La España que teme a Le Pen

28 / 04 / 2017 Antonio Rodríguez
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Las medidas proteccionistas y la determinación del Frente Nacional en querer sacar a Francia de la moneda única aterran a Rajoy y al conjunto de la clase política española... salvo a Vox. 

La candidata del FN bebe una copa de vino blanco en la Feria Internacional de la Agricultura en París. Foto: Chesnot/Getty Images

Más de 7,6 millones de franceses votaron el pasado domingo a Marine Le Pen, la presidenta del Frente Nacional (FN), y para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales es muy posible que la extrema derecha gala consiga el mejor resultado en sus cuatro décadas de existencia. El resultado final del 7 de mayo puede estar más apretado de lo que algunos analistas vaticinaron inicialmente tras la victoria de Emmanuel Macron en la primera vuelta tras ver que otros candidatos, como el conservador François Fillon y el socialista Benoît Hamon, se apresuraban en dar su apoyo al candidato centrista liberal. Un sondeo de Paris-Match publicado el lunes indicaba que el 20% de los votos de la izquierda radical de Jean-Luc Mélenchon irían a parar a Le Pen y la candidata del FN no ha parado en lanzar guiños a los votantes de Mélenchon para que le den su apoyo dentro de una semana. Su último gesto de moderación ha sido abandonar la presidencia del partido. El propio candidato de la Francia Insumisa ha recibido críticas por negarse a dar consignas de voto para el 7 de mayo y varios politólogos ya sitúan a la candidata del FN en la horquilla del 40%.

Le Pen comparte con Mélenchon posturas antieuropeístas y su deseo de dinamitar la regulación laboral vigente. En 2012 cosechó un 17,9% de los sufragios (6,4 millones de votos) y ahora ha elevado el listón hasta el 21,3% con los citados 7,6 millones de papeletas. Su padre, el fundador del FN, sigue siendo un incómodo protagonista para muchos en Francia, aunque su capacidad de influencia ha decaído notablemente en el último quinquenio. Mientras que Jean-Marie Le Pen se declaraba “nacionalista liberal”, su hija defiende postulados de la izquierda como la jubilación a los 60 años si se han cotizado 40, las 35 horas semanales o el aumento del sueldo de los funcionarios. Ella se ha declarado una “patriota social” en la campaña para diferenciarse de su padre y, sobre todo, para evitar comparaciones odiosas con el término “nacional-socialista” de la Alemania nazi. Y no hay que olvidar que el 30% de los votantes del FN son obreros, muchos de ellos comunistas desencantados que tienen miedo a que los trabajadores foráneos les quiten sus empleos. Marine Le Pen defendía en 2012 que su primera medida en caso de llegar al Elíseo sería la creación del Ministerio de la Soberanía para sacar a Francia del euro en el plazo de “seis u ocho meses” y recuperar a continuación el franco. Ahora ha aparcado la propuesta de este singular ministerio, pero no su empeño en que su país abandone la moneda común, una decisión que provocaría un terremoto en Europa, especialmente en España, y que podría llevar a cabo con inusitada rapidez gracias a las prerrogativas que tiene el jefe del Estado en Francia en virtud de la Constitución de 1958 del general Charles de Gaulle (ver recuadro en la página 49). 

Según un estudio del Deutsche Bank, la llegada de la líder de la ultraderecha francesa al Elíseo provocaría una sacudida en el tipo de interés de países como España o Italia y los dejaría en los niveles de 2011. Además, las bolsas europeas caerían un 10% y el euro se depreciaría respecto al dólar y las otras monedas de referencia, el yen japonés y el franco suizo.

La promesa estrella de Le Pen con la salida francesa del euro provocaría una acusada pérdida de competitividad para el país vecino y los expertos coinciden en que la consecuencia más inmediata sería una devaluación de la nueva divisa, que podría alcanzar entre el 30% y el 40%. La prensa económica gala ya ha hecho recomendaciones a sus lectores más adinerados para que protejan sus activos financieros y el producto estrella son los contratos de inversión que se ofrecen desde la vecina Luxemburgo. Además, el presidente del Banco de Francia, François Villeroy, advirtió de que una salida francesa del euro supondría que la financiación de la deuda pública francesa le costaría al país alrededor de 30.000 millones de euros suplementarios en intereses. Y ello con la posibilidad de que una buena parte de los tenedores de deuda –en su mayoría extranjeros– harían todo lo posible para que sus contratos no pasasen del euro al nuevo franco. Una situación que ya se vivió en Argentina en 2001 a raíz del corralito financiero.

El Centro de Estudios Prospectivos e Informaciones Internacionales (Cepii) señaló en un estudio publicado en marzo que una salida de Francia del euro implicaría un reajuste de los tipos de cambio con los otros países miembros, y que si bien el nuevo franco se devaluaría con respecto a Irlanda, Alemania, Holanda y Luxemburgo, se apreciaría con el resto de países, entre ellos, España. En términos de comercio exterior, Francia saldría perjudicada con el nuevo franco porque mientras al primer grupo van dirigidas el 45% de sus exportaciones en la Eurozona, al segundo –los países del sur y del centro de Europa– van destinadas el 55%.

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