José Enrique Serrano

Ilustración: Luis Grañena

Jefe de fontaneros. Hay pocos nombres en España que estén más ligados al palacio de La Moncloa que el de José Enrique Serrano (Madrid, 1949), el veterano diputado socialista que sustituirá a Eduardo Madina en septiembre, cuando abandone su escaño en el Congreso. Siempre ha tenido línea directa con los líderes del PSOE. Más allá de los enfrentamientos internos y las distintas transiciones orgánicas, Serrano siempre ha permanecido como figura clave del poder socialista. Fue jefe de Gabinete de Felipe González durante su última etapa como presidente y retomó el cargo cuando José Luis Rodríguez Zapatero ganó las elecciones. Siempre en un discreto segundo plano, lejos de las cámaras, muchas de las leyes de ambos Gobiernos, incluidas algunas de las más polémicas, como la ley Sinde o la reforma laboral, llevaban, sin embargo, su sello. 

El Estado en su cabeza. Licenciado en Derecho y profesor de Derecho del Trabajo en la Universidad Complutense de Madrid, en todas las federaciones socialistas reconocen su capacidad para “tener todo el Estado en la cabeza”. Ha estado involucrado en la búsqueda de una solución territorial para el Estado o en la propuesta socialista de reforma constitucional. Además, conserva de sus años como mano derecha del Ministerio de Defensa una excelente relación con el Ejército.

De la máxima confianza de Sánchez. Serrano no solo ha arrimado el hombro cuando el PSOE acariciaba el poder. Asesoró en la oposición a Joaquín Almunia y Alfredo Pérez Rubalcaba, facilitando la transición entre liderazgos, y firmó el manifiesto que reivindicaba la figura de Zapatero cuando más denostado era. Hábil negociador, pronto se ganó la confianza de Sánchez y formó parte del equipo que trató de llevarle hasta La Moncloa en 2016. Ahora sigue en su núcleo de confianza. Queda por ver si a la segunda, con más calma, consigue hacerle presidente.