La historia más desconocida de Sánchez

18 / 07 / 2014 Clara Pinar y Antonio Rodríguez
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El nuevo líder del PSOE, al que le gusta alardear de no ser del aparato aunque lleva en él 14 años, coincidió en el bachillerato con doña Letizia, fundó las Juventudes de su barrio y no puede decir que ande escaso de amigos.

Pedro Sánchez ya fue secretario general en otra época. Fue en 1993, cuando, con 21 años, fundó las Juventudes Socialistas de la agrupación que el partido tenía en el madrileño barrio de Tetuán. Su padre, que también se llama como él, Pedro Sánchez, ya estaba afiliado como militante de base cuando el hijo se puso a dedicarle tiempo al PSOE.

Pedro padre, como conocían al progenitor de Pedro Sánchez para distinguirlo de su hijo, trabajaba en esa época como gerente del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (Inaem), por nombramiento de la entonces ministra de Cultura socialista Carmen Alborch. Después, pasó a la Fundación Autor, dependiente de la SGAE. Pedro heredó de él la vena socialista. Su hijo menor, David, se quedó con la vena más artística, porque se convirtió en músico y hoy es compositor. Su madre, Magdalena, trabajaba como funcionaria de la Seguridad Social y por aquel entonces, con hijos ya veinteañeros, también estudiaba Derecho.

La familia de Pedro Sánchez vivía en una zona de Madrid de la que está relativamente cerca el instituto Ramiro de Maeztu, conocido en todo Madrid por ser la cantera del equipo de baloncesto del Estudiantes. Allí estudió todo el bachillerato y hoy es uno de los patronos de la Fundación Estudiantes, que esta próxima temporada cumple 15 años.

El nuevo secretario general del PSOE jugó en el Estu de infantil, cadete y juvenil bajo el lema del equipo colegial –“Desde 1948 formando a personas a través del baloncesto”– y su retirada no se produjo hasta los 21 años, cuando ya se encontraba en la Universidad Complutense estudiando Económicas y Empresariales y prácticamente coincidiendo con su afiliación al Partido Socialista. Según José Asensio, actual director general del Estudiantes, era un “alero con un gran físico” gracias a su 1,90 metros de estatura, “con un tiro aceptable y al que le gustaba jugar cerca del aro”.

Sin embargo, lo más llamativo de los años de Sánchez en el Ramiro de Maeztu es que durante tres años fue compañero de curso (que no de clase) de la Reina. Doña Letizia contaba con 15 años cuando tuvo que dejar Asturias y su instituto Alfonso II, en Oviedo, para trasladarse a vivir junto al resto de su familia a la localidad madrileña de Rivas Vaciamadrid, debido al trabajo de su padre. Y terminó el bachillerato en el Ramiro.

Cada uno iba a clases a un horario distinto -Pedro Sánchez por las mañanas y doña Letizia por las tardes-, así que no se conocen de aquella etapa. Curiosamente, el secretario general electo ha sido el menos beligerante con la monarquía de los tres candidatos en liza. Eduardo Madina hizo gala de su republicanismo durante la campaña, mientras que José Antonio Pérez-Tapias apostó por un referéndum en el que los ciudadanos pudieran elegir entre monarquía y república. Sánchez, por su parte, prefirió insistir en que quiere una monarquía “ejemplar, transparente, abierta, cercana a los problemas de los ciudadanos” y se mostró convencido de que Felipe VI conseguirá este objetivo. El propio monarca le felicitó la misma noche de su victoria electoral.

Vida profesional.

Tras acabar la carrera, cursó estudios de posgrado. Primero un máster en Política Económica de la UE en la Universidad Libre de Bruselas (ULB) que tuvo que lidiar en francés, luego un máster en Liderazgo Público por el IESE de la Universidad de Navarra y un DEA en Estudios Europeos por la Complutense. De ahí saltó a Nueva York, donde trabajó varios años en una consultora. Fue en 1996 en la Gran Manzana donde conoció al embajador español ante la ONU y exministro de Exteriores, Carlos Westendorp, ya que este último era amigo de sus padres. Y es ahí cuando su vida profesional cambia de rumbo.

A Westendorp le ofrecieron a mediados de 1997 ser el alto representante de la ONU en Bosnia, un país sin estructuras estatales que acababa de salir de la terrible guerra balcánica con la paz de Dayton en 1995. “Cuando tuve que formar un equipo pensé en él y se vinieron conmigo a Bosnia Victoria García, que era corresponsal de la Ser, como jefa de prensa; Fernando Mansito, diplomático, como asesor adjunto, y Pedrito, como jefe de gabinete”, recuerda Westendorp.

