El delirio de Conde

19 / 04 / 2016 Miguel Cifuentes
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El exbanquero afronta una posible condena futura de hasta trece años de cárcel por blanqueo de capitales, organización criminal y delitos fiscales. De momento, el juez lo ha enviado a la cárcel de forma preventiva.

La mañana del lunes 11 de abril amanecía nublado en Madrid. Los atascos de tráfico habituales eran soportados por los conductores que en muchos casos oían las emisoras de radio para seguir la actualidad o escuchar música. Muchos de ellos, los de mayor edad, los que recuerdan su historia anterior, asistían atónitos a la noticia de la detención del exbanquero Mario Conde por traer a España y blanquear parte del dinero que sacó de Banesto. Aquel desfalco le costó una condena de veinte años de cárcel.

El exbanquero ha aprendido algo en todo este tiempo. Aparte de por sus conocimientos de Derecho (es abogado del Estado), su trato en todos estos años con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado le llevaron a pronunciar unas palabras premonitorias: “Si es la Guardia Civil –dijo cuando llamaron a su puerta para detenerle–, traerán los deberes hechos”. Y así era.

Los investigadores han descubierto, tras año y medio de pesquisas (desde septiembre de 2014) dónde están los 26 millones de euros que en su día se esfumaron de Banesto bajo su presidencia. Ese es el delito que dio como probado la sentencia de la Audiencia Nacional que mandó a prisión a Mario Conde en el año 2000. Ese fue el fallo del caso Banesto, que juzgó su desastrosa gestión y por lo que fue condenado con penas superiores y agravadas de nuevo por el Tribunal Supremo en julio de 2002. El alto tribunal dijo taxativamente que había robado y estafado al banco y eso merecía veinte años de cárcel, aunque solo cumplió once y únicamente cinco de cárcel real. En 2005 ya gozaba del tercer grado penitenciario (ir solo a dormir a la cárcel de lunes a jueves), y sin devolver un euro.  Los investigadores judiciales y policiales parece que han confirmado “la verdad material” de aquella sentencia al descubrir dónde está un dinero del que hasta el momento habría repatriado la mitad de lo que se apropió en el banco, o sea trece millones de euros.

El movimiento en falso que acabó por delatar la trama fue un intento de transferencia de 600.000 euros desde un banco de Suiza a una de sus empresas, presuntamente dedicada a organizar eventos. Para su desgracia, el banco alertó al Servicio de Prevención de Blanqueo de Capitales (Sepblac). Eso ocurrió en septiembre del año 2014. Desde entonces Mario Conde estaba en el punto de mira judicial y policial. También se cita la alarma que produjeron a los investigadores de la Guardia Civil y la Fiscalía Anticorrupción las transferencias de cuentas desde Suiza a sus empresas en España.

El motivo aparente habría sido su intento de pagar las deudas pendientes con el fisco, ya que Conde debe a Hacienda casi diez millones de euros, es el segundo moroso de la lista publicada en diciembre pasado. Este presunto intento de regularización fiscal habría sido su perdición, según fuentes de la investigación, que ha descubierto su trama de empresas y cómo repatriaba dinero a España desde el año 1999.

Sin nada suyo

Curiosamente, Conde siempre se ha declarado insolvente ante Hacienda desde que fue condenado por primera vez en 1998 por el caso Argentia Trust a cuatro años de cárcel. Cuando se produjo su cese en Banesto y la intervención de la entidad por el Banco de España, en 1993, Mario Conde tenía separación de bienes con su esposa y solo era titular de las acciones de Banesto. Su mujer, Lourdes Arroyo, era la única titular del patrimonio familiar. Eso le libró en primera instancia de responder nunca de daños a terceros e indemnizar a nadie.

Durante todos estos años, Conde declaraba solo ingresos por sus colaboraciones como tertuliano en alguna emisora de radio y los derechos de autor por sus libros El Sistema y Memorias de un preso. Pero lo cierto, según fuentes de la investigación, es que ha seguido viviendo bien y gastando sin muchos miramientos. Nada ni nadie le ha impedido disfrutar de su buena vida desde 2005, año en que accedió al tercer grado penitenciario. Ha residido y reside en inmuebles de lujo y extensas fincas rurales, en Madrid, Sevilla, Mallorca y Orense que, oficialmente, no son suyas. Es el caso de su chalet de El Viso en Madrid, en la calle Triana número 63, la inmensa finca rural Los Carrizos en Castilblanco de los Arroyos (Sevilla), una finca de recreo en Mallorca y un pazo gallego.

