El hombre que susurra a Pedro Sánchez

29 / 06 / 2017 Clara Pinar
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Exmilitante de las Juventudes Comunistas, lector voraz, asesor político en América Latina... Así es José Luis Ábalos, el nuevo número tres del PSOE.

Ábalos Junto a Ximo Puig y otros socialistas valencianos en el 2000, antes de intentar liderar el PSPV. Foto: Manuel Bruque/EFE

Después de casi 40 años de militancia y con más de tres décadas a sus espaldas ocupando cargos públicos y orgánicos, José Luis Ábalos, el recién nombrado secretario de Organización del PSOE, vive su mejor momento en política que, curiosamente, empezó como algo muy parecido a un “sepelio”. Así es como él mismo percibió el ambiente del grupo socialista en el Congreso justo antes de que el pasado 13 de junio le tocara subir a la tribuna, en calidad de portavoz provisional, para explicar la abstención de su partido a la moción de censura que Pablo Iglesias lideraba en nombre de Unidos Podemos contra Mariano Rajoy. No sólo era ver que sus compañeros se acercaban a su escaño para desearle “suerte”. Desde la noche anterior venía recibiendo whatsapps de amigos del PSOE valenciano con ánimos y hasta con sugerencias de última hora. El deseo entre sus fieles en Valencia era que por lo menos “saliera vivo”, recuerda uno de ellos. Y tanto.

Ábalos, uno de los 15 diputados socialistas que en octubre del año pasado rompieron la disciplina de voto que dictaba abstención y gritaron “no” a la investidura de Mariano Rajoy, defendió la abstención a la moción que esta vez buscaba convertir en presidente del Gobierno a Iglesias con un discurso que no solo empezó a presentar al nuevo PSOE de Pedro Sánchez, sino que, al menos por una mañana, reunió los aplausos del sector sanchista, del que él forma parte, y de los partidarios de Susana Díaz en las primarias que casi parten en dos al PSOE.

El trance también le convirtió en el político revelación de la moción de censura, a pesar de que en Valencia es más que conocido. El concurso de popularidad se completó días más tarde, cuando Sánchez le designó como el nuevo secretario de Organización. Los más observadores le habrían identificado como una de las caras que más han aparecido durante estos meses al lado de Sánchez en su casi épica carrera hasta la secretaría general del PSOE. Pero quién es el nuevo número tres del partido sobre quien recaerá la responsabilidad de renovarlo según los designios de Sánchez y de, según los casos, perdonar la vida o al menos no obstaculizar el eventual relevo de barones y dirigentes socialistas que apostaron por Susana Díaz en las primarias (ver recuadro bajo estas líneas).

A sus 57 años, Ábalos es un político muy experimentado dentro de la Comunidad Valenciana, donde tiene una justa fama de aparatero, según amigos y adversarios consultados por este semanario. Pero también es un dirigente que disfruta del trato directo con la militancia, perseverante, fiable, hábil para conservar fidelidades y con “mucho sentido del humor”. Frente a la dureza que pueda aparentar, Ábalos “es de risa fácil”. 

Lejos del centro izquierda

En 1995 se convirtió en secretario general del PSOE de Valencia ciudad, por primarias y a dos vueltas, y desde 2012 lidera el partido en toda la provincia. Allí, el nuevo secretario de Organización del PSOE ha dado muestras de ser un político en la socialdemocracia clásica –“no es una persona a la que yo situaría en lo que se ha venido en llamar centro izquierda”, dice un amigo– y es el único dirigente provincial del PSOE en crear una secretaría para la Memoria Histórica en toda España. Además Ábalos ha encadenado cargos al aparato desde 1983: jefe de la secretaría particular del delegado del Gobierno, del gabinete del conseller de Trabajo, asesor del Ayuntamiento de Valencia y concejal durante diez años, diputado de la Diputación de Valencia y diputado nacional desde 2009. La discreción con la que hasta ahora ha discurrido su presencia en el Congreso en Madrid contrasta con el ruido que desde hace décadas ha venido haciendo en el socialismo valenciano, donde empezó a escalar posiciones apenas dos años después de afiliarse.