En Bosnia pasaron dos años “luchando” con los representantes musulmanes, católicos y ortodoxos para que el nuevo Estado echase a andar. Por ejemplo, hubo que crear una moneda única –el marco convertible– sin que hubiese signos ofensivos para unos u otros. También la bandera del país y una matrícula común en la que desapareciesen los signos distintivos de los musulmanes (la media luna), de los católicos (el ajedrez croata) y de los ortodoxos (el águila bicéfala que agrupa a los serbios). La solución para las matrículas fue incluir números y las únicas letras que coinciden en el alfabeto latino y cirílico, con lo cual no se podía saber la procedencia del vehículo cuando pasaba de una zona a otra.

“Pedro Sánchez demostró capacidad de trabajo, resistencia y lealtad. Estuve encantado con él. En aquella coyuntura de Bosnia no necesitaba que fuese conmigo un intelectual –afirma Westendorp del nuevo líder del PSOE–, sino un hombre de acción que preparase entrevistas, hablase con unos y con otros, que se llevase bien con la gente. Y lo hizo muy bien en varios idiomas, porque el español solo servía para hablar con los 20 guardias civiles que nos daban protección”.

El exministro de Exteriores destaca de Sánchez “su cercanía y sencillez”, y el hecho de que “no sea nada creído, muy leal y trabajador”. Sus caminos en Bosnia se separaron a mediados de 1999 tras la guerra en la vecina Kosovo, pero Sánchez recurrió a él para que le firmase una de las cartas de presentación con las que avaló su entrada en la Universidad Camilo José Cela como profesor.

Entre medias de su experiencia bosnia, Sánchez pasó unos meses en Estrasburgo (Francia) como asistente de la eurodiputada socialista Bárbara Dührkop, viuda del senador Enrique Casas, asesinado por la banda terrorista ETA. “Me acuerdo perfectamente, fue cuando me convertí en ponente de Presupuestos, un tema bastante gordo. Pedí refuerzos en mi despacho porque tenía un solo asistente y el partido me recomendó a Pedro”, rememora Dürhkop a esta revista.

“Guardo un recuerdo muy grato de aquellos meses de 1998. Era un tío muy trabajador, muy agradable en el trato, con buenas ideas e incansable. Fue un tiempo muy duro, con días que acababan de madrugada”, añade. Ahora le ha apoyado “con mucho gusto” en su carrera para liderar el PSOE, a pesar de que Madina es vizcaíno y tiene muy buena relación con él.

“Le he recomendado entre mis compañeros. Es una persona que se ha formado ampliamente y no siempre dentro del partido. Me llamó para saber si podía contar conmigo y le dije que por supuesto”, dice esta dirigente socialista que se jubiló tras su salida de la Eurocámara en 2009 y a la que le ha sorprendido la victoria tan amplia de Sánchez en el País Vasco. Cree que entre los socialistas vascos ha primado la sensación de que Sánchez va a estar con el militante de base. “También ha tenido que ver la incógnita, el hecho de surgir de la nada sin estar en el aparato del partido. Es como un viento fresco”, opina Bárbara Dührkop sobre Sánchez.

Su etapa de profesor.

La etapa menos conocida de Sánchez es su paso por la Universidad Camilo José Cela (CJC). Está adscrito a la facultad de Ciencias Jurídicas y Económicas y da clases allí desde 2008 sobre estructura económica, historia del pensamiento económico, economía política, diplomacia económica en los grados de Derecho y de Administración y Gestión de Empresas. Tiene un contrato a tiempo parcial que supone unas 10 horas de clases a la semana, algo inhabitual entre los políticos que se dedican también a la docencia ya que les exige bastante tiempo para prepararse los cursos, corregir exámenes, etcétera. Las clases son reducidas, de entre 20 y 25 alumnos por grupo.

“No solo es docente sino que le gusta mucho investigar”, subraya a Tiempo Juan Padilla, vicerrector en la CJC y que hasta hace poco ha sido decano de la facultad en la que está Sánchez. En este sentido, el joven líder del PSOE forma parte de un grupo de investigación de política económica global con profesores de la CJC de las facultades de políticas y económicas. Algunos de sus artículos sobre diplomacia económica han sido publicados en el ICEX.

Precisamente, la diplomacia económica fue el núcleo de su tesis doctoral, que se llamó Innovaciones en la Diplomacia económica española de 2000 a 2012. Padilla estuvo en el tribunal ante el que Sánchez tuvo que defender su tesis doctoral y hace hincapié en que el eje del pensamiento de su ahora compañero de universidad versa sobre cómo favorecen las inversiones en países en desarrollo en las relaciones políticas de estos últimos con España.

