La desconocida vida de la mujer de Rajoy

25 / 04 / 2008 0:00 Marisa Perales
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Elvira Fernández Balboa, esposa del candidato del Partido Popular a la presidencia del Gobierno, es una gran desconocida para el público. ‘Tiempo’ desvela en este reportaje cómo es y qué piensa la aspirante a ‘primera dama’.

La historia se repite. Elvira Fernández Balboa –Viri para los amigos–, esposa de Mariano Rajoy, ha renunciado temporalmente a su trabajo y a su sueldo. Ya le pasó en diciembre de 1996, cuando era empleada de Antena 3 y cobraba 960 euros al mes. Entonces no era candidata, sino novia del hoy presidente del Partido Popular. Cuando decidió casarse con su novio y empezó a salir en las revistas, quiso poner tierra de por medio. Un mes de vacaciones sin salario y el anonimato de la gran ciudad que es Madrid cumplieron su misión: dejó de aparecer en público. Ahora es justo al revés. Quiere estar con su marido durante la campaña electoral, pero sin abandonar la atención a sus dos hijos –Mariano, de 8 años, y Juan, de 2–. Telefónica Contenidos, empresa en la que trabaja actualmente, le ha concedido tres meses de permiso.

Esta gallega de Pontevedra, de 42 años, es consciente de lo que está en juego el 9-M. Ella cree que la mejor opción para España es que gane su marido y está dispuesta a echar una mano. Antonio Sola, el nuevo gurú del PP, ha recomendado que aparezca mucho más a menudo en los actos públicos acompañando Rajoy. Ha propuesto que adquiera mayor protagonismo, que se implique incluso con declaraciones públicas. El objetivo es ofrecer del candidato “una imagen más familiar”, como ya ocurre en Estados Unidos con los aspirantes a la Casa Blanca. Elvira ha cedido en parte. Su imagen será más habitual en los medios de comunicación, pero de opinar públicamente, ni hablar. Mariano, que la conoce muy bien, tampoco ha presionado demasiado y se conforma con el papel que ha adoptado. Ella no cree que deba comportarse de una forma especial, cada uno tiene que ser como realmente es.

Discreción ante todo

Entre las fotos que ilustran este reportaje, realizadas por ‘Tiempo’ la pasada semana, y aquel mes de septiembre de 2003, cuando Rajoy acababa de ser nombrado por José María Aznar sucesor en la presidencia del PP, han cambiado muchas cosas. En aquellas fechas, un reportero gráfi co que cubría informativamente la romería del Monte do Gozo, la tradicional fi esta de la militancia gallega del PP, osó preguntar abiertamente: “¿Quién es esa señora que está al lado de Rajoy?”. Era Elvira, su mujer. En ese mismo acto, otro reportero exclamó: “¡Chica, chica... apártate que no vemos a Rajoy!”. Estas dos anécdotas dan una idea de la enorme discreción de Elvira. Una mujer casi invisible.

Ahora, una vez que Elvira empieza a tener cierta relevancia pública, más de uno de sus amigos se pregunta si también le cogerá gustillo a la política. Si su marido llega a ganar las elecciones no tiene muy claro cómo ejercerá su papel de presidenta. Pero sí que hay cosas en las que no tiene la más mínima duda. Aunque hace muy buenas migas con Ana Botella, esposa del ex presidente Aznar, no se le pasa por la cabeza seguir sus pasos y dedicarse profesionalmente a la política (Botella es concejala en el Ayuntamiento de Madrid). De momento, elige cuidadosamente cuáles son los actos de su marido a los que va a asistir y eso lo hace en función de su tiempo. O lo que es lo mismo, del tiempo que le deje libre la atención que ella considera que debe dedicar a su familia.

Elvira se siente militante del PP, aunque no ejerce. Una vez rellenó los papeles para inscribirse, pero nunca le llegaron a enviar el carné del partido. Toda una premonición de su afán por separar la vida social de la personal.

Rajoy tiene muy en cuenta sus opiniones. Ella no le da importancia y cuando algún amigo le pregunta responde sencillamente que es normal, como en cualquier matrimonio, hablar de todo. Aunque conocidos suyos aseguran que cuando los colaboradores de Rajoy quieren que algo salga adelante hablan antes con Elvira, un amigo del matrimonio matiza que “no es del todo cierto”, ya que “cuando la pareja no coincide en sus opiniones, Rajoy intenta convencerla y casi siempre lo consigue”. En once años, Elvira le ha dado un solo consejo: que sea él mismo, que piense primero en él.

