La hoja de ruta del Rey

29 / 04 / 2016 Antonio Rodríguez
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TIEMPO desvela el dictamen clave que ayudó a La Zarzuela a fijar los pasos a seguir tras la renuncia de Mariano Rajoy a intentar formar Gobierno. El informe recomendó una salida parlamentaria en el caso de que los líderes políticos siguiesen la estrategia del candidato del PP y rechazó la “variante tecnocrática” para desatascar las consultas regias: “El Rey debe apostar siempre sobre seguro, hacer propuestas únicamente cuando haya perspectivas favorables de investidura”.

El pasado 30 de enero, ocho días después de que Mariano Rajoy declinase el ofrecimiento del rey Felipe VI para intentar formar Gobierno, el catedrático de Derecho Constitucional Antonio Torres del Moral se dirigió a La Zarzuela para entregar un dictamen escrito por él, al que ha tenido acceso TIEMPO, sobre el bloqueo institucional que había en ese momento y una “posible solución” al mismo.

“Majestad: como le consta por el protagonismo que tiene en ello, cunde la expectación, el desconcierto y el desánimo de la ciudadanía por la dilación que está teniendo la actual fase de consultas regias con vistas a proponer un candidato a la Presidencia del Gobierno. Sensaciones que se acrecientan por la negativa perspectiva de una pronta solución”, comienza el documento de cuatro páginas redactado por Torres del Moral, el constitucionalista más reputado en asuntos de la monarquía parlamentaria.

La preocupación a finales de ese mes de enero era la posibilidad de que no hubiese candidato a la Presidencia del Gobierno y que, por tanto, no se pudiese celebrar una sesión de investidura tras los comicios del 20-D. Una “laguna jurídica”, en palabras del autor, que los constitucionalistas no previeron en 1978 por ser una “probabilidad poco menos que despreciable”.

“¿Cómo iba a presentarse el supuesto de que los líderes políticos con más respaldo parlamentario desistieran de ser candidatos y los que sí quisieran serlo también hubieran de desistir a sabiendas de su nula probabilidad de ser investidos?”, se pregunta el autor. Finalmente, el jefe del Estado ofreció unos días más tarde al líder del PSOE, Pedro Sánchez, someterse a una sesión de investidura. Una salida que embarrancó en marzo con dos votaciones perdidas en el lapso de 48 horas, aunque al menos permitió que empezase a correr el reloj de los dos meses que fija la Carta Magna antes de que se disuelvan las Cortes y se convoquen elecciones.

“Apostar sobre seguro”

Torres del Moral aprovechó este dictamen para hacer una serie de consideraciones a Felipe VI sobre los pasos a dar en ese momento o en situaciones parecidas que se pudieran dar en el futuro, un escenario que no es descartable ahora tras el 26-J si la correlación de fuerzas en el Parlamento sigue siendo la misma o similar. “De la Constitución no se desprende que el Rey deba hacer ningún encargo de formar Gobierno por si logra prosperar, ni tampoco propuestas formales de tanteo. Antes al contrario: debe apostar siempre sobre seguro”, subraya de inicio.

Esto se consigue, en opinión del autor, “barajando las opiniones de los pretendientes a la Presidencia, las de los demás líderes consultados y el leal parecer del presidente del Congreso de los Diputados”, en este caso, el socialista Patxi López, quien ha tenido un papel muy destacado en todo este proceso.

El Rey debe adquirir entonces un conocimiento “preciso” de la situación y dar el paso de ofrecer el encargo a un aspirante “únicamente” cuando haya perspectivas “favorables” de investidura. En este punto, Torres del Moral es muy incisivo y advierte a Felipe VI: “Ningún aspirante a formar Gobierno debe presentarse ante el Rey con las alforjas vacías sino con un bagaje de votos y de compromisos parlamentarios favorables a su investidura”. Es más, opina que no le corresponde al jefe del Estado “poner en movimiento a los posibles candidatos”, sino que son los líderes políticos los que han de “desplegar” su actividad para presentar al monarca “sus activos de cara a la investidura”.

Si bien el artículo 99.4 de la Constitución indica que el Rey tramitará “sucesivas propuestas” en caso de una investidura fallida, Torres del Moral niega que sean “obligatorias aunque estén condenadas al fracaso” y pide no hacer una interpretación “literal” del mismo, pues no se ganaría nada “multiplicando propuestas abocadas al fracaso” durante los dos meses antes de la disolución de las Cortes.

“El Rey no debe verse obligado a presentar sucesivas candidaturas inviables, ni el Pleno del Congreso de los Diputados debe verse convocado en otras tantas ocasiones para solemnizar ceremonias vacías. De no percibirse posibilidad alguna de investidura, el Rey solo debe presentar una candidatura a sabiendas de que será derrotada: la estrictamente necesaria para disolver las Cámaras y convocar elecciones”, recomienda el catedrático de Derecho Constitucional por la UNED.

Tras ello, analiza las diferentes “vías de superación” que se habían planteado hasta entonces, desde diferentes ámbitos, tras el “indeseable bloqueo institucional” surgido de los comicios del 20-D. La primera de ellas era buscar a un político diferente al de los líderes que se presentaron a las elecciones. Sin embargo, para Torres del Moral esta opción solo es plausible si tiene el visto bueno de estos. “Pero, dada la disciplina férrea de los partidos, se hace difícil esperar su aquiescencia a esta idea que trastoca el funcionamiento vertical y quiebra la trayectoria de quienes han alcanzado legítimamente puestos hegemónicos en ellos”, puntualiza.

La segunda opción es la de una “variante tecnocrática” que permitiese una legislatura “breve” para abordar los asuntos más urgentes del país, algo a lo que el PSOE se avino en la práctica esta semana si Sánchez era elegido presidente con el apoyo de Podemos y Ciudadanos. El autor considera esta variante aún más difícil de lograr. “Los partidos políticos ven con suma contrariedad, e incluso con aversión, el acceso de amateurs a la gobernación del país”, hace hincapié antes de añadir que estos independientes o tecnócratas desconocen la dinámica de los partidos, “su entramado y sus luchas internas”, lo que puede provocar que su relación con ellos no sea “todo lo fluida que es menester”.

La tercera vía, que la solución del problema recayese en “la autoritaria designación del candidato” por parte de Felipe VI, es decir de motu propio y sin que el elegido haya salido de alguno de los partidos, es “todavía menos pertinente”.

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