La amenaza yihadista en España

20 / 11 / 2015 Antonio Rodríguez y Fernando Rueda
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La Policía vigila a 3.000 islamistas radicales, la mayoría de ellos residentes en Ceuta, Melilla y la provincia de Barcelona

Detención en enero de este año en Melilla de un presunto seguidor del Estado Islámico.

El Al Andalus que germinó en España durante ocho siglos ha permanecido desde entonces en el imaginario de los musulmanes. No solo en la mente de los terroristas más sanguinarios de Al Qaeda o, ahora, del Estado Islámico (EI), sino también en muchos escritos árabes y más de un responsable público. El exembajador y exdirector del CNI, Jorge Dezcállar, relata en su reciente libro de memorias un hecho que le ocurrió a principios de los noventa cuando viajó a Trípoli, capital de la Libia que Muamar el Gadafi gobernó con puño de hierro durante cuatro décadas. En una de las paredes de la oficina del ministro de Exteriores libio se encontró con un mapa de grandes dimensiones que abarcaba el Mediterráneo. En él se coloreaba de verde todo el mundo árabe. Para sorpresa de Dezcállar, la mitad sur de España estaba pintada con este color, con el que se identifica al islam. “Cuando se lo señalé, sin ocultar mi incomodidad por verlo en su despacho oficial, me contestó que aquello era una simple referencia cultural sin la mayor trascendencia. No me lo creí”, explica el que fuera jefe de los espías españoles.

Los salafistas que pregonan los postulados más radicales del Corán consideran que lo que en su día fue tierra musulmana –ellos lo llaman el Dar al Islam– debe volver a serlo y es una obligación trabajar para que así sea, tal y como recordó el autoproclamado califa del Estado Islámico, Abu Baker al Baghdadi, en uno de sus primeros sermones. Tras los atentados de París, una de las reivindicaciones del EI volvió a mencionar el territorio con el que los nostálgicos del panarabismo identifican a España. “Prometimos a Francia que vería algo terrible y lo que se avecina será más fuerte. Queremos conquistar París antes de Roma y Al Andalus”, dijo una voz en off antes de añadir lo siguiente: “Invitamos a los musulmanes a atacar a los cruzados con balas, bombas, cuchillos, coches o a golpes. Si no lo hacen, rendiremos cuentas con ellos en el juicio final”.

El Estado Islámico cuenta con unos ingresos anuales de unos 2.000 millones de dólares (1.880 millones de euros) y a pesar de los últimos reveses militares, sigue controlando la mitad de las reservas de petróleo y gas de Siria e Irak. Con este sustento económico ha tomado el relevo de Al Qaeda en su fijación con Al Andalus, aunque la diferencia entre ambas amalgamas terroristas es que el califato medieval que ha creado Al Baghdadi ha logrado adeptos en España en tiempo récord, muchos más de los que consiguió Osama bin Laden hace una década.

Las detenciones de yihadistas desde los atentados del 11-M tuvieron un pico en 2004 y 2005, que luego se fue reduciendo paulatinamente hasta casi desaparecer en 2012. Pero desde que una serie de facciones disidentes de Al Qaeda se hicieron con territorios de Siria e Irak y proclamaron el Estado Islámico, la cifra de detenidos en España ha aumentado a la misma velocidad que los viajes a Turquía de aquellos que quieren cruzar la frontera con Siria y enrolarse en este grupo terrorista.

90 detenidos en 2015. Fruto de ello es que nuestro país es el que más operaciones policiales ha llevado a cabo en 2015 en la UE contra el EI. Han sido 36 en total: 28 en territorio español y 6 en el extranjero gracias a la información suministrada por Madrid. A raíz de estas acciones policiales, 90 personas han sido detenidas por su relación con el terrorismo islamista en lo que va de 2015: 63 en suelo español y otras 27 en otros países, fundamentalmente en Marruecos, gracias al excelente grado de cooperación que hay en estos momentos con el país vecino. Si uno se remonta al inicio de la legislatura, el número de detenidos en España aumenta a 127, a los que habría que añadir 38 en el extranjero gracias a la colaboración española.