Ahora el futuro depende de las urnas. Las encuestas siguen dando una ligera ventaja al PSOE. En Génova, sin embargo, todos destilan mucho optimismo y aseguran que ganará su candidato. Elvira piensa que sería lo mejor para los españoles y que el 9 de marzo se saldrá de dudas. Tras el permiso laboral del que disfruta no sabe qué hará. Un “ya veremos” es la respuesta que más le oyen decir sus más cercanos. Y no por falta de motivación profesional. Le encanta su trabajo en Telefónica, donde es analista de contenidos para el mercado audiovisual, seleccionando los mejores productos y estudiando las repercusiones económicas de los distintos contratos con las grandes distribuidoras. Es una experta en cine.

El día después de las elecciones su marido será protagonista de una forma u otra. Pero ella está muy acostumbrada a que Mariano tenga mucho protagonismo y su vida no va a cambiar de un día para otro. No hay que olvidar que su boda fue portada de ¡Hola! , y que la primera vez que la reconocieron por la calle estaba embarazada de su primer hijo. “¿Eres la mujer de Rajoy?”, le preguntaron de sopetón. Viri se puso muy colorada.

En el día a día, aparte de los acelerones lógicos de esta etapa de campaña, Elvira reparte el tiempo libre entre su marido y sus dos hijos. El mayor, Mariano, tiene debilidad por su padre y, según dicen en la familia, se parece físicamente a su abuelo materno, aunque el color de sus ojos es de su padre: verdes. Va todos los días a clase en el Instituto Británico. Juan, el pequeño, “es muy Rajoy”, aunque también se parece al hermano. Ambos nacieron en Barcelona. La familia podría ser más numerosa, pero Elvira perdió a una niña en el sexto mes de embarazo, un suceso que, personalmente, le afectó mucho.

A Elvira, que define a su marido como un padre fantástico al que adoran sus hijos, le cuesta a veces convencer a los niños de que llegará demasiado tarde por la noche y no pueden esperarle despiertos. También le preocupa cómo les afectará lo que están viviendo en el futuro. Pero padre y madre lo tienen claro: la confrontación política no debe afectarles y ni tan siquiera puede llevarles a tener reacciones negativas. Una vez que al mayor se le escapó un comentario negativo hacia Zapatero, el propio Rajoy le regañó y le exigió que no hablara mal de las personas.

Soltero de oro

La familia Rajoy vive en una urbanización a las afueras de Madrid, en Aravaca. Al líder del PP le encanta recibir en su casa a los amigos, pero ella es más de salir a cenar fuera. Como su padre es cazador, a Viri se le dan muy bien los platos de caza –las perdices escabechadas las borda– y la cocina gallega. Se casaron el 28 de diciembre de 1996, tras cuatro años de noviazgo. La pareja se conoció en una cafetería de Pontevedra, El Universo. Mariano, que entonces era vicesecretario general del PP, estaba acompañado por uno de sus hermanos, Luis, y por otro amigo. En un momento de la noche, decidieron abordar a un grupo de chicas entre las que se encontraba Viri. Se cayeron bien y estuvieron tonteando unos meses hasta que hicieron pública su relación. “No fue un flechazo. Empezaron despacio, se conocieron poco a poco y al cabo de unos meses, seis u ocho, empezaron a salir”, cuenta un amigo de la pareja. Mariano era un soltero de oro y Viri tuvo que apartar algún que otro codazo de quienes pretendían arrebatárselo.

Cuatro años más tarde se casaron ante más de 400 invitados. Intentaron que la boda fuese una ceremonia privada, lejos de las cámaras y los focos, pero no lo consiguieron. Se encontraron con más de cien periodistas en la puerta de la capilla de San Caralampio en A Toxa (Pontevedra). Para el viaje de luna de miel la pareja eligió el Caribe. Y allí fueron acompañados por el hermano y la cuñada de Rajoy.

Ahora, cuando empieza a salir más en las fotos, no quiere llamar mucho la atención. Va poco recargada, viste minimalista. Le gustaría tener alguien que le ayudara para no tener que pensar qué ponerse cuando acompaña a su marido en actos oficiales (personal shopper). Todo lo deja para el último momento y, deprisa y corriendo, se pone lo primero que pilla. Un desastre. Puede llevar el mismo bolso o el mismo anillo cuatro meses seguidos. De pendientes sí varía.

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