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El más allá del escaño seguro

30 / 11 / 2015 Clara Pinar
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El Partido Animalista y Vox echarán el resto el 20-D, C’s verá si sus votantes se confunden con otros partidos, a la izquierda se le amontonan las opciones a la izquierda del PSOE...

Simpatizantes del Partido Animalista en una de las habituales manifestaciones contra el Toro de la Vega.

Aunque las encuestas no lo demuestren, hay vida más allá del Big Four, los cuatro partidos que todo apunta que se repartirán el pescado electoral en las generales del 20 de diciembre. Al lado de PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos, las candidaturas electorales están plagadas de siglas que, con más o menos posibilidades intentarán desde entrar en el Congreso de los Diputados, como el Partido Animalista contra el Maltrato Animal (Pacma) o el derechista Vox, hasta simplemente reforzarse de cara a su verdadera vocación, que es la de tener representación en los ayuntamientos. Algunos jugarán incluso con un nombre demasiado parecido al partido de moda, Ciudadanos, y verán si la semejanza les beneficia o, como aseguran, les perjudica. En todo caso, este año por primera vez el intento de pequeños partidos de entrar en el Congreso contaba con un requisito que ha parado los pies a más de una lista electoral, también las más excéntricas. En función de la modificación de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (Loreg) que acordaron PP y PSOE en 2011, por primera vez, este año los partidos que no tienen representación parlamentaria han tenido que presentar un número de avales igual al 0,1% de cada cirscunscripción en la que deseen presentarse para que el Ministerio del Interior confirme su candidatura para el 20-D. Esta condición ha dificultado la tarea a los partidos muy pequeños, según explica el secretario de comunicación de uno de ellos, Ciudadanos Libres y Unidos (Cilus), Pedro Schewenzer. “La gente es muy reacia a dar el DNI”, dice el apoderado de una lista que finalmente no consiguió las más de 4.500 firmas necesarias para presentarse por Madrid; 4.000 para Barcelona, ni las 433 para concurrir por Valladolid. Después de la criba de los avales, la candidatura de Cilus queda reducida a la lista por Jaén, donde hacían falta 533.617 avaladores y que para el 20-D también será reducto de otras formaciones a las que la recolección de avales ha hecho daño, en comparación con otras convocatorias electorales donde les bastó con poder rellenar la lista de candidatos para presentarse por más provincias. Uno de los casos es Falange Española, que, con resultados que en 2001 no pasaron del 0,1%, con 2.901 votos, era hasta ahora un partido asiduo en las elecciones generales.

Quienes no han tenido mayores problemas para recoger avales en buena parte de las 52 circunscripciones son dos partidos que esperan que el 20 de diciembre sean sus elecciones más importantes con las que, quizá, entrar por fin en el Congreso de los Diputados.

Una de ellas es el Partido Animalista (Pacma), que hasta ahora había sido uno de los más honrosos perdedores de las elecciones –aquellos que se quedan en los primeros puestos entre los partidos que no tienen representación– y que se presenta al 20-D con “muchas expectativas”, gracias a la popularidad que le ha dado en los últimos años, pero sobre todo en este 2015, su oposición al Toro de la Vega, el torneo taurino en el que el animal muere lanceado que se celebra cada septiembre en Tordesillas (Valladolid). Si en 2014 el secretario general del PSOE se comprometió por teléfono en el programa Sálvame a prohibir festejos que maltraten a los animales, en 2015, la movilización contra el Toro de la Vega alcanzó cotas nunca vistas con el Pacma al frente, que envió activistas a Tordesillas, convocó una concentración en la Puerta del Sol de Madrid y recogió firmas que entregó en la sede del PSOE. El torneo, admiten en Pacma, “nos ha ayudado mucho”. “Ha sido un gran cambio, hemos conseguido fijar la agenda política y que el PSOE se posicionara sobre esta cuestión”, dicen en una formación que trabaja por “los derechos de los animales, la defensa del medio ambiente y la justicia social”.

Por primera vez, el Pacma ha presentado listas al Congreso y al Senado en todas las provincias, a diferencia de 2011, cuando lo hicieron solo en 47. Fuentes de este partido constatan que sus resultados crecen “exponencialmente” de una elección a la siguiente, como también crecen en número de afiliados, que se ha incrementado en un 50% en el último año hasta llegar a 2.500, lo que también facilita la recogida de avales necesarios para presentarse el 20-D.