El último informe del Real Instituto Elcano, publicado el pasado lunes tras los atentados de París, subrayó la “eclosión” en España de un yihadismo autóctono en los últimos años, ya que el 45% de los detenidos desde 2013 son ciudadanos españoles. Entre 1996 y 2012, ese porcentaje era de apenas el 4,8%, “lo que constituye la principal mutación reciente del yihadismo en España”. Sin embargo, la última memoria de la Fiscalía de la Audiencia Nacional indica que solo hay 92 yihadistas en cárceles españolas, de los cuales 19 están entre rejas por una condena en firme (aquí habría que incluir a los del 11-M) y 73 en situación preventiva.

Estas últimas cifras indican que una buena parte de los detenidos son puestos en libertad al cabo de unos días o meses, aunque casi todos ellos con medidas cautelares como personarse en la oficina de Policía más próxima cada cierto tiempo o entregar el pasaporte para que no puedan salir de España. Una parte de estos presuntos yihadistas logran dicha libertad con cargos porque el delito del que se les acusa es el de proselitismo por Internet. Así, el magistrado de la Audiencia Nacional Ismael Moreno dejó libre en julio del año pasado a Hamido H.M., un ceutí de 40 años que se dedicó a propagar en la Red soflamas yihadistas desde su casa de la barriada del Príncipe Alfonso, una de las más conflictivas de Ceuta.

A esta persona se le incautaron una pistola con el número de serie borrado y 490 gramos de hachís, de ahí que los policías temiesen que fuera a dar el paso de cometer una acción terrorista. El magistrado no pensó lo mismo, pese a que en su primer auto señaló que el detenido había realizado comentarios en Facebook y otras redes sociales “a través de los que se puede entrever una total determinación, convencimiento y voluntad de actuar”. Entre otras cosas, Hamido se dedicaba a publicar “imágenes, alabanzas y otros comentarios enaltecedores de reconocidos líderes y grupos terroristas, (…) vídeos de decapitaciones, un estrecho seguimiento de la evolución del conflicto sirio y comentarios contra los infieles tendentes a su exterminio y asesinato”. Entre dichos comentarios, este ceutí escribió lo siguiente: “Pido a Allah que me dé valor de matar Ta3ut (las siglas utilizadas por los islamistas radicales para referirse a los occidentales)”, “lucharé hasta la muerte” o “tendría que estar en frente del enemigo luchando cuerpo a cuerpo, esa es la yihad”.

Libre tras siete meses. Si el delito es enaltecimiento del terrorismo yihadista, la condena no suele superar los dos años de cárcel. Así, el pasado 25 de julio la Audiencia Nacional dejó en libertad al marroquí Nabil Benkaddour tras aceptar este último una condena de siete meses de cárcel por este delito antes de la celebración del juicio. Los siete meses ya los había cumplido como preso preventivo tras su detención en noviembre de 2014 en la localidad murciana de San Pedro del Pinatar, así que tras firmar el escrito de conformidad con la fiscalía pudo volver a su casa como cualquier otro ciudadano.

Tanto Hamido como Benkaddour encajan en el perfil de los 3.000 ciudadanos musulmanes que se han radicalizado y cuyos movimientos intentan controlar las Fuerzas de Seguridad españolas, sobre todo en Internet. En las prisiones ya hay 200 presos que se encuentran bajo programas de vigilancia por riesgo yihadista. Hasta 2012, el 80% de los casos de radicalización se daban en las prisiones o en los entornos de los centros de culto, pero en los últimos años la mayoría se detectan a través de las redes sociales, como se vio en el caso de la joven conversa María Cala Márquez, detenida el 20 de octubre en el aeropuerto de Barajas cuando intentaba subirse a un avión con destino a Estambul. Apenas hacía un año que esta joven de 22 años y con vivienda en Almonte (Huelva) se había acercado al islam.

