Alejandro Luzón

Ilustración: Luis Grañena

La sombra de la dimisión de Moix. El nuevo fiscal jefe de la Fiscalía contra la Corrupción y la Criminalidad Organizada, Alejandro Luzón, llega tras un periodo tormentoso, protagonizado por su antecesor, Manuel Moix. Este dimitió al conocerse su participación en una sociedad radicada en un paraíso fiscal, que era propietaria de la casa de sus padres, que él heredó junto a sus hermanos. Luzón, miembro de la mayoritaria Asociación de Fiscales, contó con el apoyo de los representantes de esta en el Consejo Fiscal. La asociación, de carácter conservador, había pedido la dimisión de Moix aun cuando había apoyado en su día su nombramiento.

Fundador de la Fiscalía Anticorrupción. Luzón ha formado parte de la Fiscalía Anticorrupción desde que fuera creada en 1995, bajo el Gobierno de Felipe González y con Carlos Jiménez Villarejo como fiscal jefe. Ha vivido, por lo tanto, todos sus problemas relacionados con los encontronazos con el poder político. Luzón fue el fiscal de los casos Afinsa o, mucho antes, de los fondos reservados del Gobierno González. Llega a su nueva responsabilidad con el reconocimiento a su trabajo como fiscal, por ejemplo, en los casos Bankia o de las llamadas tarjetas black, y la confianza en el gran conocimiento que tiene de la Fiscalía que ahora dirige. Es lo contrario que ocurrió en su día con el nombramiento de Moix. 

Buen ambiente entre los fiscales. Es hijo del que fuera teniente fiscal del Tribunal Supremo, José María Luzón, de carácter conservador también. Llama la atención que su propuesta de actuación para la Fiscalía Anticorrupción se base en enfoques diametralmente opuestos a los de su antecesor, Manuel Moix. Entre estos destaca su intención de mantener un buen ambiente y respaldar la actuación de los fiscales. Luzón es partidario de dar celeridad a los procedimientos llevando a juicio los casos en cuanto haya suficiente material probatorio.