El fisio del Rey

09 / 05 / 2014 Antonio Rodríguez
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El doctor Fernando Serrano ayuda a don Juan Carlos desde que hace 14 meses fue operado de hernia discal. En una entrevista con Tiempo desvela por primera vez las claves de la rehabilitación del Rey. 

Hace catorce meses, concretamente el 3 de marzo de 2013, don Juan Carlos fue operado de una hernia discal en el hospital madrileño de La Milagrosa. Fue la séptima de las nueve intervenciones que ha tenido en poco más de tres años y medio. A las pocas horas de concluir la intervención, el cirujano Manuel de la Torre llamó a su amigo Fernando Serrano, jefe del servicio de rehabilitación del hospital Beata María Ana de Madrid.

“Fernando, ¿puedes hacer una rehabilitación domiciliaria?”, le preguntó de improviso. “Manuel, esas cosas ya sabes que no las hago”, le respondió el doctor Serrano. “Pero es una persona especial, ¿no sabes quién es?”, siguió inquiriendo De la Torre. “Pues no caigo...”, le volvió a contestar su amigo. “Se trata de Su Majestad”, le explicó. “Ahh... entonces cambia el asunto”.

Para Fernando Serrano fue su forma de decir sí y tras colgar el teléfono, ideó un plan de rehabilitación, eligió a un ayudante –Alejandro Huerta, fisioterapeuta de 25 años que pertenece al Hospital Sur de Alcorcón– y al día siguiente fue a La Milagrosa a conocer al jefe del Estado. “La primera vez que le vi estaba mal, postrado en la cama tras una intervención, en una persona de su edad y con un estado de salud que... digamos, no era bueno”, relata a Tiempo en su primera entrevista a un medio para hablar de la recuperación del Rey.

Este médico especialista en rehabilitación y medicina física, nacido en Cuenca hace 53 años, criado en Barcelona hasta los 28 y con su vida profesional repartida entre varios hospitales de Madrid, habla con cautela cuando se le pregunta por los sentimientos del Rey. Pero se convierte en un torbellino de palabras cuando se le incita a narrar sus vivencias junto al más ilustre de sus pacientes.

Confiesa que en los últimos años, cuando veía al monarca desplazarse con dificultad, había pensado cómo ayudarle si le llamaban. Y ese momento llegó finalmente. “Lo que había que procurar era contribuir a que no hubiera complicaciones graves a nivel vascular cuando estaba inmovilizado. Rápidamente nos pusimos a tonificar los músculos, a movilizar su cuerpo, y poco a poco fuimos avanzando”, explica sobre aquellos primeros días en La Milagrosa.

Su compromiso con el doctor De la Torre le obligó a cancelar tres consultas semanales que tenía en el hospital Beata Ana María y a dedicar tres mañanas de la semana –los martes, miércoles y viernes– a supervisar en el palacio de la Zarzuela los trabajos de rehabilitación que su joven ayudante ha llevado a cabo con don Juan Carlos desde hace 14 meses. Alejandro Huerta le ha superado en dedicación ya que ha ido a palacio todas las semanas, de lunes a viernes, con cuatro horas de trabajo que hasta el mes de abril se repartían en dos horas por la mañana y dos por la tarde.

Una vez que el Rey recibió el alta hospitalaria y regresó a La Zarzuela, el doctor Serrano ideó un plan “donde se fusionaran técnicas de rehabilitación ortodoxas con teoría del entrenamiento”. Por técnicas de rehabilitación ortodoxas se entiende las que se utilizan con cualquier persona que va a un fisioterapeuta particular y se somete a masajes (masoterapia), ultrasonidos y pequeñas descargas eléctricas (electroterapia) y realiza una serie de movimientos musculares con fines terapéuticos (cinesiterapia), tanto en el gimnasio como en la piscina cubierta de 20 metros de largo que hay en el recinto de La Zarzuela. El objetivo era enfrentarse a las dolencias que iban saliendo tras la operación de la espalda y una vez superadas estas, dar más importancia al entrenamiento.

Es lo que el doctor Serrano denomina “la técnica de marcha” y que parte de la base de que “no se pueden conseguir las cosas a las bravas”, sobre todo si el paciente es una persona mayor como el Rey. “Si le hubiera obligado de inmediato a caminar 50 o 100 metros, le hubiera destrozado y no habría salido de esa dinámica”, sintetiza el galeno. El fin de este trabajo específico era que el cuerpo de don Juan Carlos encontrase un esquema de funcionamiento que fuese “respetuoso con sus circunstancias”.

Salir del torbellino de problemas.

