Guerra en el independentismo

15 / 12 / 2017 Antonio Fernández
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Tensión máxima entre los líderes del PDECat y ERC, que se disputan el voto útil soberanista.

Puigdemont interviene por videoconferencia en un acto de Junts per Catalunya. Foto: Susanna Sáez

A cara de perro. La campaña catalana del 21 de diciembre se presenta con una inusual dureza y un ritmo in crescendo que lleva a los partidos independentistas a radicalizarse paulatinamente para arañar votos al contrario. Se da la circunstancia de que el electorado secesionista está plenamente movilizado –de hecho, lleva movilizado cinco años– y en ese trozo de pastel quieren pescar lo máximo posible tres candidaturas: la del expresidente Carles Puigdemont (que tiene detrás al PDECat), la de Oriol Junqueras (ERC) y la de Carles Riera (CUP). La verdadera pugna es entre Puigdemont y Junqueras, ambos ausentes de tierras catalanas, puesto que el primero está huido en Bélgica y el segundo está recluido en la cárcel de Estremera. Junqueras partía como favorito en todas las encuestas, pero el ex convergente le está ganando la partida y la calle a golpe de atrevidas propuestas, a cada cual más independentista. En las filas del PDECat son muy optimistas. “Las encuestas indican que hay un 18% de indecisos. Ya veremos si se acaba dando la vuelta al marcador”, dice a Tiempo un alto cargo del partido de Puigdemont. Además, sostienen que en las últimas elecciones autonómicas hubo 500.000 nacionalistas que no votaron y se quedaron en casa, por lo que esperan que ahora se muevan y acaben dando su confianza a los separatistas. Por ello, los dos pesos pesados del independentismo, hasta hace poco socios íntimos, son ahora rivales feroces. De hecho, hay un pacto entre el PDECat y ERC de no atacarse mutuamente y de obedecer consignas comunes contra el Gobierno español y contra el bloque del 155 (es decir, contra Ciudadanos, PP y PSC), aunque la realidad es diferente y las zancadillas son continuas. 

Guerra sin cuartel y pacto entre caballeros

Porque ambos, Puigdemont y Junqueras, reclaman para ellos el voto útil. La campaña se ha tornado, pues, en una guerra sin cuartel con pacto entre caballeros. El posicionamiento de Puigdemont con actitudes extremistas ha dejado, de momento, descolocada a ERC, que día a día se ve obligada a ir a remolque y competir con el expresident en promesas radicales. Las últimas, volver a colocar como jefe de los Mossos d’Esquadra a Josep Lluís Trapero, y reabrir las embajadas que cerró el Gobierno español tras tomar el control de la Generalitat.

“Puigdemont es el president elegido democráticamente y cesado por el Gobierno español. Y eso pesa mucho. Esa legitimidad acabará pasando factura a Esquerra”, advierte el alto cargo del PDECat antes citado. A tenor de los últimos sondeos que manejan los partidos, esa afirmación no es tan descabellada: la lista de Junts per Catalunya (JxCat), que encabeza el dirigente del PDECat, está a un paso de desbancar a la de ERC, que con Junqueras en la cárcel es pilotada por la secretaria general del partido, Marta Rovira. El comité de estrategia de Puigdemont había previsto el aterrizaje por sorpresa del expresident en la campaña para dar un golpe de efecto, forzar su detención y arañar votos a ERC. El propio dirigente, desde Bruselas, señaló que está dispuesto a volver a Cataluña “para tomar posesión”, aun a riesgo de ser detenido. De hecho, en una reunión del comité asesor se planteó seriamente su regreso en la última semana para romper la campaña electoral. La intención de voto de Puigdemont sube mientras que el motor de Esquerra Republicana comienza a fallar.

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