Pacma es uno de los partidos que se consideran perjudicados por el actual sistema electoral, que en 2011 les dejó sin representación en el Congreso con 101.557 votos, mientras que la formación navarra de Uxue Barkos, Geroa Bai, obtuvo uno con solo 42.411 votos. En las europeas de 2011 mejoraron el resultado, hasta los 176.237 votos y en el 20-D se darán por satisfechos si superan los 200.000, dicen en el partido, donde también son muy conscientes de que será difícil tener escaño. “Vamos con muchísimas expectativas, pero somos realistas”, dicen en alusión a su ausencia en los medios de comunicación y al sistema electoral. También se considera víctima del sistema electoral y del apagón informativo con respecto a ciertos partidos otra formación que espera marcar un antes y un después el 20-D con un escaño en el Congreso. La formación, Vox, es una escisión por la derecha del PP, al que pertenecieron algunos de sus líderes, como Santiago Abascal, presidente y candidato a la presidencia del Gobierno. Esta será la primera vez que se presentan a unas elecciones generales, en concreto con listas en 30 provincias, aunque la Junta Electoral Central anuló a última hora sus listas al Senado por La Gomera y Palma. Su estreno electoral se produjo en las elecciones de 2014, cuando sacaron 244.929 votos y se quedaron como la primera fuerza entre los partidos que no consiguieron escaño en la Eurocámara. Detrás de Vox, el Pacma. “Tenemos expectativas de entrar en el Congreso –asegura Abascal–. Es verdad que no aparecemos en las encuestas pero tampoco nos fiamos de ellas. Hay millones de españoles que piensan como nosotros y aún no se atrevían a votarnos y Rajoy cuenta con millones de españoles que le tienen antipatía y aún no se atrevían a dejar de votarle”, dice el líder de un partido que denosta el Estado de las autonomías, el “expolio fiscal”, la “defunción” de las clases medias y de la unidad de España. Abascal admite que la estrategia que ha emprendido Vox en esta ocasión para luchar contra el ninguneo de los medios ha sido una política de fichajes electorales como la que se reprocha a Podemos, la formación a la que Abascal, en las antípodas ideológicas, reconoce haber terminado con “el voto del miedo” y propiciado que los ciudadanos se planteen sin temor cambiar el sentido de su voto. No es este el único vínculo entre Podemos y Vox, porque ha sido muy sonado el fichaje de Salvador Monedero, padre de Juan Carlos Monedero, uno de los fundadores del partido morado, para cerrar la lista por Madrid al Congreso. No saldrá, pero su mera presencia en las listas de Vox ha atraído la atención mediática, como también lo ha hecho la inclusión de la celebrity Carmen Lomana en el último puesto de la lista de Madrid al Senado.

Monedero padre saltó hace meses a las páginas de los periódicos por declarar que era militante del PP de Madrid y que admiraba a Esperanza Aguirre. Posteriormente, se supo que iba a votar a Vox y, en ese momento, Abascal aprovechó para pasarse por el bar que regenta el padre del fundador de Podemos en el madrileño barrio de Argüelles para “charlar con él”. Ha ido un par de veces y “hemos trabado cierta amistad”, dice el candidato de Vox sobre un hombre “muy interesante y con una gran sabiduría”. De ahí a ofrecerle un puesto simbólico solo hubo un paso y Monedero padre aceptó de buena gana, según Abascal. “Fuimos a verle el otro día, se lo planteamos y no hubo que insistirle. Fue un sí inmediato. Yo creo que gustó la idea, fue un honor para él y para nosotros”. No hablaron de lo que opinará su hijo Juan Carlos. “En cosas familiares, no me meto. A veces no son los hijos sino los padres los que salen respondones”, dice el líder de Vox, que sostiene que “el hijo no tiene que pensar como el padre ni el padre como el hijo”.

El fichaje de Carmen Lomana fue más indirecto, por medio de una persona de la ejecutiva de Vox que la conoce y que le planteó a Abascal que quizá sería buena idea tenerla a bordo. Lomana aceptó ir como independiente en el cuarto y último puesto de la lista de Madrid al Senado, con el único objetivo, según ha explicado ella misma, de “cerrarlo”.

La presencia de Monedero y Lomana entra dentro de una estrategia para llamar la atención que el propio Abascal admite que supone una “frivolización” de la política con la que ni siquiera todos los militantes de Vox se muestran de acuerdo pero que, al fin y al cabo, les hace pasar su mensaje de cara a la cita del 20 de diciembre. “En la medida en que nos permite transmitir nuestro mensaje y que millones de españoles que piensen como nosotros que no nos conocían logren conocernos, nos habrá dado una gran oportunidad”, dice Abascal sobre sus fichajes-estrella entre los que no está otro personaje popular, Francisco Rivera Ordóñez, que en el pasado se unió a Vox para reclamar la custodia compartida. “No, no se lo hemos planteado”, dice divertido Abascal.

En vez de jugar con sus expectativas electorales, otros partidos que se presentarán el 20-D o que pretendían presentarse tenían como una de sus principales armas un nombre demasiado parecido a Ciudadanos o Podemos. Son formaciones “ambidiestras”, “ni de izquierdas ni de derechas”, con objetivos genéricos de empleo y riqueza que, más que nada, pueden restar votos a otros. A falta de posibilidades, e incluso interés, de llegar al Congreso, formaciones como Ciudadanos Libres Unidos (Cilus), Ciudadanos de Centro Democrático (CCD) o Esperanza Ciudadana suponían un contratiempo para el Ciudadanos de Albert Rivera. Más envalentonado, el Partido Unionista Estado de España (Puede) pidió incluso la anulación de las listas de Podemos porque el nombre de la formación de Pablo Iglesias se parecía a su denominación.

