Ecoesclavitud para mujeres

13 / 05 / 2016 Celia Lorente
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Copas menstruales, esponjas marinas, compresas y pañales de tela reutilizables, parto en casa, lactancia a demanda... Lo natural está de moda, aunque amenaza con convertirse en la nueva tiranía que ate otra vez a la mujer a la pata de la cama con la excusa del ecologismo.

Hace unos días y por primera vez en las redes sociales la menstruación –cuestión de la que no se suele hablar mucho, y menos en público– ha sido elevada a categoría de trending topic. El motivo, una moción que presentó el pasado jueves 21 de abril en el Pleno municipal del Ayuntamiento de Manresa la CUP. La propuesta consiste en sustituir las compresas y tampones que se utilizan durante los días de regla por métodos alternativos como las copas menstruales, las esponjas marinas y las compresas de tela.

La formación anticapitalista argumenta que los productos más habituales durante la regla son “insostenibles ecológicamente y tienen un precio excesivo para una necesidad que es básica”. Por ello plantean que en los talleres de educación sexual que se hacen en los institutos de la ciudad se informe de “todos los métodos de recogida del sangrado, haciendo especial énfasis en aquellos que son menos agresivos para el cuerpo de la mujer y para el medio ambiente”. Asimismo, la moción también reclama que todas las oficinas del Servicio de Información y Atención a las Mujeres (SIAD) del Ayuntamiento manresano disponga de todos los productos alternativos a compresas y tampones: “Copas menstruales, compresas de ropa y esponjas marinas”. “Cada chica podrá recoger un ejemplar”, añade.

El ginecólogo Jackie Calleja, del hospital universitario Quirón de Madrid, partidario de la copa menstrual explica: “¿Sabías que en 2012 se encontraron diez tampones por cada 10 kilómetros de playa de nuestro país? La copa menstrual se lava y se guarda, puede durar diez años y no contamina”. En cuanto a la comodidad... eso ya es otro cantar. Reconoce que “no es fácil de usar” y por sus explicaciones se deduce que cambiarse en un baño público puede convertirse en todo un reto. Nadie sin embargo habla de cuántos preservativos se pueden encontrar por kilómetro de playa ni se cuestiona este método anticonceptivo por poco ecológico.

Y otro de los avances que permitieron a nuestras madres descansar de los llamados “picos”o paños de tela que se le ponían a los bebés y que se lavaban cada vez que el pequeño hacía sus necesidades, los pañales de-sechables, también está en cuestión. “Un producto de consumo generalizado que representa nada menos que la tercera parte de los desechos arrojados en basureros y cuya descomposición total demora nada menos que unos 500 años. Basta con tener en cuenta estos datos para entender la necesidad de buscar alternativas ecológicas a una necesidad básica”, apuntan los ecologistas. Muchos padres concienciados ahora por esta circunstancia optan por usar pañales reutilizables que se lavan como antaño cada vez que se ensucian.

Crianza natural

Pero lo ecológico es tendencia y la vuelta a lo natural gana cada vez más adeptos. Ha surgido con fuerza un movimiento que unos llaman crianza natural y otros, crianza con apego. Su particular revolución consiste en volver a los orígenes en lo que a los cuidados de los bebés y los hijos se refiere. Desde amamantar a demanda e incluso de forma prolongada, no usar chupete, llevar en brazos o portear al niño, o practicar el colecho, o lo que es lo mismo: dormir los hijos en la misma cama que los padres. Las consecuencias respecto a la implicación de las mujeres que todo esto acarrea son evidentes ya que esta fórmula conlleva mucho tiempo y esfuerzo, algo que no siempre es comprendido por las empresas y que pasa necesariamente por una conciliación de vida laboral y familiar que a día de hoy no existe.

Este movimiento recomienda la lactancia a demanda: ofrecer el pecho al bebé cuando este lo pida y durante el tiempo que quiera, hasta que lo suelte espontáneamente. De este modo, según sus defensores, se regula la producción de leche según las necesidades del niño, se asegura la ingesta de leche del inicio y del final de la toma, cuya composición es diferente y mucho más rica que las leches maternizadas, y se logra un buen vaciamiento del pecho, evitando una excesiva acumulación que puede ocasionar ingurgitación y mastitis.

“Muchos niños, además de alimento, buscan consuelo en el pecho de su madre. Un bebé que llora y que demanda ser amamantado necesita a su madre. Retrasar innecesariamente el momento de la toma causa un sufrimiento evitable tanto para el bebé como para su madre”, explica la Liga de la Leche, organización no gubernamental que ofrece información y apoyo a las madres que desean amamantar a sus hijos. Y a continuación añade: “Por otro lado, durante el tiempo de lactancia, la madre puede y debe hacer una vida normal”. Y entonces llega la inevitable pregunta: ¿es posible llevar una vida normal con un bebé colgando del pecho las 24 horas del día? Uno de los problemas del amamantamiento a demanda, como sus mismas adeptas reconocen, es que el niño acabe usando el pecho de chupete. “El niño muestra una succión nutritiva y otra de consuelo. Si se siente solo, con miedo o si simplemente necesita el cariño de su madre, seguramente pida nuevamente el pecho aunque hayan pasado pocos minutos de la última toma”.