Instituciones Penitenciarias aprobó en febrero, tras los atentados contra el semanario satírico francés Charlie Hebdo, una nueva instrucción interna con la que se amplió la vigilancia a los presos islamistas. Existen tres categorías para clasificarlos: A (altamente radicalizados), B (medianamente radicalizados) y C (susceptibles de radicalización). Los que estaban en los grupos A y B ya recibían una vigilancia especial, pero solo a partir de los atentados de París en enero se decidió incluir también a los del apartado C, de ahí que la cifra haya aumentado a los citados 200 potenciales yihadistas.

El Gobierno aprobó también este año el plan estratégico nacional de lucha contra la radicalización violenta. Fue el pasado 30 de enero y en él se detallaron las medidas a adoptar contra estos colectivos A, B y C: separación de los presos yihadistas en distintos módulos, control de sus contactos personales en el exterior, incautación de obras escritas de autores radicales e, incluso, el control de sus respectivos peculios con el fin de detectar movimientos sospechosos de dinero. En paralelo, los servicios de información aplicaron un plan para evitar la captación de yihadistas en las cárceles y para ello se ha conseguido la colaboración de algunos presos que actúan como informantes.

Los retornados. Con todo, la información que más preocupa al Ejecutivo de Mariano Rajoy es la presencia de españoles en Siria e Irak combatiendo en las filas del califato de Al Baghdadi. El Ministerio del Interior estima que unos 130 o 140 españoles han viajado en el último año y medio a estos países para sumarse a la yihad, con la novedad de que el 10% son mujeres. Por fortuna, es una cifra inferior a la que tienen países de nuestro entorno como Marruecos (unos 1.500), Túnez (3.000) y Francia (1.420). De estos 130-140 españoles alistados en el EI, al menos 33 partieron desde Cataluña, tal y como informó el martes el comisario jefe de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluis Trapero. La mayoría de estos catalanes eran hombres, algunos conversos y radicalizados en el entorno de Internet, pero no en las mezquitas. En Cataluña hay unas 80 mezquitas de orientación salafista, las más peligrosas por el adoctrinamiento yihadista que se da en ellas.

El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, aseguró hace unos meses que de los 1.264 edificios árabes de culto que hay en España, 98 seguían la línea más radical del islam, la del salafismo. E indicó que la mitad de ellas estaban en Cataluña, ubicadas en municipios como Salt, Vilanova i la Geltrú, Reus o Torredembarra. Todas ellas se encuentran en el área metropolitana de Barcelona. El mayor quebradero de cabeza para las Fuerzas de Seguridad españolas son la treintena de españoles alistados en el Estado Islámico que, posiblemente, han podido regresar a la península. Estos retornados son los más peligrosos, como se ha visto la pasada semana en París, ya que tienen conocimientos militares y pueden organizar células terroristas.

El Real Instituto Elcano constató, además, que los yihadistas ya no actúan en solitario. Y aportó un dato contundente: el 90% de los detenidos en los dos últimos años en España se encontraban “en compañía junto a otros individuos de sus mismas ideas y en redes”. Esta creciente peligrosidad llevó al Gobierno a elevar a finales de junio (tras una serie de atentados en Francia, Túnez y Kuwait) la alerta antiterrorista al nivel cuatro, solo un escalón por debajo del máximo en el que el Ejército sería desplegado en infraestructuras críticas.

A raíz de los atentados en París, se ha extendido el temor en las capitales europeas de que el Estado Islámico haya creado una estructura estable en Europa. Lo peor de los terrorismos de ETA o el IRA era que tenían una organización estructurada, disponían de acceso a traficantes de armas y una dirección en lugar seguro para mover a terroristas expertos sobre el terreno. En muchos casos, los comandos de ETA llegaban desde Francia a España unos días antes de los atentados, los cometían y huían, para así dificultar las tareas de detención. Según fuentes antiterroristas consultadas por TIEMPO, se teme que el Estado Islámico haya estado organizando una estructura en los últimos meses y disponga de comandos aislados, sin comunicación entre sí, pero con capacidad de matar, así como medios, dinero y personas entrenadas.

