Josep Lluís Trapero

Ilustración: Luis Grañena

Hijo de taxista vallisoletano. El jefe de la Policía autonómica catalana se ha convertido en uno de los protagonistas tras los atentados yihadistas en Barcelona y Cambrils. Sus respuestas tranquilas ante el horror de la primera masacre de las Ramblas templaron los ánimos y dieron lustre a los Mossos, que venían de varios episodios conflictivos como el caso Quintana. Nació en 1965 en el barrio obrero de Santa Coloma de Gramanet, es hijo de taxista vallisoletano y en su familia le llaman “José” a secas. De carácter reservado, siempre que puede se refugia en un huerto que su familia tiene en Villafranca del Penedés y disfruta tocando la guitarra, sobre todo canciones de Serrat. 

No le atraía la Policía. Trapero se sacó en 2006 la licenciatura de Derecho por la Universidad Abierta de Cataluña a pesar de que siempre le han gustado la biología y los animales. Un amigo le animó a opositar a los Mossos siendo joven. Formado en la Escuela de Policía de Cataluña, donde ingresó en 1989, empezó como agente en Gerona y luego en Viella. Entre sus especializaciones destacan cursos en criminalidad informática, blanqueo de capitales y financiación del terrorismo. Ascendió a comisario en jefe de los Mossos en 2013 y el año pasado fue elegido mayor, el cargo más alto dentro de la Policía catalana, por el Gobierno de Carles Puigdemont, aunque nunca se ha significado políticamente a favor de nadie.

¿Qué hará el 1 de octubre? El Parlamento catalán se apresuró tras los atentados a condecorar a los Mossos por su actuación policial. Desde la oposición se interpretaron las prisas como el deseo de los soberanistas de atraerse a este cuerpo policial a su causa. Trapero ha insistido en los últimos meses en que respetará la ley, pero, como el resto de los funcionarios, es posible que se vea entre la espada de las nuevas leyes catalanas de desconexión y la pared de la legalidad española.