Aunque su patrimonio fue embargado judicialmente y fue condenado a pagar a Banesto 13 millones de euros, el Santander, heredero de Banesto, ha recuperado aproximadamente la mitad. Conde pagó 1,5 millones de euros porque el juez le puso esa condición para dejarle salir de prisión para asistir a la boda de su hija. El resto proviene de embargos judiciales de cuentas y algunas obras de arte. Sorprendentemente, nunca se ejecutó todo su patrimonio inmobiliario para hacer frente a sus responsabilidades, ya que los juzgados olvidaron la anotación de los embargos en los registros de la propiedad. Mario Conde, abogado del Estado, tuvo reflejos suficientes para hipotecar primero y vender después esos inmuebles y fincas a terceros, gente de su entorno. Eso explica el patrimonio del que sigue disfrutando.

El dinero aparece siempre

Pero antes o después los misterios se desvelan y el dinero, como el agua, acaba dejando rastro y apareciendo por los meandros de la economía, de la ostentación y el gasto. El dinero estaba en Suiza y otros paraísos fiscales como Luxemburgo, Reino Unido o Bahamas e Islas Vírgenes. El capital evadido ha estado regresando a España a través de una trama de empresas desde 1999, en pequeñas cantidades de efectivo a través de amigos y socios de confianza. El sistema es el tradicional, simulando ampliaciones de capital y pagos ficticios a sus empresas desde firmas pantalla en paraísos fiscales. La Unidad contra el Crimen Organizado (UCO) de la Guardia Civil ha rastreado hasta 40 empresas controladas por Conde, su familia más próxima y varios socios y amigos en el papel de testaferros.

Las empresas tienen dudosa actividad económica, todas dan pérdidas menos una, y registran una facturación que genera dudas y que podría encubrir inexistentes servicios cobrados a compañías del extranjero, según fuentes de la investigación. Las sociedades que presuntamente blanqueaban y repatriaban el capital evadido son: Hogar y Cosmética Española, con sede en Torrejón de Ardoz (Madrid), Barnacla, Oleificio Español, Cumaria y Los Carrizos, con sede social en el chalet de El Viso, residencia de Conde en Madrid. Muy llamativa es la empresa Galloix Holding, con sede en Ginebra (Suiza) y desde la que se habrían hecho las últimas trasferencias a España.

Estas sociedades se dedican a cosas tan variadas como la cosmética y perfumería, productos alimenticios y gestión de eventos. Hogar y Cosmética Española y su filial Demerquisa están presididas por Mario Conde, se dedican a la producción de cosméticos con base en el aloe vera y perfumería en general, con unos resultados a la baja y caídas espectaculares de las ventas en los últimos años. Tras los registros llevados a cabo por la Guardia Civil, los agentes se encontraron con la sorpresa de que los trabajadores llevan siete meses sin cobrar.

En todas estas empresas los gestores y/o socios son los dos hijos de Conde, Alejandra y Mario, y el yerno, Fernando Guasch Vega-Penichet. También aparecen como socios César de la Mora, Francisco de Asís Cuesta, Cristina Fernández Álvarez y Ausencio Crisógono Camarero, todos ellos socios de confianza de Mario Conde, y habituales en las sociedades del exbanquero. César de la Mora es un antiguo ejecutivo y estrecho colaborador suyo en su etapa de Banesto.

El juez Santiago Pedraz de la Audiencia Nacional supervisa una operación en la que la UCO ha hecho una exhaustiva investigación en España y en paraísos fiscales (Suiza, Luxemburgo y el Reino Unido, principalmente). Entre los años 2000 y 2007 las 40 empresas que ha localizado el cuerpo fueron disueltas y solo ha quedado en pie en España ese pequeño ramillete a través del cual se movían los fondos. La causa judicial abierta a Mario Conde se produce, además, en un momento en el que una filtración periodística que lleva dos años de investigación ha sacado a la luz el trasiego de sociedades que tienen personajes famosos y anónimos en paraísos fiscales.