La reivindicación del atentado de París se hizo de una manera inequívoca por el Estado Islámico, que demostró conocer extremos importantes de las acciones, cuando hasta ahora los atentados yihadistas efectuados en Europa eran ejecutados por comandos aislados, sin conexión con la cúpula, que se buscaban la vida en lo referido a los sitios donde atentar y las armas que utilizar. Tras los atentados del 11-M en Madrid, hubo una primera reivindicación genérica de la dirección de Al Qaeda desde Londres que resaltaba el odio a “la España cruzada” y una posterior del grupo atacante que demostraba que seguían la filosofía de Bin Laden, pero que habían actuado por iniciativa propia. La forma novedosa de actuar del Estado Islámico en París ha despertado la alarma porque han provocado un agujero importante en la red tendida por los servicios de inteligencia europeos para evitar atentados. Esa supuesta estructura estable ha tenido acceso no solo a armas de repetición, sino a explosivos, y a los Gobiernos les urge descubrir cómo los han conseguido. De nada sirve que en España se haya tapado el boquete de la venta de explosivos que facilitó el 11-M si los terroristas –como ha pasado en Francia– traen las armas de fuera e incluso los activistas viven en otro país europeo –caso de Bélgica–. Un escenario contemplado teóricamente por los espías españoles, pero que hasta hace unos días estaba alejado de la realidad.

El tema de la inmolación de los últimos terroristas de París puede aparentar ser novedoso, según expertos de la inteligencia española, pero no lo es tanto. Recuerdan que en los atentados del 11-M los terroristas colocaron las bombas y huyeron, pero al menos los jefes del grupo siempre supieron que los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, que les habían tenido controlados durante mucho tiempo antes, terminarían dando con ellos y su final para evitar la cárcel sería necesariamente la inmolación, como así sucedió en el piso de Leganés. Esta experiencia, según las citadas fuentes, debió inspirar en parte la advertencia del primer ministro francés, Manuel Valls, cuando tres días después de la matanza de París advirtió de la posibilidad de nuevos atentados. Sin duda pensaba que los terroristas que participaron en la acción y habían huido podrían inmolarse antes de dejarse detener, cosa que sucedió parcialmente el miércoles en el barrio parisino de Saint-Denis, ya que al menos una yihadista se hizo explotar con la ayuda de un cinturón de explosivos y otro respondió con disparos a la llegada de la Policía.

Búsqueda de datos en Siria. Distintas fuentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) llevan muchos meses reconociendo que existe la posibilidad de un atentado en España y repiten la advertencia de que no existe el riesgo cero. ¿Ha cambiado la situación tras la masacre del 13-N? La respuesta que dan es que solo ha variado ante la necesidad de actuar ante la nueva variante de atentados desarrollada en París, que supondría un escenario diferente. La lucha contra el yihadismo en España no la llevan adelante solo los servicios de información españoles, sino que es muy importante la coordinación con otros países.

Existe un club de agencias de inteligencia occidentales que intercambian permanentemente información sobre los sospechosos de yihadismo, incluidos sus movimientos hacia otros países europeos. “Si vienen a España terroristas de otro país, que no tenemos fichados, y nadie nos avisa, es casi imposible controlarles”, advierten en relación con los hechos de París. Obtener información de donde sea para controlar a posibles terroristas no tiene límites y se ha dado el caso, hace menos de un año, de que agentes de la inteligencia de varios países occidentales, entre los que estaba España, acudieron a Siria para reunirse con colegas del servicio secreto de Al Assad, con el fin de pedirles datos sobre el Estado Islámico, Al Qaeda y los naturales de cada país que luchaban con ellos.

La situación, no obstante, es más complicada en Francia, donde el número de yihadistas es mucho mayor, tienen muchos más ciudadanos que España en las guerras de Siria e Irak y los jóvenes simpatizantes son franceses de nacimiento y no de adopción, como la mayor parte de los casos en nuestro país. Por el momento, la información de que disponen las fuerzas antiterroristas no hablan de que el EI tenga una estructura organizada en España, similar a la descubierta en Francia y Bélgica. Y aunque el Ejército ya tiene establecido el plan concreto para la presencia de los militares en las calles españolas, si en algún momento el Gobierno decreta el nivel 5 de la alerta, las citadas fuentes consideran que el despliegue está bien en situaciones extremas como la francesa, aunque en España no aportaría mucho más a la labor que ya desarrollan las policías y el CNI.

