Convergència no será un problema

23 / 02 / 2016 Luis Calvo
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Los nacionalistas catalanes de Democràcia i Llibertat aguantarán su negativa a Pedro Sánchez hasta el último momento. Pero, si sus votos son decisivos para la investidura, facilitarán un acuerdo con Podemos.

Pedro Sánchez en una reunión con los diputados de IU Cayo Lara y Alberto Garzón en el Congreso.

Francesc Homs es, además de uno de los hombres fuertes de Convergéncia Democrática de Catalunya (CDC), con voz propia en los máximos órganos del partido, un avezado negociador. Él fue el encargado durante la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero de discutir y defender el nuevo Estatuto de autonomía y quien, fracasada esa vía, trató de arrancar en Madrid un pacto fiscal a la vasca. Y como tal, sabe que las posiciones de inicio deben ser siempre máximas. Sin esa premisa, sin mostrar dureza, la negociación se empieza ya con un brazo menos.

En esa lógica se enmarca, según fuentes de CDC, la dureza con la que el portavoz en el Congreso de Democràcia i Llibertat, Francesc Homs, ha demostrado durante el encuentro con el PSOE de esta semana. Su reacción tras finalizar la reunión con Pedro Sánchez fue contundente: “No entenderíamos una propuesta que se quiere decir progresista, de cambio, si no permite votar para dirimir el futuro político de Cataluña”. Esa línea roja, el referéndum, que sabe que el PSOE no podrá cumplir nunca, es la misma que defienden a día de hoy Podemos y En Comú y la que de forma menos clara sugiere ERC desde hace semanas que podría hacerles repensar su negativa. Y todos se miran entre ellos. Nadie quiere ser menos que el de al lado y a defensores de la pluralidad nacional no se van a dejar ganar por ninguno de sus competidores catalanes.

Sin embargo, esa es solo la posición inicial. En Convergència creen que las negociaciones para formar Gobierno se pueden alargar más allá del 5 de marzo en que Pedro Sánchez se someterá a la segunda votación. Según esta hipótesis, el líder socialista no conseguirá tampoco entonces la investidura y se abrirá un proceso, ya contrarreloj, en el que se pueden volver a abrir negociaciones. Será entonces cuando Democràcia i Llibertat pueda hacer valer los ocho escaños con los que cuenta en el Congreso. Aunque oficialmente sostienen que no hay nada que les pueda ofrecer el PSOE más allá del referéndum para cambiar su posición, lo cierto es que la Generalitat tiene una larga lista de reivindicaciones en Madrid.

 

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