Femen desde dentro

10 / 02 / 2016 Luis Calvo
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A pesar de haber reducido sus protestas durante  los últimos meses, Femen sigue activa y prepara nuevas acciones en España. Así funciona esta organización.

Quedamos en la calle X. Desde allí os acompañamos nosotras hasta la sede”. Quien habla es Lara Alcázar, líder y fundadora de Femen España. Pese a pedir una dirección concreta, se niega amablemente. “Está muy cerca de allí. Prefiero acompañaros”. Todo en torno a Femen tiene un aura de misterio. La amenazas que reciben casi a diario en su cuenta de Twitter y en el teléfono de contacto que facilitan en su página de Facebook les hacen moverse con mil ojos. Son discretas. Nadie diría viendo el local donde entrenan y se organizan que es allí donde se fraguan las protestas que han sacado los colores a muchos líderes políticos, económicos o religiosos. Aunque sus acciones consiguen siempre una gran repercusión mediática y en las redes sociales, para llevarlas a cabo apenas se necesitan recursos. Según cálculos internos, la organización cuenta solo con unas 300 activistas en todo el mundo. En España no superan la decena. Son las que forman el corazón y el cerebro de Femen en nuestro país. Las que protagonizan las acciones y participan en la toma de decisiones. En ocasiones, en función de las responsabilidades externas de cada una, ese núcleo se reduce incluso más.

Junto a ellas hay muchas otras que van y vienen. Chicas en general muy jóvenes, veinteañeras, que se ven atraídas por el movimiento, pero que rara vez consolidan su implicación más allá de acudir a algún entrenamiento. Son duros y pocas las que lo soportan. Ni siquiera lo consiguió Indira, cofundadora junto a Lara de la sección española y que poco después de la primera toma de contacto con los métodos de Femen se echó a un lado. “Me dijo que no tenía madera, que no se veía hecha para esto. Lo entendí. No es algo con lo que pueda todo el mundo”, confirma Lara.

Todo se basa en el sextremismo, es decir el uso del cuerpo desnudo como arma política. No basta con salir en topless a la calle con mensajes pintados sobre el cuerpo. Hay que luchar, resistirse al arresto, colar el mensaje. Dos activistas hacen de fuerzas de seguridad mientras una simula que se planta frente a un objetivo. La acción no es real, pero la violencia de sus compañeras sí. En alguna ocasión han terminado lesionadas. Terminan y repiten. Lara corrige. Las instrucciones no paran: “Piernas separadas, actitud agresiva, pero nunca violenta. No os riáis. El objetivo es permanecer el mayor tiempo posible gritando el mensaje, agarraos a lo que sea. Retorceos para liberaros, que se vea que los violentos son ellos, no nosotras. Y siempre tratad de intimidar al objeto de la acción, que no se sienta seguro”. Y no se sienten. Desde que en mayo de 2013 se fundara la rama española, son muchos los personajes que han tenido que soportar las interrupciones de las activistas. Esperanza Aguirre, Alberto Ruiz-Gallardón o Antonio María Rouco Varela entre otros. Al ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, incluso le abordaron dos veces en un mismo día. “Cada vez resulta más difícil, la seguridad es mayor y desconfían de mujeres solas. Nos esperan”, explica con un punto de orgullo Begoña, precisamente la activista que protagonizó esa protesta, veterana como Lara. Juntas llevan buena parte del peso de la organización. Son, dicho en plata, quienes mandan.

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Hay jefes en Femen? Ni Lara, ni Begoña ocultan que en la organización hay una jerarquía rígida. “No es como una jerarquía militar, basada en la obediencia ciega. La hay por experiencia y por implicación. No es lo mismo dedicar a esto el 95% de tu tiempo como Lara, que venir aquí alguna vez. No puedes tener el mismo nivel”, reconoce Mireia, una de las menos antiguas del círculo más cercano a la dirección. Fue ella quien protagonizó la última protesta desnuda de Femen, en el Senado durante la aprobación de la reforma del aborto. Cuando la soltaron y los medios empezaron a pedir declaraciones suyas, fue Lara la que habló con los redactores. “Y menos mal. Yo no habría podido hacerlo igual de bien”, reconoce Mireia.

No es lo único que depende de Lara. Es ella quien está en contacto con el resto de líderes de Femen Internacional. Ahí la estructura jerárquica se repite. Nada se hace sin el conocimiento de Inna Shevchenko, la fundadora del movimiento y establecida en Francia tras huir de Ucrania en 2008. Cada propuesta se discute primero en la sede nacional. Se aceptan propuestas, pero la última palabra la tiene un núcleo duro. “Las que tenemos más experiencia y ya sabemos si algo funciona o no funciona”, justifica Begoña. Cuando se toma la decisión, se somete a la aprobación del resto de portavoces de cada país. Todas la acciones de Femen en el mundo pasan por ese sanedrín internacional. No solo se informa, se aceptan o rechazan las propuestas de cada país.

Tras toda esta burocracia hay, sin embargo, una estructura muy frágil. Se financian exclusivamente a través de donaciones y las ventas de su tienda (coronas de flores, camisetas...). En el momento del reportaje apenas tienen 35 euros en la cuenta que acaban de abrir, ya a nombre de la recién creada asociación. No es suyo siquiera el local donde se reúnen. Tampoco cuentan con el poder de captación que tenían cuando empezaron a realizar acciones en nuestro país. En los campamentos de fin de semana podían juntar a 18 o 20 chicas dispuestas a todo. Ahora en muchos entrenamientos, en principio todos los sábados, no consiguen juntarse más de 3 o 4. Algunos  fines de semana se suspenden por que no hay siquiera suficientes para encarnar los roles de las acciones.

No solo falla la captación. Cada vez más voces críticas han surgido dentro de Femen Internacional. Amina Tyler, la estudiante tunecina que en marzo 2013 se convirtió en un ejemplo tras ser detenida en el país africano por posar desnuda. Fue precisamente ella quien inspiró a Lara para montar Femen España. Sin embargo, ese mismo año abandonaba Femen entre acusaciones de islamofobia. Pese a todo, Lara le quita importancia. Según ella la organización no solo es islamófoba, sino que combate cualquier religión, cualquier manifestación del “patriarcado”. Y seguirán con su lucha. Muy pronto.

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