Hilo directo. Los continuos golpes a los reductos yihadistas en España demuestran que tras el 11-M todos se tomaron muy en serio la labor de control. Hay que recordar que el CNI ha pasado de 2.300 agentes en 2004 a 3.500 en la actualidad y que la Policía también se ha volcado, aunque con menos medios a su disposición. Eso sí, en estos años ha disminuido muy considerablemente la amenaza de ETA, lo que ha liberado a muchos expertos de los que lucharon y acabaron con ellos y que ahora están detrás de los yihadistas.

Tras los últimos atentados de París, hubo una comunicación rápida entre el servicio de inteligencia francés y el español. En París hay un hilo directo permanente entre el delegado del CNI y la dirección del espionaje francés, que se repite en Madrid entre el delegado del servicio francés y la agencia española. Lo primero fue buscar en los cientos de colaboradores españoles en el mundo musulmán cualquier relación que se pudiera dar entre los terroristas de París con España. Se buscó también información entre los detenidos en el último año del Estado Islámico. No solo se trataba de prestar ayuda a los colegas franceses, sino también de descubrir si había prevista alguna réplica del atentado en España que se les hubiera pasado por alto. Además, alertaron a sus antenas en los países árabes para intentar descubrir alguna amenaza en concreto contra Europa y España.

LA PROFECÍA MALDITA DE UNA PELÍCULA
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El filme Made in France se iba a estrenar este 18 de noviembre en un centenar de cines franceses, pero su lanzamiento se tuvo que suspender tras los últimos atentados de París. Es el segundo aplazamiento en 2015 de esta película, en la que un periodista musulmán se infiltra en un grupo de jóvenes que pretende crear una célula yihadista para sembrar el terror en la capital gala. El protagonista es el actor Malik Zidi. La cinta, escrita y dirigida por Nicolas Boukhrief, fue rodada en 2013, dos años antes de los atentados de enero contra el semanario satírico Charlie Hebdo, pero los acontecimientos han podido con ella y su profecía maldita. En las calles de Francia aún se podían ver esta semana los carteles en los que se anunciaba el estreno de esta producción, en los que aparecía un rifle de asalto sobreimpreso a una imagen de la torre Eiffel y con una frase de encabezamiento –“La menace vient de l’interieur” (La amenaza está dentro)– premonitoria. De momento, de los carteles han desaparecido la frase y el fusil y está por ver la fecha de estreno.

LOS BARRIOS MÁS VIGILADOS
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El barrio del Príncipe Alfonso en Ceuta (en la foto) es lo más parecido que hay en España al Molenbeek de Bruselas que tanto preocupa a las autoridades policiales de media Europa. Este enclave ceutí se encuentra junto a la frontera marroquí y está copado al 90% por ciudadanos musulmanes con escasos recursos económicos. Un caldo de cultivo perfecto para que el Estado Islámico y otros grupos yihadistas echen sus redes entre los jóvenes con un difícil porvenir. Según el Real Instituto Elcano, el 75,8% de los detenidos por yihadismo en España entre 2013 y 2015 provenían de las ciudades de Ceuta (39,1%) y Melilla (36,7%). Una explicación de ello es que ambas plazas cuentan con la mayor concentración de musulmanes por metro cuadrado en España. El 43,3% de los habitantes ceutíes profesan la religión de Mahoma, mientras que en Melilla esta cifra asciende al 50,6%.

Pese a ello, Barcelona y su entorno metropolitano son el principal escenario de yihadismo en España. El 29,9% de los detenidos por este motivo desde 2013 fueron arrestados en la provincia de Barcelona, donde además residía el 32%. En abril fue desmantelada una célula de 11 miembros que se disponía a atentar en la Ciudad Condal. Para ello contaban con imágenes de algunos edificios emblemáticos. El 3 de noviembre fueron detenidos en Vallecas y el suburbio chabolista de la Cañada Real (Madrid) tres yihadistas “disponibles para cometer atentados terroristas” en la capital.

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