De circunstancias sabe mucho don Juan Carlos y el doctor Serrano las enumera: “Veníamos de una cirugía de cadera con luxación, de una cirugía en la otra cadera con dos luxaciones en las que las partes blandas de las articulaciones no estaban vírgenes, de una cirugía lumbar, de una prótesis de rodilla y de una rotura de tendón de aquiles que había requerido operación. Necesariamente tenía que invitar a su organismo a que encontrase un esquema que fuese respetuoso con todo eso”, insiste.

La alternativa para el Rey era seguramente quedar postrado en una silla de ruedas, aunque el médico prefiere no llegar tan lejos. “Si no era así, no iba a salir del torbellino en el que parecía haber entrado, con un problema detrás de otro”, subraya.

Los progresos que fue experimentando el jefe del Estado durante la primavera  y el verano de 2013 se vieron truncados, repentinamente, con la aparición de una infección en la prótesis de la cadera derecha que le había implantado en 2012 el doctor Ángel Villamor. Fue un duro golpe para todos, no solo para el Rey, quien se puso en manos del doctor Miguel Cabanela para pasar dos veces más por el taller y reconstruir la zona dañada.

La consecuencia de ello para Francisco Serrano y Alejandro Huerta fue empezar de cero, con la misma filosofía y la única salvedad de que, en vez de los efectos de una cirugía lumbar, ahora se trababa de enfrentarse a las consecuencias de una operación de cadera.

Los ejercicios consistían en marchar a pie con bastón, simular el calentamiento sobre unos esquíes para ejercitar la flexión y extensión de las piernas o subir escalones ayudándose de unas paralelas sobre el suelo y modificándolos en altura y distancia. Todo ello amenizado con “música ligera de su época como componente emocional”, que el doctor Serrano se resiste a desvelar. En pocas semanas se pasó de ver al Rey que apenas movía los pies, a tenerle caminando sin bastón por el gimnasio. “La técnica era una cuestión fundamental. Eso nos ha permitido el ir progresando sin que su cuerpo quedase muy lastrado. Con pacientes de su edad, siempre les digo que tienen contadas las zancadas que le quedan en su vida, o sea que procuren darlas todas con tino. Y cada una de ellas cuesta”, advierte de antemano.

Llegado a este punto de la narración, el doctor Serrano se levanta de la silla, deja a un lado los papeles y esquemas que ha ido dibujando, se dirige a la camilla que está junto a su mesa y empieza a imitar las sesiones de trabajo en La Zarzuela. “Venga Majestad, abdominales superiores, tres de diez”, dice en voz alta como si estuviese en medio del calentamiento muscular. “Con Álex hago cien”, añade poniendo la voz de don Juan Carlos. “Bueno Majestad, pero ahora va a hacer diez... ahora unos oblicuos, el pecho como si quisiera tocar pierna pero sin levantar la espalda. Nos sentamos y calentamos cuádriceps, luego abduptores, glúteos...”.

Bromas y alguna “bronca gorda”.

El Rey realiza en la actualidad sesiones de 30 minutos de marcha sin bastón “a base de repeticiones, como si fuera un niño pequeño” al que hay que enseñar a andar. Las sesiones suelen tener su momento de bromas por la campechanía que caracteriza al monarca. También con alguna que otra “bronca gorda” si se pone un poco rebelde, pero al final, lo que cuenta es que se están logrando progresos.

“Todos tenemos habilidades y cosas que nos cuestan. ¿Cómo progresamos? Trabajando las que nos cuestan”, resalta el doctor Serrano. “Ahora mismo puede andar 200 metros sin bastón, pero no me interesa la cantidad, sino que cada vez esté más pulido el gesto de andar”. El objetivo que se persigue, añade, es que don Juan Carlos se sienta identificado con su paso y que este sea “más seguro con su esquema biomecánico”.

Una vez que ha salido el tema del bastón, el doctor Serrano advierte de inmediato de cuál es su preferencia. “Hay que diferenciar mucho sobre lo que se quiere, lo que se puede y lo que se debe. La mejor opción es apostar por lo que se debe: el Rey puede hacer marcha sin bastón, pero yo no se lo recomiendo. Si nos empezamos a despistar, la liamos”. En su opinión, don Juan Carlos está haciendo bien sus actividades públicas con la ayuda de una muleta. “Eso es lo importante. Roosevelt hizo su trabajo en una silla de ruedas durante la Segunda Guerra Mundial y lo hizo bien”, recuerda.

