Contra el golpismo nacionalista, firmeza democrática

13 / 10 / 2017 Agustín Valladolid
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Frente a la apuesta excluyente del nacionalismo no hay otro camino que la firmeza de la razón y la aplicación ponderada de la ley.

Junqueras, Puigdemont y Turull en la Generalitat. Foto: J. Cortadellas

Cuando amaneció el martes 10 de octubre todavía había ilusos que esperaban un milagro, que pensaban que no podía ser, que en una democracia ningún ideal político justifica el terrible deterioro de la convivencia que ha ocasionado el nacionalismo en Cataluña, ni la brutal inseguridad económica que las decisiones de un grupo de iluminados iban a provocar. Sin embargo, ese día ya era tarde, ya estaba todo escrito y la conjura era imparable por la vía de la persuasión.

Veinticuatro horas antes conocíamos la hoja de ruta del procés, incautada en el domicilio del secretario general de Vicepresidencia, Josep María Jové: “Un conflicto democrático (sic) de amplio apoyo ciudadano, orientado a generar inestabilidad política y económica que fuerce al Estado a aceptar la negociación de la separación o un referéndum forzado (...) incrementando (...) el nivel de conflictividad según la respuesta del Estado”.

Asimismo, en el documento entregado al juez por la Guardia Civil se afirma taxativamente que “los jefes políticos y policiales de los Mossos están totalmente involucrados en este proceso separatista”. Tremendo. Un plan de desestabilización social y económica en toda regla en el que pasa a un segundo plano la convivencia y el progreso. Un plan involucionista, obra de verdaderos lunáticos, que arrastraría a Cataluña a un retroceso histórico y que, de llevarse a cabo, habrán de sufrir varias generaciones.

Hasta conocer la hoja de ruta aprobada por Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, el concepto de golpe de Estado podía parecer, a ojos de muchos indecisos, más una figura retórica que real. Ya no. Por mucho que luego hayan querido ocultarlo tras la tramposa propuesta de Puigdemont en el Parlament. Y es que las verdaderas intenciones son las que refleja el documento que el número dos de Junqueras guardaba en un cajón. No, no se trataba de astucia, como gustaba decir Artur Mas, sino de engaño premeditado y sistemático, de una mayúscula conspiración destinada a partir en dos Cataluña y destruir la nación española.

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