargo, fue elegido Ricardo Blázquez. Ahora le tocaría a Osoro, según algunos, tras la suave transición del mandato de Blázquez en los últimos tres años. Pero la personalidad de este se ha destapado en el mandato que ahora acaba con varios aspectos que mejoran la imagen que tenía de hombre muy espiritual, muy orientado hacia dentro, algo alejado de la proyección que algunos esperan de un puesto como la presidencia de la Conferencia Episcopal, que tuvo la primera vez que estuvo al frente de esta, entre 2005 y 2008. Blázquez es considerado ahora un hombre que se ha pronunciado claramente, que sabe interpretar la realidad, que sabe lo que quiere, que no rehúye los grandes temas, pero que lo hace también a la manera del Papa. Entre los obispos, seguramente nadie esté en su contra. Ahora se le reconoce también una gran mano izquierda y capacidad. Todo ello aunque todavía se resista al uso del móvil o que a veces evite algunos eventos públicos, como le ocurrió en una ocasión con la presentación de la memoria anual de actividades de la Iglesia. Por el contrario, la consideración que se tenía hace tres años de Carlos Osoro como un hombre de mayor proyección pública es ahora relativa, porque no ha destacado especialmente en este aspecto en los últimos años, a pesar de ser el titular de la importantísima archidiócesis de Madrid.

Renovación

En marzo de 2013 comenzaba el pontificado del papa Francisco con un impulso a una cierta renovación en la Iglesia católica. El papa argentino ha sido claro y directo al señalar a los obispos de todo el mundo el cambio que deberían protagonizar hacia una Iglesia donde los prelados debían oler más a oveja (en referencia al pastor y sus fieles) a dar un cariz más misericordioso y menos condenatorio a sus palabras. En España, su llegada coincidió con el último año del cardenal Antonio María Rouco Varela como presidente de la Conferencia Episcopal. En marzo de 2014, un año después del comienzo del pontificado de Francisco, llegaba el momento del relevo de Rouco. Este se retiró con el récord de haber sido el obispo que había conseguido más mandatos al frente de esta institución: cuatro, uno más que el cardenal Tarancón, el hombre más importante de la Iglesia católica española durante la Transición. Rouco Varela ya debía jubilarse, puesto que había cumplido con creces los 75 años en el que presentan su renuncia al Papa, aunque el Pontífice puede llegar a aceptarla otros dos o tres años. Era el momento de conocer al que sería el hombre de Francisco en España.

En aquel momento fue elegido Ricardo Blázquez. El cardenal Carlos Osoro, uno de los obispos, si no el que más, con una carrera ascendente, quedó entonces como el hombre que iba a tomar el relevo en 2017. Era y es considerado por muchos el obispo que se acerca más a los nuevos aires y formas que ha querido imprimir a la Iglesia católica el papa Francisco. Osoro es actualmente el vicepresidente de la Conferencia Episcopal. Pero, sobre todo, fue destinado por el Papa a la archidiócesis de Madrid, en sustitución del hasta entonces todopoderoso cardenal Rouco Varela. Estar en Madrid es una circunstancia con un peso importante a la hora de dirigir la Conferencia Episcopal. Tanto es así que según sus estatutos, uno de los siete miembros de su comité ejecutivo tiene que ser obligatoriamente quien sea arzobispo de Madrid.

Además, es comentario habitual que el hecho de que Ricardo Blázquez no lo fuera restó presencia pública, poder e influencia a su presidencia. Para la elección de Blázquez hace tres años pesaron varias razones. En primer lugar, los obispos le debían una. Es una tradición que no se rompió más que una vez que los presidentes de la Conferencia Episcopal repitan mandato. Sin embargo, esto no ocurrió con Blázquez. El actual presidente ya lo fue anteriormente, pero en lugar de repetir, perdió de nuevo frente a Rouco, que consiguió volver a la presidencia tras ese paréntesis de tres años. De esta manera, los obispos en parte desagraviaron a Blázquez. Pero hay que tener en cuenta una personalidad tranquila que facilita los consensos.

El factor de la edad es importante a la hora de que los obispos elijan al presidente del órgano que los reúne. Blázquez cumplirá la edad de jubilación de los obispos, 75 años, en abril. Y ya ha tenido dos mandatos, aunque no hayan sido consecutivos. Para Carlos Osoro, este es un tren que no puede perder. Si no accede a la presidencia de la Conferencia Episcopal ahora, que está a punto de cumplir 72 años, en la próxima convocatoria estará ya en edad de jubilación y, por supuesto, con escasas posibilidades de ofrecer a los obispos la estabilidad que proporcionan dos mandatos consecutivos.

Votaciones

Osoro es considerado el hombre que representa el reflejo de la imagen del papa Francisco en España. Aunque el último mandato de Blázquez ha servido para comprobar que su personalidad también puede parecerse en otros aspectos al perfil del papado de Francisco, y hace pensar a algunos que tiene posibilidades de volver a ser elegido. Algunos apuestan a que Blázquez conseguirá el mayor número de sufragios en las primeras votaciones, pero que, sin embargo, no conseguirá la mayoría absoluta necesaria. Ese puede ser el momento de Carlos Osoro.

Hay que tener en cuenta que en la anterior renovación de cargos de la Conferencia Episcopal, Blázquez consiguió 60 de 79 votos en la primera votación. Por otra parte, los apoyos que consiguen los vicepresidentes son todo un valor a tener en cuenta. Osoro fue elegido para este puesto con 46 votos. Juan José Asenjo, arzobispo de Sevilla, contó con 16. Este último es uno de los nombres habituales en las quinielas, pero hasta ahora y tampoco en esta ocasión, no se encuentra entre los más citados para dirigir la Conferencia Episcopal

Si siempre se tiende a señalar la existencia de bandos, hoy la identificación de estos (con las precauciones que hay que tomar siempre al hablar de bandos entre los obispos) es más difícil que antes. Durante años, los nombramientos de nuevos obispos eran de perfil claramente rouquista. Estos también pueden aceptar a Carlos Osoro, por más que sus formas sean diferentes. Llama la atención entre ellos un discurso público lejano de las duras y pesimistas visiones que exponía el anterior ocupante de la archidiócesis de Madrid. Ya no son los tiempos en que el cardenal Rouco, desde el dicasterio de la Congregación para los Obispos, en el Vaticano, pesaba tanto en el nombramiento de los que iban a estar al frente de las diócesis españolas. Ahora ahí se encuentra el arzobispo de Barcelona Juan José Omella. Por otro lado, en cuanto a gestos, Osoro se ha cuidado de mantener algunos que, aunque discretos, no han pasado desapercibidos en absoluto. El más conocido es que al llegar a Madrid no ocupara las estancias reservadas en el arzobispado sino que eligiera vivir de forma más modesta. Un gesto parecido a la decisión del papa Francisco de quedarse a vivir en la residencia de Santa Marta, antes que ocupar el apartamento reservado al Papa en el Vaticano. Osoro, en cualquier caso, ya vive en el palacio arzobispal, tras las reformas que tuvieron que realizarse.

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