Desapariciones estrella entre miles

09 / 09 / 2016 Clara Pinar
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La desaparición de la joven Diana Quer ha tomado las dimensiones de seguimiento público que apenas un caso al año, entre 14.000 desaparecidos, consigue. Como ocurrió con Marta del Castillo, Ruth y José Bretón, Yeremí Vargas...

A las 2.30 horas de la madrugada del 22 de agosto, la joven madrileña Diana Quer, de 18 años, se despidió de las amigas con las que se encontraba en las fiestas del pueblo donde veraneaba, A Pobra do Caramiñal (La Coruña), para, presuntamente, regresar a su casa. Tras enviar poco después unos mensajes por WhatsApp a un amigo de Madrid, no se supo nada más de ella.

Su caso es parecido a los de la desaparición de muchas de las miles de personas que están hoy en paradero desconocido y que, como ella, están siendo buscadas por sus familias, amigos y cuerpos policiales. Sin embargo, forma también parte de una lista mucho más reducida de desaparecidos que, a un ritmo de casi uno por año, saltan de las pesquisas policiales a los medios de comunicación y a la atención del público. A partir de que su madre alertara de su desaparición hace ya más de dos semanas, las informaciones sobre la mala relación entre sus padres separados; las al parecer frecuentes peleas en la casa en la que vivía junto a su madre y su hermana; la retirada de la custodia materna de esta última, o sobre sus amistades poco recomendables han mantenido la tensión sobre la desaparición de la joven.

Según datos de la Policía Nacional, en abril de este año había 14.ooo personas desaparecidas, y en 2015 se habían abierto 900 nuevos casos. Según SOS
 Desaparecidos, una asociación sin ánimo de lucro que desde 2010 asiste a familias de desaparecidos y difunde sus casos, cada día desaparecen en España entre tres y cuatro personas, que engrosan una lista de la Policía en la que se calcula que del 8% (1,120 de 14.000) no se vuelve a tener noticia.

Sin embargo, muy pocos llegan al conocimiento público y menos aún se convierten en el dramático serial que llegaron a ser el seguimiento de la suerte que corrieron la joven sevillana Marta del Castillo, desaparecida en 2009 y cuyo cuerpo sigue sin ser encontrado; los niños cordobeses Ruth y José Bretón, a los que la Policía buscó entre octubre de 2011 y agosto de 2012 y cuyo padre, José Bretón, cumple una condena de 40 años por su rapto y muerte; o las jóvenes Laura del Hoyo y Marina Okarinska, desaparecidas en Cuenca en agosto de 2015. Sus cuerpos fueron encontrados días después y se acusa de su muerte a Sergio Morate, exnovio de Marina, que está pendiente de ser juzgado.

Niños y mujeres jóvenes

 Si se hace una relación de los casos de desaparecidos que han saltado a la atención general en los últimos años, los sucesos se cuentan prácticamente por uno al año y tienen como protagonistas a niños o mujeres jóvenes. El hallazgo del cuerpo sin vida de la niña compostelana Asunta Basterra en una cuneta rural en septiembre de 2014 fue el inicio de un largo serial sobre la presunta responsabilidad en el crimen de sus padres, Rosario Porto y Alfonso Basterra, que fueron condenados a 18 años de cárcel. La desaparición de otro niño, el canario Yeremi Vargas, ocupaba también la atención ciudadana en el año 2007, cuando se produjo su desaparición, y también tiempo después, cada vez que hay una novedad en el caso, por endeble que sea, ya que fuentes del medio televisivo apuntan que es uno de los casos a los que más responde la audiencia.

Picos de audiencia en televisión

 “No es un solo factor. Que la noticia salte cuando no hay otras noticias importantes, que la familia tenga acceso a los medios...”, enumera Joaquín Amils, presidente de SOS Desaparecidos. En el caso de Diana Quer, añade que, “se junta también que es una muchacha, la edad...”. En efecto, estos factores suelen hacer que un caso de desaparición funcione en la televisión en términos de audiencia y, por tanto, concite la atención del público durante más tiempo, y viceversa. Fuentes del sector indican que no solo hay “picos” al inicio del caso, sino cada vez que ocurre algo importante o que hay un testimonio valioso, como la entrevista que concedió esta semana Juan Carlos Quer, el padre de Diana. Si años después se produce alguna novedad, por frágil que sea, hay casos que pueden ser rescatados por la televisión a lo largo de varios meses, como pasó hace algún tiempo con el de Yeremi Vargas.

Pero menores o mujeres jóvenes no son los perfiles más numerosos entre las personas en paradero desconocido. Entre los 440 casos que se mantienen abiertos en la web SOS Desaparecidos, solo el 21% son menores, el 55% son adultos y el 24% restantes, mayores de 70 años.

En SOS Desaparecidos sí notan que cada vez que un caso se hace mediático, aumenta la atención por lo que hacen. “En el caso de Diana Quer, el alcance de difusión ha pasado de 600.000 [pinchazos en su web o menciones en redes sociales], normalmente una difusión está en torno a 100.000-150.000, aunque cuando son menores puede llegar a 300.000”. Sin embargo, la asociación ha vuelto a pedir esta semana al Ministerio del Interior “igualdad” en el trato de todos los casos, lo que, en palabras de Amils, quiere decir poner más medios para investigar y encontrar a todos los desaparecidos. Muchos más de los que salen en la tele.

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