El dinero del fútbol

30 / 03 / 2016 José María Vals
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Los derechos de televisión y los patrocinios comerciales son las principales fuentes de ingresos para mantener viva la maquinaria del fútbol europeo.

Javier es uno de esos aficionados que ha pagado religiosamente los casi 2.400 euros que cuesta su abono de toda la vida para entrar a todos los partidos, incluidos los de Champions, a su asiento de la tribuna lateral Oeste del estadio Santiago Bernabeu, la que da al paseo de la Castellana. Salvo enfermedad o asunto familiar grave, no suele fallar. Allí está en su sitio, rodeado de abonados como él que ya se conocen desde hace años y que comentan los partidos antes, durante y después del juego. Además, como su equipo del alma, el Real Madrid, juega la mitad de los partidos fuera de casa y no quiere perderse ninguno, es abonado también a la televisión de pago para no perderse esos partidos sin tener que viajar a todos. “Antes iba a muchos –dice–, pero ahora voy cumpliendo años y me da mucha pereza. Sigo afiliado a la peña de siempre pero ahora ya no viajo. Bueno..., alguna excepción he hecho a los partidos muy importantes, como la final de Champions que jugamos contra el Atlético en Lisboa en 2014 y que ganamos. Además, Lisboa está cerquita”. Cuando alguien ve un estadio como el Bernabeu o el Nou Camp (el del F.C. Barcelona) llenos hasta la bandera podría pensar que la caja de los equipos rebosa billetes. Algo de eso hay. El Real Madrid, por ejemplo, recaudó en la temporada pasada, la que acabó en junio de 2015, 129,8 millones de euros por la venta de abonos y entradas para los partidos. Y el Barça no le anduvo a la zaga. Ingresó 116,9 millones por los mismos conceptos. Pero esa no es, ni con mucho, la principal fuente de ingresos de ambos clubes. En el caso del Madrid suponen el 22% del total, y en el del Barça se quedan en el 21%. Es decir, que en ambos casos, casi 8 de cada 10 euros que ingresan llegan a la caja por otras vías.

¿Y cuáles son esas vías? Pues fundamentalmente dos: los derechos de televisión y los contratos que firman con patrocinadores que a cambio ponen sus logotipos en las camisetas y en algunas zonas de los estadios. Y como si Javier, el aficionado que no se pierde un partido de su equipo, fuera un empedernido viajero de los que da la vuelta al mundo varias veces al año, tanto los jugadores del Madrid como los del Barça lucen en sus camisetas los logotipos de dos líneas aéreas de países del Golfo Pérsico, el lugar donde se acumula la mayor concentración de petrodólares. En el caso del equipo madrileño se trata de Fly Emirates (Emiratos Árabes Unidos) y en el del Barcelona de Qatar Airways. Y esto no queda ahí. Por ejemplo, el Arsenal (liga inglesa), que es el equipo que más ingresa cada año por venta de entradas y abonos (132 millones en la temporada pasada), ha rebautizado su estadio con el nombre de Emirates Stadium. El patrocinador es el mismo que el del Real Madrid, pero aquí, además de poner el logotipo en las camisetas de los jugadores, da nombre a un campo que prácticamente se llena todos los días de partido, cuando de media acuden 59.992 espectadores que apenas dejan ver huecos, ya que el aforo es de 60.531 plazas.

Quizás Javier no sea uno de esos viajeros que hacen escala en aeropuertos como el de Doha, en Catar, pero muchos de quienes ven los partidos por televisión sí lo son. Y es que no puede olvidarse que, por poner un ejemplo, el último Madrid-Barça de noviembre de 2015 fue retransmitido a 170 países, donde fue seguido en directo por 600 millones de personas. No es extraño que estas cifras mareantes hayan tenido su impacto incluso en los propios horarios de los partidos de fútbol. Cuando el presidente de la Liga de Fútbol Profesional española, Javier Tebas, se refiere a la “necesidad de conjugar los diferentes intereses” que rodean el fútbol, uno de los más importantes es la televisión. De ahí que en el campeonato que está ahora en juego (el 2015/16) el Madrid y el Barça tengan bastantes partidos a las cuatro de la tarde.

Al ponerlos a esa hora tan extraña para los seguidores de ambos equipos, más acostumbrados durante años a horarios como las seis o las ocho de la tarde, la conjugación de intereses se asegura de que los partidos puedan ser vistos al mismo tiempo en países como México (allí serían las nueve de la mañana de un domingo), Buenos Aires o Santiago de Chile (donde serían las 12 del mediodía) o, y esto es lo más importante, China, donde serían las nueve de la noche. No es extraño así que el Real Madrid o el Barça recauden el 35% y el 36% de sus ingresos, respectivamente, por los derechos de televisión (ver cuadro) y que haya equipos, como la Juventus de Turín (Italia) o el Everton (Liga inglesa) que ven cómo el 61% y el 69% de sus ingresos proceden también de la televisión.

