Historia de una extorsión

25 / 04 / 2016 Luis Calvo
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Ausbanc y Manos Limpias funcionaban como un aparato casi mafioso en el que pedían dinero a cambio de no atacar a entidades bancarias y particulares.

Es muy probable que nadie entendiese que una organización ecologista, Greenpeace por ejemplo, se financiase gracias a la publicidad que las grandes empresas energéticas o las principales constructoras del país pusieran en sus publicaciones. Rápidamente todos les acusarían de parcialidad y pondrían en entredicho su capacidad para defender el medio ambiente. E inmediatamente las críticas arreciarían. Sin embargo, eso es lo que durante años ha ocurrido con Ausbanc, una supuesta asociación de usuarios de servicios bancarios, que actuaba más como lobby de sus propios intereses que como defensora de los consumidores. Las sospechas existían, pero nunca trascendían más allá de un runrún interno del sector. En resumen, todos los sabían, pero nadie se atrevía a denunciar. Hasta ahora.

Hoy su presidente, el abogado Luis Pineda, duerme en una celda en Soto del Real. Fue detenido la semana pasada acusado de extorsión. Junto a él, la operación se llevó por delante también a Miguel Bernad, el presidente de Manos Limpias, el pseudosindicato que ha copado la vida judicial española en los últimos años. Ambos trabajaban codo con codo, aunque siempre bajo la dirección de Pineda. Según el auto del juez Santiago Pedraz que llevó a su detención, los dos socios aprovechaban la “cobertura” que les daban sus respectivas organizaciones para coaccionar a empresas y particulares y conseguir cantidades de dinero que se enmascaraban como campañas publicitarias en los medios de la asociación de Luis Pineda. Durante años, Ausbanc fue el niño mimado en los presupuestos publicitarios de la mayoría de entidades, con precios muy superiores al de mercado. Solo Caja Madrid, primero, y BBVA, más tarde, se negaron a pasar por el aro. La respuesta fueron artículos criticando de forma brutal el funcionamiento de dichas entidades y aconsejando a sus asociados huir de sus productos bancarios. El resto siguió financiando a la asociación. El sistema era muy simple. Ausbanc exigía a las distintas entidades bancarias con las que trabajaba que dedicaran buena parte de sus presupuestos publicitarios anuales a los medios del grupo. A cambio, Ausbanc era benévola, tanto en las informaciones que publicaba como en las reclamaciones que sostenía contra la entidad bancaria. Por el contrario, si estas se negaban, Ausbanc ponía todo su aparato en marcha para tratar de hacer el mayor daño posible a la entidad. Es ahí donde era vital el papel de Manos Limpias como elemento extra de presión. El pseudosindicato interponía querellas a la carta, destinadas, más que a conseguir justicia, a intimidar a aquellos que Ausbanc había puesto o pretendía poner en su diana. La relación ni siquiera se trataba de esconder. Muchas veces, el abogado que representaba al sindicato era el propio Luis Pineda. Si al final el chantajeado cedía, retiraban la querella, si no, llegaban hasta el final.

La investigación, que afecta además de a Pineda y Bernad a otras 12 personas, ha certificado la existencia de extorsiones en al menos cuatro casos abiertos en la actualidad: Nóos, los ERE de Andalucía, un proceso contra el Banco Sabadell y otro contra la asociación de consumidores Facua. El caso del juicio contra Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarin es especialmente vergonzante, ya que Manos Limpias es la única acusación que se sostiene contra la infanta. Consciente de su poder, Luis Pineda se puso en contacto con dos entidades, La Caixa y el Banco Sabadell para que mediaran con la infanta. La oferta era que se retirarían del proceso a cambio de dos millones de euros. Unos días después, la cantidad subió. Tres millones de euros para cubrir también los elevados gastos procesales.

En una conversación grabada por orden judicial, Pineda habla de la operación con uno de sus colaboradores, concretamente sobre la actuación que la abogada de Manos Limpias, Virginia López Negrete, había tenido durante el interrogatorio a la infanta. Asegura que “se ha pasado”, pero que si al final se realiza el pago tendrá que retirarse, quiera o no. “Tendrá que plegar velas. Hacer lo que deba hacerse, no lo que le guste a ella, aparte de que su momento de gloria ya lo ha tenido”, le confiesa a su interlocutor. El pago nunca se produjo. El subdirector de los servicios jurídicos del Banco Sabadell y el abogado de la infanta, Miguel Roca, se negaron al chantaje y denunciaron ante la Policía lo ocurrido.

Tuvieron más suerte con Unicaja. Pineda, personado a través de Manos Limpias en la causa de los ERE de Andalucía, exigió un millón de euros para retirar la acusación que pesaba en esa causa contra el presidente de la entidad, Braulio Medel, de su época como vocal de la Agencia IFA, dependiente de la Junta andaluza. La entidad cedió. A principios de febrero, desde Unicaja se ingresaron más de 600.000 euros en distintas empresas asociadas a Ausbanc, una cantidad muy superior al gasto habitual en publicidad de la entidad andaluza.  Los otros 400.000 euros debían pagarse después de la declaración de su presidente ante el juez. En una conversación con el secretario general de Unicaja, Ángel Fernández Noriega, Pineda recurrió a la amenaza: “Tengo hasta el miércoles de la semana próxima para cumplir mi palabra. Tenéis que abonar los 400 adeudados y de los que tienes todos los documentos y facturas. O no respondo”. El final fue satisfactorio para Pineda. Tras la declaración de Medel, a la salida de los juzgados, Pineda declaró que había quedado satisfecho con la declaración y que pediría el archivo de la causa. Solo cuatro meses antes, el sindicato había pedido el cese inmediato de Medel al frente de la mayor entidad bancaria andaluza.

