Demanda de paternidad: ¿montaje o realidad?

23 / 01 / 2015 Antonio Rodríguez
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Tiempo reproduce el acta notarial donde la madre de Ingrid Sartiau relata su supuesta relación con el rey en diciembre de 1965 y que llevó al Tribunal Supremo a admitir a trámite la demanda de paternidad.

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El 9 de noviembre de 2012, el notario belga Jean de Groo abrió la puerta de su bufete en Gante a una anciana que por aquel entonces tenía 78 años y que llegó acompañada de un joven abogado gerundense, Jaume Pararols. Aquel día Liliane Marie Jose Ghislaine Sartiau relató a De Groo el “secreto” que había mantenido oculto a lo largo de casi cinco décadas: su relación con don Juan Carlos en diciembre de 1965, en un lugar de la Costa de Sol y de la que nació su hija Ingrid nueve meses después.

Esta acta notarial, cuya traducción jurada al castellano publica Tiempo en exclusiva, ha sido la principal prueba de cargo para que la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo admitiese a trámite el pasado 14 de enero la demanda de paternidad de Ingrid Sartiau contra el anterior rey. La decisión del Supremo de aceptar la admisión fue muy ajustada -6 magistrados votaron a favor y 5 en contra-, al igual que el rechazo de la otra demanda de paternidad, la presentada por Albert Solá, se decantó por la mínima en sentido contrario -5 a favor y 6 en contra-.

El contenido de la confesión ya se conocía parcialmente por boca del abogado Pararols, no así su literalidad. Liliane Sartiau explica en su declaración que a finales de 1965 se encontraba en la Costa del Sol de vacaciones cuando conoció, “en una discoteca de renombre”, a un hombre de 31 años de edad, “muy gentil, guapo, dulce y apuesto, con los ojos azules”, con el que mantuvo relaciones sexuales “durante tres noches en un hotel de lujo”. El último día, el conserje del hotel, del que tampoco da su nombre, le dijo “que se trataba del príncipe Juan Carlos de España”. Tras ello, regresó de forma inmediata a su país natal presa de la “sorpresa y la emoción”.

A partir del nacimiento de su hija, en agosto de 1966, corroboró en los medios de comunicación “que no había ninguna duda” de que don Juan Carlos “era la persona que conocí en diciembre de 1965”. Además, confiesa que durante el embarazo no quiso anunciar públicamente quién era el padre de su hija “porque no tenía ninguna intención de causarle mal ni pena a Juan Carlos”, y que hasta su entrada en la notaría de Gante había sido “un secreto bien guardado”.

Por último, fija en mayo de 2012 el momento en el que revela a su hija quién es su progenitor. Fue a raíz de la polémica cacería del rey en Botsuana de abril de aquel año cuando Ingrid se acercó a ella con un periódico donde se relataba que el monarca “había matado a un elefante” antes de romperse la cadera. “Le expliqué a mi hija que no debíamos creer a la prensa porque es un hombre demasiado bueno; lo conozco muy bien porque es tu padre”, concluye Liliane Sartiau.

El Rey no tenía 31 años, sino 27.

La declaración contiene varias incongruencias cronológicas. La principal es que don Juan Carlos no tenía 31 años en 1965, sino que estaba a punto de cumplir los 28, pues nació el 5 de enero de 1938, aunque bien es verdad que pudo inventarse la edad durante aquel supuesto encuentro. En segundo lugar, por aquel entonces no había sido designado por Franco como príncipe de España, es decir la persona destinada a sucederle en la Jefatura del Estado, ya que este hecho se produjo en 1969, una vez que don Juan Carlos rebasó la barrera de los 30 años –tal y como establecía la Ley de Sucesión franquista–.

El joven Juan Carlos era a finales de 1965 una figura poco conocida para los españoles, cuyo principal hito mediático había sido su boda en Atenas con la princesa Sofía un par de años antes. En las altas esferas del régimen se dirigían a él como Su Alteza Real o infante -rara vez como príncipe-, el mismo tratamiento que daban a su padre, don Juan, en su exilio portugués de Estoril. Sin embargo, el conserje del hotel atinó con el devenir histórico al asegurar a Liliane Sartiau que se encontraba ante el heredero de Franco.

Una de las incógnitas del caso es en qué sitio de la Costa del Sol se vieron supuestamente don Juan Carlos y Liliane Sartiau. Se ha especulado con la localidad de Marbella y su conocido hotel Marbella Club, donde empezaban a ir muchos famosos, pero en las hemerotecas no hay constancia de que Juan Carlos de Borbón pasase por esta localidad malagueña a finales de 1965. Es más, otras fuentes del caso consultadas por Tiempo ubican este encuentro en Cannes (Francia), una ciudad bien conocida por la Familia Real -la infanta Pilar, hermana del rey, nació allí- y donde el joven príncipe gustaba ir de vacaciones cuando salía de la España franquista. En opinión de estas fuentes, Liliane Sartiau podría haber mentido en su declaración ante el notario con el fin de “proteger” al rey.

Ingrid lo sabía desde 2004.

Mención aparte es la discrepancia entre la madre y la hija sobre el momento en el que don Juan Carlos entró en la vida de la primera. Ingrid ha manifestado estos días en varias entrevistas que sus supuestos progenitores se conocieron a mediados de los cincuenta en Francia y que en los siguientes años mantuvieron una “continuidad” en su relación, que para su madre fue de carácter “sentimental”, y que desembocó en el citado encuentro furtivo en la Costa del Sol una década después. Por contra, Liliane deja claro en su confesión que únicamente conoció a don Juan Carlos en 1965.