De los logros de la recuperación se queda con varias cosas. En primer lugar, la empatía del equipo de fisioterapeutas con el Rey. En segundo lugar, el apoyo sin fisuras de los doctores que operaron al monarca. “Los cirujanos, tras la fase quirúrgica, estuvieron a la altura y la comunicación ha sido muy buena”. A él le ha tocado la responsabilidad de dirigir y diseñar el programa, pero este ha estado supervisado por el jefe del servicio médico de la Casa del Rey, el doctor Miguel Tapia, con la ayuda de De la Torre y Cabanela, con quien se intercambia emails dos veces por semana debido a la diferencia horaria que hay con la clínica Mayo (Estados Unidos).

“La cara de ahora del Rey es el espejo de su alma. Ves a sus asesores y lo notas. Todo el mundo ha sabido estar en su sitio en cada momento”, hace hincapié Serrano antes de echar mano del cantante Sabina para explicar que buena parte de la rehabilitación tiene el aspecto emocional: “Sabina dijo una vez que una canción tenía letra, música y algo más que nadie sabe bien qué es, pero que al final es lo que verdaderamente importa”.

Del jefe del Estado destaca su deseo por querer mejorar. “Sé que para hacer cambios importantes hace falta tiempo. Imagínate cuando le comenté la primera vez al Rey la importancia de la música... debió de pensar que estaba chalado. O cuando le dije que íbamos a hacer abdominales oblicuos”, recuerda.

El doctor Serrano se implicó tanto en su nuevo cometido que cinco días de sus vacaciones de agosto los pasó con el Rey en el palacio de Marivent para así demostrarle que siempre hay tiempo para hacer ejercicio. El resultado de todo ello es que don Juan Carlos está ahora “sin dolores dignos de mención, sin medicación tras venir encadenando varias cirugías con unos efectos secundarios importantes por culpa de los fármacos”, dice, refiriéndose a los corticoides que se le suministraron al Rey en las peores fases de dolor.

A nivel físico “está mucho mejor que antes de la cirugía lumbar”, es decir, que en marzo del año pasado. En cuanto a la salud, “ha perdido kilos, tiene más fuerza, más coordinación”. Pero lo más importante, a su juicio, es que parece otro hombre. “Lo ves en las fotografías, ahora está con alegría y equilibrio. Con la gente mayor, el gran limitante no son las cuestiones físicas, ni tan siquiera las psicológicas, sino las emocionales”.

¿El cénit de la recuperación?

El Rey se ha dado cuenta de que lo que está haciendo es importante. Por ejemplo, el 22 de abril, después de la primera sesión de rehabilitación, tuvo que asistir a una comida en el Palacio Real como acto previo del premio Cervantes a la escritora mexicana Elena Poniatowska. “A sus 76 años, tras dos horas aguantándonos a Álex y a mí, tuvo que ir a la recepción y regresar a La Zarzuela para la sesión de la tarde en la piscina. Volvió refunfuñando, pero tras unas bromas en el agua hizo todo el programa previsto y luego se volvió a enfundar el traje y la corbata para unas audiencias por la tarde. ¿Cómo se puede aguantar eso? Pronto lo dejas si no estás convencido de que es necesario”.

El doctor Serrano cree que el Rey no ha llegado aún al cénit de su recuperación. “Llevamos una mejora objetiva de dos años, pero creo que todavía hay margen de mejora de otros dos o tres años. Ahora hay que adaptarse a una situación de más trabajo. Si sigue trabajando en la misma línea, Su Majestad estará mejor en los próximos dos años”. Sin embargo, existen riesgos, sobre todo ahora que ha terminado la fase intensiva de recuperación para pasar a una más enfocada al mantenimiento. “Lo deseable es que la carga de trabajo que tenga sea progresiva. Y que no nos despistemos. Cuando uno se siente mejor, se aventura y eso no es bueno”, alerta sobre las tentaciones de volver a los hábitos de antaño.

Por ello le ha insistido mucho al Rey en que “el ejercicio físico es como una patria, un espacio en el que se dedica parte de tu tiempo a cuidarte, a escucharte”, donde son necesarias las pausas, “los momentos de reflexión sobre lo que hay que hacer y tener un compromiso con lo que estás haciendo”.

Por último, destaca el hecho de que el monarca haya cambiado inercias en su vida diaria. “En marzo del año pasado era una barco que iba hundiéndose poco a poco. Ahora hemos logrado equilibrar, remontar y cambiar la inercia. A mí me gustaría que siguiera en esa línea”, reconoce este médico rehabilitador antes de recordar una de las máximas del entrenador Aíto García Reneses.

“Una vez dijo que a los jóvenes del baloncesto siempre les advertía que había que atender... para intentar entender... para poder asimilar. Esta ha sido una de nuestras líneas de trabajo –concluye el fisioterapeuta del Rey–, atender las cosas importantes... para entender la adversidad... para poder asimilarla. Una vez logrado esto, se interioriza y en ese recorrido él tendrá que librar batallas”.

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