Llegó al PSOE en 1981 desde las Juventudes Comunistas, a las que se había afiliado en 1976, con 16 años y un año antes de su legalización. Como era común en la rama juvenil de un partido aún clandestino, Ábalos se dedicaba a ir al piso franco de Valencia donde se organizaban los traslados de paquetes y mensajes y él era enlace entre miembros del partido. Su etapa en las Juventudes –que en una reciente entrevista a La Vanguardia aseguraba entre risas ya haber purgado– duró cinco años y terminó porque veía “mucha gerontocracia” y un partido que no estaba actualizado para lo que necesitaba el país. “Era un discrepante que terminó saliendo”, recuerda otro exmiembro del PCE que, sin embargo, también le recuerda como un “hombre muy callado”.

En 1981 se afilió al PSOE en la agrupación de Valencia Nord, que agrupa a barrios como Orriols o Benicalap, obreros y donde recalaron buena parte de emigrantes de Castilla-La Mancha, como era su caso. Ábalos nació en Torrent, pero su familia procede de Cuenca, una circunstancia que tendría mucho que ver con el hecho de que ni sus compañeros más antiguos de partido le hayan visto nunca hilar un discurso en valenciano, lengua que no habla. Nieto de guardia civil e hijo de un banderillero frustrado –el Carbonerito, por su pueblo, Carboneras de Guadazaón–, de joven ayudaba a sus padres, fabricantes artesanos de muñecas que vendían a los turistas. Quienes le conocen dicen que “ha hecho de todo”, no solo en política. Estudió Magisterio y se convirtió en profesor de EGB y durante una temporada regentó un bar llamado Oriente en Benicalap. En los últimos tiempos, Ábalos admite que duerme unas cinco horas y media al día –“es un ave noctámbula”, dice un amigo–. Aunque bien entrado en la cincuentena tuvo a su quinto hijo –el mayor está en la treintena– con su segunda mujer, de profesión policía local, aún le han quedado ganas para seguir estudiando –a un ritmo lento– y hoy solo le quedan algunas asignaturas para terminar Derecho en la Universidad de Valencia.

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Haciendo campaña por Pedro Sánchez en Valencia

Atención a la militancia

En su agrupación –que ha apoyado mayoritariamente a Sánchez en las dos primarias– empezó a desarrollar otro de sus fuertes, el gusto por el trato directo con los militantes y el olfato para captar su sentimiento. “Se deja caer siempre que puede”, dice el secretario general de la agrupación, Martín Navarro. Cuando se le requiere para algo, pero también es frecuente verle en las cenas de los últimos jueves de cada mes, en la de Navidad o en la de verano. Jose, como le llaman sus compañeros, “disfruta del contacto con los militantes”, algo que le ha permitido siempre tomar muy bien la temperatura al partido en Valencia, un olfato que ha estado siempre en el origen de sus éxitos políticos. Sin embargo, a pesar de su peso orgánico, han sido más los reveses.

Ábalos ha sido considerado en el Partido Socialista del País Valenciano (PSPV) más bien como un “advenedizo” porque no solo no perteneció a ninguna familia –de Joan Lerma, Ciprià Ciscar o Ximo Puig, el presidente de la Generalitat, con el que apenas mantiene comunicación–, sino que se las puso enfrente. “Siempre ha estado en contra de poderes fácticos” del socialismo valenciano, que han desplegado en torno suyo un “cordón sanitario”. Esto le ha dado más sinsabores que alegrías, a pesar de que hoy, junto a Sánchez, pasa por el mejor momento de su vida política.”Seguro, sin duda”, dice alguien que le ha visto “en varias ocasiones al borde del KO”.

