Luis de Guindos

22 / 12 / 2017 Hernando F. Calleja [Ilustración: Luis Grañena]
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Ministro de Economía, Industria y Competitividad

Cuando el destino lo escriben otros

Candidatura: en Alemania confían en que forme candidatura con Jens Weindmann para el BCE post DraghiI. Estirpe: es técnico comercial del Estado, el cuerpo que ha dirigido la economía española en los últimos 40 años. Ilustración: Luis Grañena

“La historia ama las paradojas”. Bertolt Brecht. Y una paradoja puede ser que Luis de Guindos (Madrid, 1960) acabe como vicepresidente del Banco Central Europeo, cuando por estas fechas, él ni siquiera contaba con ser aún ministro de Economía. Porque aguantó la prórroga de la legislatura anterior, pero en modo alguno se había planteado seguir cuatro años más. De hecho, cuando acabó su mandato de Secretario de Estado de Economía en el Gobierno Aznar, su trayectoria apuntaba al sector privado y allí anidó siete años entre la banca de inversión, la docencia y algo más de tiempo para el tenis, para el que se considera bien dotado. 

“Nada debe parecer imposible de cambiar”. Otra frase brechtiana que parece hecha para los técnicos comerciales y economistas del Estado, la pomada de la política económica de los últimos cuarenta años, fuera cual fuese el turno político. Y para esos cambios, exigentes y exigidos por Europa, volvió De Guindos, preso del compromiso, a un ministerio que sintetiza el reformismo bajo el apellido de la Competitividad. Y ahí sigue hasta que, una vez más, alguien decida por él. 

Y quien lo puede hacer es su mentor. Wolfgang Schaubel o sea Angela Merkel. Y cogerá disciplinadamente sus raquetas, su bufanda del Atlético, un puñado de películas de Buñuel y otras tantas de Jonh Ford, meterá en las maletas a Galdós y a Baroja, a Dostoievki y a Tolstoi y acaso acampará a orillas del Meno, en el taller financiero del euro. Y su familia, otra vez, aceptará resignada tenerlo en Madrid de viernes a lunes, como si estuviera en la mili. Y él pensando que alguna vez habrá que decir que no.

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