La posible confusión de los votantes entre nombres demasiado parecidos ya ha sido motivo de preocupación para los de Rivera, que en las municipales de este año solicitaron a las respectivas juntas electorales de Andalucía y de la Comunidad Valenciana que anularan las candidaturas de Cilus y de CCD porque podían provocar confusión. En ambos casos, las autoridades electorales desestimaron las acusaciones y el 20-D estos dos partidos volverán a enfrentarse a los de Rivera en las urnas. Eso sí, mermados, porque Cilus no ha conseguido avales para ir en Madrid, Barcelona y Valladolid y ha quedado confinado a la provincia de Jaén, mientras que la no recogida de avales ha frustrado los planes de CCD para salir de su territorio natural, Castellón y Valencia, y presentarse también en Guadalajara y Tarragona.

En ambos casos, estos dos partidos reivindican que ellos llegaron antes de que C’s se convirtiera en un partido nacional y que la coincidencia de nombres, más que beneficiarles, les perjudica. David García, presidente de CCD, recuerda que su partido nació en 2010, cuando lo que quedaba del CDS de Adolfo Suárez decidió integrarse en el PP. Los que no quisieron fundaron un partido que está “harto” de que les llamen “copia” de C’s. “Nosotros veníamos antes”, reivindica el líder de una formación que hasta hace apenas unas semanas tenía también un sospechoso logo naranja que han cambiado por uno más diferente a la formación de Rivera. No esperan tener ningún diputado pero podría ser que le quitaran votos a C’s en Valencia. Su vocación es “municipalista”, asegura García en relación a los 40 concejales que tiene por toda España. Si se presentan el 20-D es porque “en el Congreso de los Diputados no hay ningún partido que represente el centro progresista de Suárez”, dice Pérez, que no entiende que se les reproche la coincidencia de nombres por una palabra cuando nunca se ha dicho lo mismo de PP y PSOE, donde se repite el vocablo partido.

Podemos no contará con su propio contratiempo electoral porque el Puede, un partido asturiano que pedía la impugnación de las listas de los de Iglesias, no ha conseguido finalmente los avales necesarios. Su presidente, José Luis Zapico, explica que después del éxito de Podemos en las europeas “mucha gente llamó” para felicitarle pensando que se trataba del Puede. Eso le llevó a impugnar ante el Ministerio del Interior y la Oficina Española de Patentes y Marchas las candidaturas de Podemos por “inducir a error” a los votantes de Puede. Interior contestó con una batería de información sobre cómo reclamar. También escribieron a Podemos “para buscar una vía de salida a la confusión de los ciudadanos de Puede con Podemos”, a los que los de Pablo Iglesias dieron la callada por respuesta.

A quienes la falta de avales suficientes tampoco permitirá presentarse son a dos excéntricas candidaturas que figuraban, por Madrid, en las listas provisionales que publicó el BOE la semana pasada. Por una parte, el controvertido abogado Emilio Rodríguez Menéndez pretendía presentarse con una formación antigua, el Partido Socialista de la Justicia. Rodríguez Menéndez, varias veces encarcelado en España y huido después a Argentina, regresó a Madrid el año pasado, reabrió bufete y retomó una pasada actividad política con un “proyecto honesto y sincero” para conseguir lo que la sociedad española “merece” desde hace tanto tiempo. Por otra parte, los electores madrileños también se quedarán sin votar al Partido Azul de Derecha Progresista, liderado por un pintor, Fernando Gil Lagunilla, que no dudó en alojar en la misma web en la que vende sus cuadros un proyecto político que, como si de un promotor inmobiliario se tratara, tenía como promesa número uno la “construcción de 500.000 viviendas al año de tres habitaciones, comedor, cocina, baños y cochera por 90.152 euros a españoles nativos, con hijos y pocos ingresos a pagar en veinte años sin entrada ni intereses”.

Lo mismo les puede ocurrir en algunos casos a las candidaturas que están a la izquierda del PSOE. Después de la ruptura entre Podemos e Izquierda Unida, en casi toda España los electores elegirán entre los de Iglesias y sus distintos nombres (Podemos o Compromís-Podemos-És el Moment, en Valencia, o En Marea en Galicia, entre otros) y los de Alberto Garzón, que concurrirá con una candidatura llamada Unidad Popular, Izquierda Unida, Unidad Popular en Común. Junto a ellos, la izquierda es de cara al 20-D un verdadero magma de formaciones que, sin posibilidades reales, sí podrían restar votos a dos partidos que ya de por sí compiten por un electorado muy similar. Haciendo gala de la hilarante máxima “un votante de izquierdas, un partido”, los electores pueden elegir también entre opciones como Por la Izquierda o la denominación “Pola Izquierda” en circunscripciones gallegas, el Partido Comunista de los Pueblos de España, Construyendo la Izquierda-Alternativa Socialista (Clias) o Solidaridad y Autogestión Internacionalista.

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