Aunque ya no se le atribuyen aspiraciones de liderar el PSOE valenciano, su peor momento fue cuando en 2001 disputó la secretaría general en un congreso que perdió por siete votos frente a Joan Ignasi Pla. Ábalos contaba con ganar, sobre todo porque esperaba recibir el apoyo de José Luis Rodríguez Zapatero, a quien, como ha hecho ahora con Sánchez, fue el encargado de presentar a los socialistas valencianos. Antes del congreso del PSOE de 2000 en el que Zapatero ganó por nueve votos a José Bono, Ábalos había organizado una comida en un restaurante de la playa de El Saler con dirigentes socialistas valencianos para presentarles a quien fuera secretario general del PSOE. Pasaron los meses y Ábalos hubiera esperado un apoyo a su candidatura para liderar el PSPV que no llegó. ¿Se sintió traicionado por Zapatero? “No, pero no recibió el apoyo que tal vez esperaba”, dice un testigo de esa época.

Quince años más tarde, Ábalos abrió las puertas de Valencia a Sánchez, a quien apoyó desde las primarias de 2014. No solo metafóricamente. Antes de llevarle a las Fallas de este año o de organizar el multitudinario mitin de Xirivella con el que Sánchez arrancó su campaña hacia las primarias del mes pasado, el hoy secretario general del PSOE se hospedó en su casa las primeras veces que fue a Valencia antes de enfrentarse a Eduardo Madina y José Antonio Fernández Tapias, en 2014. A Ábalos le seducía que era una persona joven, con ilusión y formación y que podía modernizar el PSOE de la forma que él cree necesario. Nadie duda de su papel en la búsqueda de avales para Sánchez, que en la provincia de Valencia que lidera logró tantos -5.300- como Díaz en toda la Comunidad Valenciana.

Llegado el famoso Comité Federal del 1 de octubre que terminó con la dimisión de Sánchez, Ábalos vio en la actitud de la gestora hacia Sánchez algo parecido a su experiencia como “una china en el zapato” de sus compañeros en Valencia. “Se han unido dos personas con una trayectoria bastante dura en este sentido”, dice un conocido, que recuerda haberle oído decir que la defenestración de Sánchez “no le va a salir gratis a la gente que lo ha hecho y además van a perder”. Ábalos está entre quienes “más insistentemente” le animaron a echarse a la carretera y volver a intentar liderar el PSOE. 

Libros y américa latina

Quienes le conocen no dudan en asegurar que la política es la actividad que más le gusta. Pero es también un lector empedernido, con su casa forrada de libros. El Ábalos político ha leído a los clásicos marxistas, incluido Antonio Gramsci, y el Ábalos apasionado por América Latina ha devorado también literatura de una región que conoce muy bien gracias a su segunda pasión, la cooperación internacional. Entre 1989 y 1992 dirigió el Programa de Cooperación y Solidaridad Norte-Sur y fue consultor para diversas ONG y la agencia de cooperación de Alemania. Pero donde desarrolló esta pasión fue a través de la Fundación Internacional de Apoyo al Desarrollo Social y Local (Fiadelso), que él creó y a través de la cual formó a cuadros municipales latinoamericanos, tomó contacto con guerrillas de la región y logró “gran predicamento entre la izquierda latinoamericana”, dice un compañero. Si en América Latina la labor de Fiadelso le valió reconocimiento y títulos de honoris causa por varias universidades, en España le valió sospechas por las cuantiosas subvenciones que recibió durante años del Gobierno valenciano, que en 2008 ascendieron a más de medio millón de euros. Otro borrón en su hoja de servicio fue su amistad con José Luis Balbás, presunto promotor del Tamayazo de 2003, y que en los días anteriores mantuvo un intenso contacto telefónico con Ábalos, como reveló Interviú. Partiendo de que ningún político veterano es un “angelito”, un adversario de partido apunta que Ábalos “no alcanza precisamente los cielos, aunque yo no lo mandaría al infierno directamente”.

Se abre una nueva etapa para Ábalos, en la que, en lo personal, está encantado de quitarse el estigma de servir solo para hacer listas. Quienes le conocen creen que tiene experiencia para organizar el PSOE y recomiendan dar confianza y no provocar “más bajas de las necesarias”. Y confiar en que “no se le suba el éxito temporal a la cabeza”.

