Josu Jon Imaz

La clave: El Plan de Eficiencia ha sido decisivo en la mejora del beneficio de Repsol, pese a los bajos precios. La idea: Un país moderno y avanzado necesita una base industrial sólida con la que España no cuenta. Ilustración: Luis Grañena

Hay quienes prefieren creer en la predestinación mejor que en la voluntad. Cuando era un crío, Josu Jon Imaz (Zumárraga, 1963) le decía a su madre que algún día trabajaría en Petronor. Pasaron los años y fue presidente de la petrolera de Muskiz. Para ello estudió Químicas, obtuvo el premio extraordinario fin de carrera, obtuvo beca de investigación y se especializó en polímeros. En el Grupo Mondragón completó la que sería su convencida vocación industrial. 

Pero un joven del PNV no puede decir que no a Sabin Etxea. Imaz entra en modo pausa profesional e irrumpe en la política. Alcalde de Zumárraga, eurodiputado, consejero de Industria, Comercio y Turismo del Gobierno vasco y presidente de la Ejecutiva Nacional del PNV, sustituyendo nada menos que a Xavier Arzalluz en esta responsabilidad. Otra carrera fulgurante que dura trece años. Pero las chimeneas de Petronor emitían un canto seductor como las sirenas de la Odisea y, tras un curso de descompresión de la política en la Universidad de Harvard, Imaz reemprendió su vocación industrial en 2008, precisamente en Petronor. Luego, en Repsol desempeñó diversos cargos dentro del área industrial y en 2014 fue nombrado consejero delegado. 

Los excelentes resultados obtenidos por la primera petrolera española en un contexto de precios bajos, con un incremento de los beneficios netos del 41% entre enero y septiembre, aumenta el mérito. La propia empresa basa este ejercicio exitoso en el plan de eficiencia, que podría interpretarse como un reflejo de la personalidad de Imaz, cuyos rasgos más acusados son austeridad, laboriosidad, modestia y una rara condición, que cae bien a todo el mundo. Lo que quienes le conocen, resumen diciendo que es un tipo muy majo.