Amante del poder

Mario Conde ha sido retratado en varios libros como un ególatra y ambicioso enfermizo. También como un cerebro privilegiado, brillante, visionario, advenedizo y conspirador político incansable. Vista su trayectoria de éxito y fracaso estrepitoso que le llevó a la cárcel, todo cabe en el personaje. En el final de la década de los 80 y principio de los años 90 del siglo pasado nadie en España tuvo en tan poco tiempo tanto poder ni tanto dinero de golpe. Mario Conde, nacido en 1948 en Tuy (Pontevedra), abogado del Estado, hijo de un agente de aduanas, se hizo rico de la noche a la mañana y aterrizó en la presidencia de Banesto, uno de los tres grandes bancos españoles, también de la noche a la mañana.

El 1 de diciembre de 1987 aquel gallego, un intruso en el mundo bancario, accedía a la presidencia de Banesto tras comprar un paquete de acciones junto a su amigo y socio por aquel entonces Juan Abelló. Ambos habían ganado 50.000 millones de pesetas (300 millones de euros) con la venta de su empresa Antibióticos a Montedison, una multinacional italiana, en lo que fue calificado en su momento como un auténtico “pelotazo financiero”.

Conde y Abelló, ricos de golpe, compraron el paquete de acciones de control de Banesto, un banco emblemático en horas difíciles, dividido en su consejo y con problemas de rentabilidad y morosidad. Conde cumplió al pie de la letra el eslogan del ministro socialista de Economía Carlos Solchaga, que dijo que “España es el país en el que más rápido se puede hacer dinero”.

Mario Conde fue visto entonces por muchos analistas como una bocanada de aire fresco en una banca rancia y antigua. Sustituyó en la presidencia de Banesto a un Pablo Garnica que seguía siendo presidente con 74 años. Garnica había accedido a la presidencia de Banesto en 1983 con una importante crisis bancaria en España, un año después de ser expropiados los bancos de Rumasa y con una creciente competencia de la banca extranjera, que buscaba su trozo del pastel. Banesto era el primer banco español por activos cuando llegó Garnica, pero a finales de 1987 el entonces Banco de Bilbao intentó hacerse con él a través de una oferta pública de adquisición (OPA) hostil. El banco no cayó en las garras del Bilbao, pero Garnica tuvo que dejar paso a aquel banquero advenedizo con gomina que defenestró también a todas las familias tradicionales de la entidad, como los Argüelles y los Figaredo.

Dos décadas después

Ahora, justo cuando se cumplen 22 años desde que él mismo fue expulsado de la presidencia de Banesto, y con 68 años de edad, Conde está otra vez a las puertas de la cárcel. Desde el pasado lunes día 11 de abril, su destino está otra vez en manos de la Audiencia Nacional. Por las acusaciones de la Fiscalía Anticorrupción que llevaron a su detención le pueden caer hasta trece años de reclusión si se le aplican las penas máximas que prevé el Código Penal para los delitos de los que le acusa la fiscal del caso. Aunque su trama de empresas es calificada por los investigadores como organización criminal, es difícil que el juez acabe imputando este delito a los familiares y al propio exbanquero, que entonces podría sumar más años de cárcel. Fuentes jurídicas consultadas por Tiempo señalan que “Conde lo tiene mal. Los indicios de delito tienen muy mala pinta y la Fiscalía Anticorrupción y la Guardia Civil parecen haber encontrado materia delictiva abundante. Si los paraísos fiscales y los bancos extranjeros con los que ha operado dan la información que les requieren la Hacienda española y la Fiscalía Anticorrupción, el exbanquero lo tiene muy difícil”. Con la presión internacional existente en este momento sobre los paraísos fiscales “lo normal es que la colaboración funcione, como ya ocurre habitualmente, por ejemplo, con Suiza”, reiteran estas fuentes.

Esta vez, además, para Mario Conde todo es peor. Es un hombre cuya fama está ya amortizada hace tiempo, pero que ahora puede arrastrar a su familia a prisión. Ha implicado en los delitos que se le imputan a sus dos hijos, a varios socios y a su abogado. Contra todos ellos ha interpuesto querellas criminales la Fiscalía Anticorrupción, que habla de una trama de empresas para repatriar a España los 26 millones de euros sacados de Banesto por Conde entre los años 1987 y 1993. La lista de querellados llega hasta las 14 personas.

 
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