Fuego amigo en el soberanismo catalán

21 / 12 / 2016 Atntonio Fernández
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La tensión aumenta entre los distintos partidos que alientan el proceso soberanista de Cataluña.

Diputadas de la CUP rompen fotos del rey Felipe VI en una rueda de prensa

Un documento de Poble Lliure, uno de los partidos que componen la Candidatura d’Unitat Popular (CUP), fechado el pasado 9 de noviembre, insistía en que para que el proceso secesionista tenga éxito es necesaria una “fase de confrontación” con el Estado español que el Gobierno catalán deberá asumir.

A lo largo de los pasados meses, en casi todas las reuniones de la CUP, la consigna dada insistía en la necesidad de la movilización popular en la calle como herramienta política. El lunes 12 de diciembre, tras las detenciones de cinco activistas por quemar banderas y fotos de Felipe VI en la Diada del pasado 11 de septiembre, la CUP tuvo la excusa perfecta para tocar a rebato. El razonamiento de los antisistema es que existe “una operación de asedio y represión política selectiva, sin ningún fundamento jurídico, contra el independentismo catalán, perpetrada por el Estado con el aval de determinados sectores inmovilistas de nuestro país”.

El colectivo Endavant, alrededor del cual se agrupa el núcleo duro de la CUP, es más severo y considera que “el Estado invasor opera en contra de los que luchan por la libertad de nuestra tierra” y que “los Mossos d’Esquadra actúan bajo el acuerdo tácito de los Gobiernos catalán y español que los amparan”.

Todo ello aderezado con iniciativas para intentar visualizar que el independentismo está más vivo que nunca: desplazamiento a Madrid de diputados de la CUP para apoyar a los detenidos ante la Audiencia Nacional, petición de dimisión del consejero del Interior, Jordi Jané, y ruedas de prensa de dirigentes antisistema rasgando y quemando fotos de Felipe VI. Demasiadas fotos llamativas. Y, para colmo, dos sedes del Partit Demócrata Europeu Catalá (PDECat), la antigua Convergència, con pintadas independentistas en sus fachadas pidiendo la dimisión del consejero por su alineamiento con el enemigo, o sea, con el Estado español y sus jueces. Es lo que llaman consecuencias del “fuego amigo” desde un amplio sector de este partido, que repudia estas actuaciones.

Tensión creciente

Pero lo cierto es que la revuelta de las fotos es una fase más de la campaña de tensión que comenzaron los soberanistas desde el verano pasado para afrontar la última fase del procés antes de la independencia. Los actos simbólicos de protestar contra el Día de la Hispanidad o el Día de la Constitución despertaban una cierta simpatía en todos los sectores independentistas. Pero la quema de fotos y banderas es otro cantar. “Si quieres que te respeten, has de respetar. Si tú quemas la bandera de un rival, no puedes esperar que luego él se avenga a dialogar contigo. Si tú exiges respeto por lo tuyo, has de respetar lo de los demás”, dice a TIEMPO un exdirigente de Convergència.

Además, “una parte de ERC no comparte esta estrategia, aunque puede haber otra parte que sí”, dice a TIEMPO un diputado autonómico republicano, que añade que “no es una situación agradable y, en cierto sentido, es normal una cierta subida de tono con incidentes como estos”. Mientras, la portavoz del Ejecutivo catalán, Neus Munté, dice que la sangre no ha llegado al río.

Pero hay una cosa cierta: en la antigua Convergència se asegura sin ambages que “esto puede dañar al procés” y los opinadores del soberanismo convergente ya han avisado que lo que ha hecho la CUP es una acción de “infantilismo”. En algunos círculos se habla incluso de romper amarras con los anticapitalistas y convocar elecciones anticipadas en un plazo de dos meses, algo que, de momento, no entra en los planes del presidente catalán, Carles Puigdemont.

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