Si bien la CJC desea que Sánchez continúe entre su equipo de profesores, también es consciente de que no tendrá la misma dedicación de aquí en adelante. Padilla admite que sería una gran pérdida para el centro. “No es un profesor hueso, pero tampoco fácil. Tiene su cuota de suspensos porque sus asignaturas no son fáciles y no aprueba por aprobar. Pero sobre todo, es dialogante”, resume.

En el interregno de sus etapas como diputado, Sánchez ha colaborado para el Instituto Nacional Democrático (NDI, en sus siglas en inglés), una ONG vinculada al Partido Demócrata estadounidense que está presidido por Madeleine Albright. En los últimos años ha participado como observador internacional en las elecciones legislativas de Marruecos (2011) y Jordania (2013).

Una vida política intensa.

Pero, ¿cómo ha sido la vida de Pedro Sánchez como socialista? Para empezar, ha hecho el camino inverso al habitual: primero se hizo militante del partido grande y después se pasó a las Juventudes Socialistas, que él mismo organizó en su barrio en 1993. Ese primer paso lo dio con Maritcha Ruiz Mateos (no tiene nada que ver con la familia de Rumasa), entonces una joven ceutí dos años menor que él que acababa de llegar a Madrid y quería afiliarse al PSOE. Un conocido que ya estaba dentro le dio la solución: “Voy a mandar a un amigo para que vaya a buscarte y te acompañe a la agrupación para que te afilies”. Y allí apareció Pedro Sánchez, que con 22 años ya “destacaba” por lo guapo que era. “Es guapo ahora, pues imagínatelo con 20 años menos”, dice la propia Maritcha. El sobrenombre de Pedro el Guapo le ha perseguido durante años pero amigos y amigas de aquella época destacan que lo que más llamaba la atención era “cómo hablaba” y lo “claras” que tenía las cosas.

Aquella tarde, Pedro y Maritcha terminaron tomando cañas en un bar cercano a la agrupación y hablando de política. Enseguida se pusieron a la tarea. Montaron las Juventudes en Tetuán. Pedro fue nombrado secretario general y Maritcha, secretaria de Organización. Pidieron que les dejaran un cuarto que había vacío en la tercera planta del edificio. Pusieron un bote común para sufragar los gastos de pintar y “adecentar” y después de poner los pósters de rigor –de Pablo Iglesias y de Felipe González, junto a alguna ilustración típica socialista– empezaron una estrategia que pretendía afiliar a la gran cantidad de gente joven que entonces tenía el barrio de Tetuán. Algunos de los que entonces recalaron en la Juventudes de Tetuán le han ayudado en la última campaña para las primarias.

El “pandillón” de Tetuán.

Organizaban tertulias y conferencias, algunas sobre temas europeos por los que Pedro Sánchez ya estaba muy interesado. A una llegó a ir Enrique Barón Crespo, entonces portavoz socialista en el Parlamento Europeo después de haber sido ministro con Felipe González. En estos primeros años, la vida del partido ocupaba casi todo el tiempo libre de Pedro. Al menos un par de días a la semana se encontraban en la agrupación, además de muchos fines de semana. También era frecuente que las discusiones políticas con sus compañeros terminaran en casa de sus padres. Otras veces, tomando cañas por el barrio, donde el “pandillón” se extendía a los amigos del partido, los compañeros del colegio, del Estudiantes y sus amigos de la facultad de Económicas –el Grupo de los altos, los llamaban, porque todos tenían una buena estatura y jugaban al baloncesto–. Muchos de ellos se volvieron a juntar el pasado domingo 13 de julio en la sede central del PSOE, en la madrileña calle de Ferraz, para celebrar el triunfo de Pedro en las primarias.

Mara Rabadán, una joven militante de aquella época dorada de la agrupación socialista de Tetuán y que no dudó en llamar a la sede para colaborar cuando se enteró de que Pedro iría a las primarias, recuerda la ilusión que les hacía a todos, no solo verle convertido en secretario general, sino la sorpresa de haberse reencontrado tantos años después. Otro de los del “pandillón”, Francisco Linde (Pancho, para los amigos), conoció a Pedro en la agrupación y también fue secretario general de las Juventudes Socialistas de Tetuán. Hoy trabaja en el sector financiero, siguen siendo amigos y en esta campaña ha actuado como una especie de Pepito Grillo. Ambos sabían que se le acercaría “mucha gente con muchos intereses”, dice Pancho, a quien Pedro le pidió que fuese crítico con él. Así que en las últimas semanas le ha estado mandado mensajes de Whatsapp con las cosas que la gente comentaba sobre él o sobre su discurso. Por ejemplo, le advirtió que, en el tema catalán, explicara bien qué quiere decir el “federalismo” que Pedro defiende para España, y sobre la “renovación” del PSOE, le advirtió del peligro de cambiar caras sin hacer un debate de ideas.