Que dar el pecho es algo bueno para el bebé nadie lo pone en duda, pero a muchas mujeres que por sus circunstancias personales o de salud o simplemente porque no pueden o no quieren se las culpabiliza socialmente. Frente a esto ha surgido con humor el autodenominado Club de Malasmadres: “Con mucho sueño, poco tiempo, alergia a la ñoñería, con ganas de cambiar el mundo o al menos de morir en el intento... Madres imperfectas que luchan por no perder su identidad como mujeres, por seguir creciendo profesionalmente y desmitificar la maternidad. Conseguiremos acabar con el concepto de superwoman, ese que nos impone la sociedad y que no nos ayuda en nada. Porque no tenemos superpoderes ni queremos tenerlos”, reza en sus estatutos. Para ellas, esta nueva moda de la madre omnipresente es simplemente irrealizable.

Y para favorecer la instauración y el mantenimiento de la lactancia materna y facilitar las tomas nocturnas llega también la moda del colecho. Hace unos años resurgió con fuerza como parte de una nueva filosofía de crianza basada en el instinto y la primacía de las necesidades del bebé sobre las de los padres. ¿Y durante cuánto tiempo? Para algunos, hasta que el niño duerma del tirón por la noche; otros esperan hasta el destete o la llegada de un hermano, a hasta que el niño lo pida, los menos comparten cama con toda la prole hasta que son muy, muy, mayores...

La Asociación Española de Pediatría insiste en que “la forma más segura de dormir para los lactantes menores de seis meses es en su cuna, boca arriba, cerca de la cama de sus padres. Existe evidencia científica de que esta práctica disminuye el riesgo de síndrome de muerte súbita del lactante en más del 50%”. Unicef, también habla de que el lugar más seguro donde un bebé puede dormir es en una cuna junto a la cama de los padres.

Como nuestras abuelas

Otra de las premisas en pos del naturalismo es la vuelta a parir los hijos en el hogar y sin medicación alguna. “Somos un país desarrollado en el que hemos conseguido que la mortalidad perinatal sea prácticamente cero, pero tenemos cada vez más casos de mujeres que quieren partos naturales. Tuve una paciente que se empeñó en parir en su casa, que era un tercero sin ascensor, se complicó el parto y hubo que sacarla por la terraza con una grúa para traerla al hospital, por suerte, al final todo salió bien”, cuenta una ginecóloga de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid con más de veinte años de experiencia a sus espaldas. “Llevo muchos años ejerciendo la profesión y ahora muchas mujeres me dicen que quieren un parto natural sin oxitocina y sin episiotomía, lo que complica el alumbramiento y aumenta mucho los riesgos de desgarros y de hemorragias... pero eso sí, la epidural no te dicen que no se la pongas”.

La defensora de los partos en el hogar Caroline Lovell falleció en febrero de 2012 mientras daba a luz a su hija en su casa. Lovell, de 36 años, sufrió un paro cardiaco. Fue trasladada al hospital y, aunque ya no pudieron hacer nada por ella, la pequeña sobrevivió. Lovell había hecho todos los preparativos para dar a luz a su hija, pero una complicación durante el parto hizo que su corazón se detuviera. Cuando los médicos llegaron a su casa Lovell estaba ya muy grave. La mujer se había pasado media vida presionando al Gobierno australiano para conseguir ayudas estatales para las mujeres que querían tener a sus hijos en casa.

El último estudio del congreso anual de la Sociedad de Medicina Materno-Fetal, presentado en febrero de 2014, alerta de que los bebés nacidos en el domicilio con ayuda de matronas tienen un riesgo cuatro veces mayor de morir durante el primer mes de vida que aquellos que vinieron al mundo en hospitales, ayudados también por matronas. La investigación concluye que el incremento del riesgo de mortalidad neonatal no está en el profesional que atiende el parto sino en el lugar. Según los especialistas, dar a luz en casa solo está indicado en mujeres con poco riesgo o que ya hayan tenido anteriormente más hijos.

Niños sin vacunar

Especialmente preocupantes son en estos últimos años las teorías que promueven la no medicalización, como en el caso de las vacunas infantiles. Las vacunas son probablemente el mayor avance contra las enfermedades en la historia de la humanidad. La Organización Mundial de la Salud estima que evitan entre dos y tres millones de muertes cada año. Enfermedades como la poliomelitis, la difteria o el sarampión, que puede ir camino de su completa desaparición por medio de las vacunas, como sucedió con la viruela, está reapareciendo en algunos países ricos donde estaban prácticamente erradicadas. Padres que en pos de lo natural deciden no vacunar al niño aprovechando la inmunidad colectiva, creada gracias a los otros padres que sí vacunan a los suyos. En este último frente también hay unos cuantos médicos que reniegan de las vacunas y que han escrito libros que son la biblia de este movimiento, el más conocido, Los peligros de las vacunas, de Xavier Uriarte.

El pasado año fue dramático el caso del niño de 6 años muerto por difteria en Olot tras 25 días ingresado en la UCI. Este caso desató una gran la polémica ya que la negativa de los padres a vacunar al menor provocó su infección. También puso de relieve que en Olot había otros 47 niños sin vacunar, lo que obligó al conseller de Salud de la Generalitat a impulsar una campaña de concienciación sobre la eficacia de las vacunas.

La vuelta a lo natural es deseable, pero no a cualquier precio. En épocas de crisis vuelven inexorablemente y bajo cualquier pretexto las teorías que intentan recluir a la mujer en casa con el fin de preservar el mundo laboral para los hombres. Aunque en el caso de esta nueva embestida a favor de lo ecológico el peligro es mucho mayor, ya que sería la propia mujer la que voluntariamente se recluiría en casa, convencida de las bondades de la vuelta a la naturaleza. El ecologismo acabaría así de un plumazo con décadas de lucha femenina por hacerse un hueco en la esfera pública.  

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