Esta justicia es como un pato

02 / 06 / 2017 Agustín Valladolid
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El aterrizaje en puestos clave de la judicatura de personas afines al Partido Popular sugiere que alguien quiere ponerse a salvo.

El fiscal general del Estado, José Manuel Maza. Foto: Ballesteros/EFE

La justicia es una materia delicada. Para que funcione de forma eficaz y equilibrada conviene tratarla con sumo cuidado, casi con mimo. En España, la Justicia es sin embargo una materia maltratada. Durante la dictadura no merecía tal nombre, y después, a partir de la Transición, ha sido probablemente el ámbito de lo público que en mayor grado se ha visto comprimido por intereses contrapuestos. La Justicia española sigue siendo excesivamente vieja, contradictoria, desigual, tardía, interesada, manipulada. O sea, anacrónica y arbitraria en demasiadas ocasiones, parcial y abusiva en otras tantas, e ineficaz en más episodios de los que serían aceptables.

Hemos llegado a un punto en el que ya casi nos da igual el orden de los factores; que la Justicia esté politizada o que la política se haya judicializado hasta extremos insoportables.

No son la misma cosa, de ningún modo, pero el efecto que producen ambas anomalías en la sociedad es el de un descrédito desolador. Y cuando creíamos que como no se podía hacer peor ya solo era posible mejorar; cuando nos habíamos vuelto a creer que era posible construir un pacto de no agresión, de cierta despolitización que propiciara las reformas pendientes, alguien ha decidido que no, que lo primero es lo primero y lo urgente, en esta coyuntura, es sacrificar el acuerdo en aras de la autoprotección.

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