Su compañera.

Tras aquella actividad frenética con los jóvenes, después, en el año 2000, cambió de hábitos, entre otras cosas porque se fue una temporada a Estados Unidos antes de recalar en Bosnia. En esos años también es cuando fue a aquella fiesta con unos amigos y conoció a una chica bilbaína, una tal Begoña Gómez. A pesar del “tirón” que tenía con las chicas, Pedro Sánchez no había tenido demasiadas novias. “Era un tipo serio”, dice un amigo de aquella época. Con Begoña –que trabaja en una empresa de crowdfunding para financiar ONG y proyectos solidarios– tuvo “un flechazo”, según contó ella en un vídeo que realizó su equipo de campaña para dar a conocer a ese tal Pedro. Se casaron en régimen de separación de bienes en 2006, cuando su primera hija tenía 1 año, en una ceremonia civil que ofició Trinidad Jiménez, entonces concejala del Ayuntamiento de Madrid y con una celebración por todo lo alto en el Hipódromo de la Zarzuela, en Madrid.

Trinidad Jiménez también casó a Eduardo Madina, con quien Pedro Sánchez tiene al menos una cosa en común: unos gustos musicales parecidos, que confluyen principalmente en Los Planetas, uno de los principales grupos españoles de música independiente desde mediados de los 90, de quienes también es fan declarada la reina Letizia. Entre sus gustos musicales figuran también La habitación roja y la islandesa Björk.

Su mujer, Begoña, no es militante del PSOE, pero sí “fan número 1” del nuevo secretario general. No se lo pensó dos veces a la hora de darle su apoyo cerrado cuando le dijo que iba a presentarse a las primarias y después ha seguido la campaña casi a minuto a minuto, principalmente a través de conversaciones telefónicas con su marido, porque ella también trabaja, y con su presencia en algunos actos puntuales, a los que también se han acercado sus padres. Las niñas han sido puestas a buen recaudo durante todo este tiempo para preser-var su intimidad.

Tristes derrotas.

Cuando en 2003 llegó a concejal del Ayuntamiento de Madrid nunca pensó que allí iba a pasar algunas de las horas más difíciles de su vida política, incluyendo los trágicos atentados del 11-M, que tanto le han marcado. Había sido llamado por Trinidad Jiménez para formar parte de su candidatura un año antes de las elecciones y cuando el PSOE se quedó en la oposición municipal la propia Jiménez, como jefa de la oposición en el consistorio, le nombró “concejal de Economía en la sombra”, para que fiscalizara las cuentas del PP en el Ayuntamiento.

La propia Jiménez reconoce a Tiempo que en aquellos años difíciles tuvo “dos pilares fundamentales en los dos pedros: Pedro Sánchez y Pedro Zerolo”. Posteriormente se celebrarían unas primarias en las que Tomás Gómez ganó a Trinidad Jiménez y luego, ya como candidato oficial, Gómez se estrellaría en las urnas en su pelea con Alberto Ruiz-Gallardón.

David Lucas –hoy portavoz socialista en el Ayuntamiento de Móstoles– y Pedro Sánchez trataron de salvar en 2007 los trastos en el consistorio madrileño tras la dimisión de Miguel Sebastián, en medio de la descomposición del Partido Socialista de Madrid (PSM). Fueron dos reveses que le marcaron.

Lucas recuerda la rueda de prensa en la que Sebastián presentó su renuncia. Ese día, casualmente, la mayoría de los miembros del equipo del exministro perdieron el tren o el metro, y no pudieron llegar a hacerse la foto detrás de un político que había quedado muy desacreditado en campaña por haber atacado a su contrincante con cuestiones íntimas. Pedro Sánchez fue uno de los tres que llegaron, junto a Lucas y la hoy diputada Ángeles Álvarez. Tres años después, en la noche electoral que dio el control del PSM a Tomás Gómez, ambos fueron a la sede de Callao a felicitar al ganador y terminaron tomando unas cervezas detrás de plaza de España. Pedro, cansado y entristecido, pero con la sensación de que “había que seguir”.

Tampoco fue nada fácil para él superar la derrota del PSOE en las generales de 2011. No solo porque, con 110 escaños, los socialistas anotaban el peor resultado de su historia, sino porque vio cómo, a pesar de haber mejorado sus posiciones en la lista electoral para asegurarse un escaño, volvía a quedarse fuera del Congreso, como le pasó en 2008.

En ambos casos, entró después. Primero porque Pedro Solbes abandonó la política y después porque Cristina Narbona dejó su escaño. Pero no se rindió. Ya desde los inicios de 2013 un grupo de amigos le animó a que se presentara como alternativa. Y finalmente lo ha hecho hasta convertirse en el nuevo hombre fuerte del partido.

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