El mismo sistema funcionaba con particulares. No era ni siquiera necesario que los socios encontraran algo presuntamente ilegal. A Javier López, presidente de Credit Services, Pineda le llegó a pedir 300.000 euros al año, una parte en dinero negro. Como la entidad no los podía pagar, le dijo que los sacara de su sueldo. López recordaba estos días la conversación: “Me reúno con él y en su despacho me dice que todos los bancos tienen vergüenzas que esconder y que él es nuestro defensor, que si le pagaba una cantidad haría un informe y me defendería de los consumidores que quisieran fastidiarme. ‘Si no encuentro vergüenzas me las invento’, dijo”. López denunció la extorsión y Pineda le puso una querella por atentar contra su honor. En la actualidad, López paga entre indemnización, multa e intereses 600 euros diarios, algo inasumible para la práctica totalidad de los trabajadores.

Muchos pagaban para evitar problemas. Se calcula que con este sistema Ausbanc podría haber conseguido cerca de siete millones de euros en los últimos cinco años, pero la cifra no se conocerá hasta que termine la investigación, dado que se sospecha que también había pagos directos, sin declarar.

Parte de ese dinero, unos 3.000 euros mensuales, se destinaba a financiar la actividad de Manos Limpias, un sindicato que asegura rozar los 6.000 socios pero de los que, reconocía Miguel Bernad a esta revista el año pasado, “muchos no pagan su cuota (60 euros) por las dificultades económicas”. Su actividad real, de hecho, se da en los juzgados más que en los centros de trabajo. Manos Limpias tiene solo unas decenas de delegados sindicales en toda España. En cambio está o ha estado en todos los grandes frentes judiciales de los últimos años: El caso Nóos, Bankia, los papeles de Bárcenas, el caso Pujol, el caso Rato, los ERE de Andalucía, los cursos de formación de Madrid o el caso Madrid Arena pero también en causas tan peregrinas como el trato a los cadáveres en la Facultad de Medicina de la Complutense o una demanda contra Samuel Eto’o por cantar “Madrid, cabrón, saluda al campeón”.

Queda la duda de qué pasará con muchas de estas demandas tras la operación policial, especialmente con la que afecta a la infanta Cristina. Aunque la abogada de Manos Limpias que ejerce la acusación popular del caso Nóos ha asegurado que no tiene relación con la extorsión y que se mantendrá en el proceso, las partes ya han pedido al juez que revise el caso.

Otro bloque importante de las demandas del sindicato tenía que ver con los orígenes ultraderechistas de Bernad, admirador de Blas Piñar y caballero de honor de la Fundación Francisco Franco. Ha sido especialmente batallador contra Podemos, al que denunció como “organización criminal”, y contra el matrimonio homosexual. Una de las causas más surrealistas en las que se embarcó fue la denuncia ante el Defensor del Pueblo contra Los Lunnis, un espacio infantil de televisión, por mostrar en pantalla una familia homoparental.

El mismo origen ultraderechista lo comparte Luis Pineda, algo que ha ayudado a que la relación entre ambos cuajara. Durante su juventud, en 1982, el director de Ausbanc fue detenido por la Policía acusado de lanzar cócteles molotov durante una conmemoración del golpe de Estado del 23-F. No era su primer incidente policial. Solo un par de años antes había sido detenido, y condenado, por asaltar una casa pistola en mano para robar. Su intención era financiar con el crimen el partido de ultraderecha Frente de la Juventud, del que formaba parte. Pronto encontraría otras formas menos escandalosas de obtener fondos.

Pineda fundó Ausbanc en 1986. Supo ver negocio en la indefensión de los consumidores antes las grandes empresas y decidió sacar tajada. Ausbanc comenzó como asociación de consumidores sin ánimo de lucro, pero cuando el dinero comenzó a llegar, Pineda se encontró con que la actividad no era compatible con los ingresos que obtenía de su chantaje a las entidades bancarias. Las asociaciones de consumidores no pueden financiarse a través de publicidad de los operadores de mercado. Para adecuarse a la legislación desdobló entonces la sociedad.

Por un lado existía la asociación de consumidores, Ausbanc Consumo, sin apenas ingresos y que solo se encargaba de fiscalizar a los bancos o aquellas actividades que consideraba denunciables. En este sentido consiguió éxitos bastante remarcables como la anulación de las cláusulas suelo (demanda compartida con otras asociaciones), del redondeo al alza de los créditos, el cobro por segundos en lugar de por minutos de las operadoras telefónicas o la creación de un registro de seguros. Eso hizo que aumentara rápidamente su prestigio y, por tanto, su capacidad de presión ante sus víctimas.

La parte lucrativa del negocio se desviaba mientras a Ausbanc Empresas. Era esa la sociedad que publicaba las revistas y recibía el dinero de las campañas publicitarias. El negocio se fue ampliando y pronto se dedicó también a la venta de informes a las entidades, muchas veces ni siquiera solicitados, y el patrocinio de eventos. En la actualidad, Ausbanc Empresas se dedicaba a actividades tan variopintas como inmobiliaria, agencia de viajes o un teléfono de pago para el asesoramiento financiero. Su entramado incluso se había internacionalizado. Tenía presencia en Colombia, Estados Unidos, Argentina,Venezuela y México. En solo 30 años, Pineda pasó de montar un chiringuito a todo un emporio basado en la extorsión. Ahora desde prisión contempla cómo todo se viene abajo.

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