De las monjas dominicas al liderazgo del nuevo PP

05 / 09 / 2008 0:00 Sandra Buxaderas
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María Dolores de Cospedal ya llamaba la atención desde pequeña. A sus 42 años, esta abogada, política y madre soltera es la nueva imagen del partido.

María Dolores de Cospedal ya pisaba fuerte hace veinticinco años cuando abandonó el instituto Sabuco de Albacete para ir a estudiar Derecho en Madrid. Su vecino de siempre y compañero de instituto Juan Martínez-Tébar recuerda que “era muy desenvuelta, trabajadora y ambiciosa, siempre empeñada en sacar buenas notas”. Además, sin querer frivolizar, confi esa que destacaba también al pasear por la ciudad o al ir de excursión con las scouts del colegio de La Anunciata, porque “ya entonces era muy guapa”. Pero no se lo creía; y hoy sigue viendo a sus amigos de entonces. En abril se juntaron todos para cenar y rememorar viejos tiempos. Hoy, como nueva secretaria general del PP, es la más famosa de la promoción del 83 del Sabuco. Ha llegado lejos “por su cercanía a la gente”, según Celia Villalobos. La ex ministra recuerda cómo en la campaña de las autonómicas llegaron pasadas las cuatro de la tarde a un mitin en Villarrobledo (Albacete) por un retraso del autobús y De Cospedal anunció que iba a ser breve para que los vecinos pudieran ir a comer. Pero un viejecito le gritó que siguiera y a las seis el público todavía la aplaudía y se reía con ella. Esa cercanía es uno de los valores que trataron de inculcarle en su infancia las monjas dominicas del colegio Nuestra Señora del Rosario La Anunciata. Ella sonríe, cómplice, al recordar a sus profesoras: “Estuve muy a gusto y tengo muy buena relación con ellas”. Es católica practicante, pero no le gusta hablar de ello. Está escaldada por lo mucho que se ha hablado de su condición de madre soltera por fecundación in vitro.

Aunque ello le venga muy bien para dar una imagen moderna al PP. “Es una mujer valiente, que ha roto tópicos y tiene un discurso muy de su tiempo”, afi rma la diputada por Ciudad Real, Carmen Quintanilla. Pero parecía demasiado para De Cospedal cuando hace dos años llegó a Castilla-La Mancha para liderar el PP estando todavía embarazada y habiendo dejado a sus espaldas su puesto de consejera de Transportes en la Comunidad de Madrid. Su nuevo reto era de mucha envergadura, pues quería competir con el popular presidente socialista de La Mancha, José María Barreda, en menos de un año. Acusó al PSOE de haberle contado los detalles de su maternidad al arzobispo de Toledo, pero monseñor Cañizares se desmarcó de esta afi rmación. Hoy la relación entre el prelado y la política es buena, según avanza ella. Sus encontronazos con el PSOE, al que arrebató tres escaños en 2007, siguen, más cuando quiere presentarse de nuevo a las elecciones manchegas de 2011 a pesar de su nuevo cargo en la calle Génova de Madrid, sede del PP nacional. El portavoz socialista en las Cortes de la región, Santiago Moreno, le reprocha haber estado, a su entender, demasiado ausente de su tierra y teme que a partir de ahora no sólo pise menos la comunidad, sino que prime los intereses del PP nacional por encima de los de Castilla-La Mancha. Añade que hasta ahora De Cospedal había defendido el fi n del trasvase Tajo-Segura en 2015 y ahora se la ve más condescendiente para no incomodar a los populares de Valencia o Murcia. De Cospedal responde que no quiere dilapidar su apretada agenda en replicar a sus adversarios políticos: “El PSOE me hubiera criticado en cualquier caso, haga lo que haga, no es ninguna novedad. A mí son los ciudadanos de Castilla- La Mancha los que me tienen que ver trabajando por ellos y para ellos, y es lo que pienso seguir haciendo”. La nueva secretaria general recuerda que muchos otros dirigentes han compatibilizado cargos importantes sin que se les haya discutido. “Cuando le dedicas mucho tiempo, ganas y estás convencida, se puede hacer. Además, tengo un equipo estupendo en Castilla-La Mancha y en el partido”, añade. Y aunque ella no quiere entrar en detalles, su entorno anuncia que ya ha encontrado un nuevo hogar en Toledo –hasta ahora estaba en un piso de alquiler–, en el que residirá además de pasar algunas noches en su apartamento en Madrid o en la casa familiar de Albacete. El trabajo no le asusta, como le reconocen todos en el PP, desde su jefe, Mariano Rajoy, hasta la senadora manchega Carmen Fúnez. Fue lo primero en que se fi jó su descubridor para la política y ahora subordinado suyo como vicesecretario Territorial, Javier Arenas, que también destaca su disposición al diálogo. En 1996, cuando Aznar le dio la cartera de Trabajo y Asuntos Sociales, Arenas reparó en esta abogada del Estado que, tras su primer destino en el País Vasco, había ido escalando posiciones en varios ministerios. “Era incansable. Nunca le llegaba la hora de irse del trabajo. Era una de las personas más brillantes y preparadas del Ministerio y a la siguiente semana estaba plenamente incorporada al equipo por su capacidad y preparación”. Cuando tuvo que enviar a alguien de su confi anza a la embajada en Washington, pensó en ella. De Cospedal trabajó luego con otros ministros: Juan Carlos Aparicio, Manuel Pimentel, Jesús Posada y Ángel Acebes. Una trayectoria que obedece “a sus propios méritos, yo nunca la he sostenido”, recalca Arenas. De lo que sí se dio cuenta fue de sus dotes políticas “pues tenía muchísima preocupación social”. De Cospedal confi rma que siempre le interesó la política, y participó junto a su padre, Ricardo –a su hijo le ha puesto también ese nombre–, en la frustrada operación Reformista de Miquel Roca.

Moderna y progresista

También Celia Villalobos se fijó en ella cuando era ministra de Sanidad y De Cospedal era subsecretaria de Administraciones Públicas. “Vi que tenía las ideas muy claras, que era muy capaz, con la cabeza bien amueblada. Y es progresista, moderna; quiere un partido abierto. Además, es lo sufi cientemente humilde en lo personal para preguntar, cosa que no hacen muchos hombres que se creen tan divos”. Villalobos la apoya para contribuir a erradicar todo machismo en la política. Aunque De Cospedal se defi ende sola, como cuando le preguntan por enésima vez por quién cuida a su hijo, Ricardo, de 2 años. Ella sólo tiene ayuda externa durante el día, más allá de que ahora ha rehecho su vida junto a su novio –estuvo casada brevemente pero obtuvo la nulidad matrimonial–. “La conciliación familiar es la asignatura pendiente de muchas mujeres en España; mi caso no es una excepción. No voy a decir que lo tenga resuelto, porque paso con mi hijo menos tiempo de lo que me gustaría, pero también soy muy afortunada porque tengo la ayuda de mi familia”, dice. A lo que sí va a tener que renunciar la número dos del Partido Popular es a afi ciones como pasear o ir a conciertos de música, pero seguirá leyendo por las noches; ahora mismo tiene entre manos Cometas en el cielo, del escritor afgano Khaled Hosseini. Ríe cuando sus colaboradores comentan que puede con todo porque casi no duerme. “No, lo que sí ocurre es que todo el tiempo que estoy en el despacho, lo dedico a trabajar”. Ya lo advertían en su instituto: ella llegaría lejos. Y le queda todavía mucho camino por delante

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