Las guerras después de la guerra

Una vez cerrado el Congreso Federal llega el turno de los congresos regionales y varios de los barones que se enfrentaron a Sánchez sufrirán en su carnes la misma campaña que armaron contra el secretario general en su anterior etapa. De los seis presidentes autonómicos, sólo tres parecen tener su silla asegurada: Susana Díaz, con un dominio incontestable en Andalucía, Guillermo Fernández Vara, que ha empezado a colaborar con el resucitado sanchismo, y Francina Armengol, fiel al secretario general a excepción de un pequeño periodo colaborando con Patxi López. De los otros tres, Ximo Puig tiene ya rival en Valencia y se espera que haya candidatos sanchistas contra García Pagé en Castilla-La Mancha y Javier Lambán en Aragón. Si alguno de los tres  pierde el dominio del partido, su posición de gobierno se verá muy debilitada. Tampoco algunos barones sin gobierno lo tienen fácil. Sólo repetirán con seguridad los de Navarra, Castilla y León, Cantabria y Euskadi. E Iceta en el PSC que no celebra congreso.  Es probable que haya batalla en Madrid, rota desde la destitución de Tomás Gómez y donde Sara Hernández no cuenta con el respaldo de Ferraz. Por su parte, no repiten los barones de Asturias, La Rioja o Murcia, donde es probable que se sitúen candidatos sanchistas. Algo parecido ocurrirá en Canarias y Galicia, ambas gobernadas por gestoras.

Luis Calvo

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Sánchez posa con los seis presidentes autonómicos del PSOE

Fidelidad al líder y poca integración

Un día antes del 39º Congreso socialista, el nuevo secretario de Organización, José Luis Ábalos lanzó un aviso que cortó cualquier aspiración de los críticos: “No es una Ejecutiva desde la perspectiva de la integración. (...) Es normal que Pedro Sánchez quiera tener un equipo en el que confiar y que le resulte efectivo”. Esas son los dos principales criterios que han marcado la elección de la nueva dirección socialista. Entre los 29 hombres y 20 mujeres que lo integran (incluido el secretario general), sólo uno, Patxi López, no formó parte de entorno de Sánchez en la carrera de las primarias. Es la única concesión que se le ha dado a sus rivales, incapaces de reclamar cuotas en la nueva dirección tras su contundente derrota. Toda integración quedaba en manos de Sánchez que, consciente de que tenía todo el poder en sus manos, no ha querido hacerla. 

Al contrario, el secretario general ha premiado por encima de todo la fidelidad. Escarmentado después de la traición de la mitad de su anterior ejecutiva el pasado 1 de octubre, se ha rodeado de los mismos colaboradores que llevaron su campaña en las primarias. La vicesecretaria general, Adriana Lastra, el secretario de Organización, José Luis Ábalos, el secretario de Relaciones Institucionales, Alfonso Gómez de Celis (números 2,3 y 4 del partido, respectivamente)y el portavoz de la Ejecutiva, Óscar Puente, participaron activamente en el desarrollo de la candidatura de Sánchez. También la nueva presidenta socialista, Cristina Narbona, que participó en la redacción de la ponencia sanchista.

La mayoría de los secretarios de área son también colaboradores muy cercanos a Sánchez. Junto a Narbona, Felix Tezanos y Manuel Escudero, redactaron las propuestas económicas del Sánchez candidato. Ellos dos y Hugo Morán, encargado de Transición Ecológica de la Economía, serán quienes marquen buena parte del programa económico (y político) socialista. Susana Sumelzo, Beatriz Corredor, Odón Elorza o Pilar Cancela también formaron parte activa de la candidatura. Además la nueva Ejecutiva contará con 19 secretarios ejecutivos de temas específicos que desarrollarán las políticas de la áreas en mayor detalle.

 Luis Calvo

Grupo Zeta Nexica