Ingrid, además, supo por primera vez en el año 2004 que su padre era el rey de España. Se lo dijo su madre pero durante años no quiso indagar en el asunto. Ella misma escribió la noticia en su página de Facebook en mayo de 2011, es decir lo anunció urbi et orbi, así que cuando un año más tarde sucede el incidente de Botsuana y se produce la posterior conversación entre madre e hija, no pudo haber un efecto sorpresa como el que Liliane relata en su confesión al notario.

El abogado Jaume Pararols minimiza todas estas incongruencias y discrepancias con el argumento de que el acta notarial contiene “solo una parte” de la historia y que el resto lo relatará Liliane ante el Supremo si finalmente es citada a declarar. Además, prefiere centrarse en otros aspectos hasta ahora desconocidos. Sugiere, por ejemplo, que el propio rey fue el que llamó Ingrid a su hija al tener predilección por este nombre. Como teórica prueba aporta el hecho de que Corinna zu Sayn-Wittgenstein fuese conocida en La Zarzuela con el alias de Ingrid mientras duró su amistad con el monarca.

Cartas y un “sistema de códigos”.

Pararols también afirma que existen cartas entre don Juan Carlos y Liliane Sartiau, así como un “sistema de códigos” con el que se comunicaban en secreto durante su prolongada relación, y que ambas pruebas se aportarían en un hipotético juicio. “Cuando eso salga, poco habrá que discutir”, advierte en declaraciones a Tiempo.

El abogado mantiene que su intención es que no se llegue a ese extremo ya que Ingrid prefiere un acuerdo extrajudicial a su favor que ocasione el menor daño a la Corona. Por ello, al día siguiente de la decisión del Supremo, envió un fax a La Zarzuela ofreciendo la suspensión cautelar del procedimiento durante dos meses para que la defensa del rey tenga tiempo de estudiar el caso ya que el monarca tiene 20 días hábiles, desde el momento en el que se le notifica la admisión a trámite de la demanda, para responder a esta supuesta paternidad.

A cambio, Pararols reclama a la Casa Real un “gesto conciliador” con su cliente. “Tengo clarísimo que La Zarzuela no va a decir mentiras. La verdad siempre se acaba sabiendo. A la que mientan, los españoles van a ver que han mentido y pueden ir contra ellos mismos”, afirma en tono desafiante.

El abogado defiende igualmente que el acta notarial no es la única prueba que podrá evaluar el Supremo si el caso sigue adelante. Para ello esgrime, sin aportar nada que lo corrobore, la insólita tesis de la existencia de un supuesto hermanastro de Ingrid que se llama Felipe, tiene 43 años (cuatro menos que el actual monarca) y vive de incógnito en La Zarzuela bajo la protección de la Familia Real. Esta persona se puso en contacto con Ingrid a comienzos de 2014, según explica Pararols, para desvelarle que su padre era don Juan Carlos y que, por tanto, eran hermanos de sangre.

Ingrid confirmó la pasada semana en el plató de Telecinco este extremo y su abogado añade a Tiempo que la reunión se produjo el 23 de marzo de 2014 y que él lo supo tras viajar en avión a Bélgica, después de recibir una llamada de su cliente “porque no se atrevía a hablar de ello por teléfono”. Esta tesis del hermanastro ha producido hilaridad e indignación en La Zarzuela. “Pues nunca lo he visto”, afirma lleno de incredulidad una de las personas que ha trabajado junto al rey don Juan Carlos estos últimos años.

El letrado y su defendida se conocieron en junio de 2012 ya que Pararols era el abogado de Albert Solá. Por aquel entonces, una prueba genética determinó que este último y Sartiau compartían un progenitor al 91%. Eso les llevó a creer que eran hermanastros y a interponer una demanda conjunta de paternidad contra el monarca, que no fue admitida por los tribunales ya que la figura de don Juan Carlos era inviolable en aquel momento. Sin embargo, pruebas científicas posteriores descartaron dicho parentesco y el binomio Solá-Sartiau se rompió. La propia ciudadana belga hizo saber a La Zarzuela a mediados de 2014 que su intención era resolver este asunto con discreción. Pero nunca obtuvo respuesta.

Intermediación de Miquel Roca.

Ante el silencio de la Casa Real, el letrado tiene intención de hablar con Miquel Roca para que ejerza de intermediario entre las partes. Roca tiene hilo directo con La Zarzuela ya que es el abogado de la infanta Cristina en el caso Nóos. Si la situación de bloqueo persiste, Pararols amenaza con “coger a Artur Mas, a Oriol Junqueras” para exponerles el caso y hacer “que haya una república en España en dos días”. Entre sus contactos en la Generalitat está el de la consejera de Educación, Irene Rigau, cuya secretaria personal -María Rosa Moya- es amiga personal suya. En ERC mantiene buena sintonía con el exalcalde de su ciudad de Bañolas y actual parlamentario autonómico, Pere Bosch i Cuenca.

Con todo, la relación entre Pararols y Sartiau no es idílica. Al primero le molestó que la supuesta hija del rey apareciese en el programa de Telecinco Un tiempo nuevo a cambio de 10.000 euros, cuando él se ha gastado “más de 350.000 euros” desde que lleva este caso. “Ingrid quiere negociar y conocer a su padre, incluso renunciando al dinero, aunque yo sí que quiero dinero”, subraya. Si se confirma que es hija del rey, entonces recibiría la legítima al morir el monarca, es decir una cuarta parte del tercio que les correspondería por ley a los cuatro hijos.

El abogado Pararols aspira a recibir 10 millones de euros (el 10% de los 100 millones que recibiría Ingrid por la legítima, según sus cuentas) y amenaza: “Tengo información para echar al Rey”. ¿Montaje o realidad? Al menos, una historia con demasiadas contradicciones y cabos sueltos.

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