Estadios sin llenar

Pero vayamos por partes. Una queja generalizada de muchos aficionados españoles se centra en que las entradas a los campos de fútbol españoles son más caras que en otras ligas y que eso deja medio vacíos algunos estadios. Este no es el caso de los tres más grandes por ingresos totales (Real Madrid, Barça y Atlético de Madrid), que durante la temporada pasada registraron unas entradas medias de espectadores a sus campos del 90% en el caso del Bernabeu, del 78,2% en el del Nou Camp y del 76,7% en el del Vicente Calderón. Quizás los tres preferirían tener sus campos a reventar todos los partidos y rozar el cien por cien durante toda la temporada, como lo hacen por ejemplo el Manchester United (liga inglesa) o el Borussia Dormunt (Alemania). Pero los hay mucho peores, como los tres italianos (Roma, Inter y Milan) que se quedan entre el 45% y el 55% del aforo total de sus estadios en asistencia media. Estas últimas cifras, sin embargo, tienen truco. En su versión actual, el Estadio Olímpico de Roma, donde juega el equipo de la ciudad, fue construido para albergar los partidos del campeonato mundial de fútbol de 1990. El antiguo campo tenía capacidad para 100.000 personas y estaba construido en piedra. El nuevo, ya de hormigón, tiene un aforo de 72.698 plazas, de las que solo 40.148 fueron ocupadas de media por espectadores durante la pasada temporada. Para evitar el aspecto del campo medio vacío, el equipo ha emprendido la construcción de un nuevo estadio con capacidad para 52.000 espectadores, ampliable a 60.000 en caso de necesidad, que dará otro aspecto a los partidos.

Algo parecido les pasa a los dos equipos de Milán, al norte de Italia, donde ambos comparten estadio. Un campo también antiguo (fue construido hace ochenta años), propiedad del ayuntamiento de la ciudad, tiene una capacidad para 81.277 espectadores y, aunque parezca mentira, tiene dos nombres. El oficial y primigenio es el de San Siro, en honor del barrio donde fue construido en 1925. Pero en 1980 fue rebautizado con la denominación de Giuseppe Meazza, en honor de un jugador del Inter. Cuando este último equipo juega como local, todos le llaman así, Giuseppe Meazza. Pero cuando el que juega como local es el Milan, entonces se le llama San Siro. El Inter ha acometido también un proyecto para la construcción de otro estadio más moderno, con capacidad para 50.000 espectadores, que tendrá menos gradas vacías, ya que la asistencia media durante la temporada pasada fue de 38.158 aficionados.

Bendita televisión

Dicho todo esto, el fútbol actual no se entendería sin la televisión. Los diez equipos que más ingresan por la venta de sus derechos de retransmisión en Europa pasan de los cien millones de euros por temporada. Y los tres primeros (ver cuadro en la página 58) rozan los 200 millones. Sin ese dinero no podrían soportar los presupuestos ni mantener las plantillas que manejan estos grandes equipos.

A modo de ejemplo, el Real Madrid y el Barcelona tienen un presupuesto de 530 y 510 millones de euros, respectivamente, y ambos mantienen unas plantillas en sus primeros equipos (los de primera división) que les cuestan 199 y 179 millones, respectivamente, según las cifras de 2015 recopiladas por Transfermark. El valor de mercado de estas plantillas, según la estimación realizada por los expertos, es de 719 millones para la del Madrid y de 658 millones para la del Barça. Y, ¿de dónde sale tanto dinero para repartir entre los clubes en concepto de derechos de televisión? Pues fundamentalmente de las televisiones de pago: de la antigua Canal Plus, hoy integrada en Movistar y de una sociedad denominada Mediapro, regentada por Jaume Roures, que se ha quedado con los derechos de la Champions League.

Una idea del floreciente negocio de la televisión de pago la da el hecho de que al comenzar el campeonato de liga de esta presente temporada (la 2015/2016) había en España un total de 5,43 millones de abonados, la cifra más alta de la historia. Este repunte en el número de hogares conectados a la televisión de pago propició durante 2015 unos ingresos para las plataformas televisivas de 5,6 millones de euros diarios, hasta sumar algo más de 2.000 millones en el ejercicio completo.

La cifra cobra mayor importancia si se compara, por ejemplo, con el ingreso medio del conjunto de las televisiones en abierto, que durante 2015 recaudaron por publicidad 4,8 millones de euros diarios, que suponen un 17% menos de lo que ingresaron las plataformas de televisión de pago. 

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