Ciudadanos cesa a su bestia negra en Valencia

La Comunidad Valenciana es una de las vacas sagradas para Ciudadanos. De allí proceden cinco de sus 32 diputados en el Congreso, esto es, el 15,6%, y sus Cortes son uno de los Parlamentos donde el partido naranja entró con más fuerza en las autonómicas de mayo de 2015, lo primeros comicios después de estrenarse definitivamente como partido nacional. Salvo Cataluña, su origen y donde son segunda fuerza, los de Albert Rivera se hicieron allí con el 12,31% de los votos en 2015, los de la caída –“la hostia”, según dijo entonces Rita Barberá– del PP. Ni en Andalucía ni en Madrid, donde Ciudadanos fue vital para la investidura de sus presidentas, su presencia es tan importante. El apoyo que los valencianos han dado hasta ahora a Ciudadanos es solo superado por Murcia, con el 12,5% de los votos.

Pero hasta aquí los parecidos. Mientras que en Murcia Ciudadanos acaba de provocar la dimisión de un presidente autonómico por estar investigado por varias causas de corrupción, en la Comunidad Valenciana el enfrentamiento entre facciones internas no cesa. Esta semana se ha cobrado una nueva baja con la destitución de Alexis Marí, su hasta ahora portavoz en las Cortes y uno de los mayores críticos internos que tenía hasta ahora la formación, y Albert Rivera en particular. La destitución de Marí, procedente de Unión, Progreso y Democracia (UPD), como buena parte de los cuadros de la formación naranja, personifica una crisis interna que en Valencia alcanza tintes familiares y de desavenencias que empezaron en otros partidos políticos. Además de hacerse fuerte contra Rivera y Toni Cantó, con quien militó en UPD y hoy diputado por Valencia en el Congreso y una de las caras más conocidas de Ciudadanos, Marí llegó a las Cortes como número dos de una candidatura que lideraba Carolina Punset, después enviada al Parlamento Europeo. Hace unos meses dio un portazo a la Ejecutiva nacional de Ciudadanos al considerar que el partido se estaba relajando en su oposición al nacionalismo y al regionalismo y que el pasado mes de febrero, coincidiendo justo con la celebración del Congreso Nacional del partido naranja, se casó con Marí. 

Viraje ideológico

Precisamente, en ese cónclave empezó una de las grandes disensiones internas que ha vivido Ciudadanos en los últimos tiempos, que también alcanzó a Marí y a Punset, cuando la dirección de Rivera decidió cambiar la ideología del partido del socialismo democrático al liberalismo progresista. Como si se tratara de críticas desde otro partido, desde el entorno de estos dos políticos se llegó a acusar a Ciudadanos de ser “la marca blanca del PP”. Marí insistía en una reciente rueda de prensa, cuando ya sabía que iba a ser destituido, que su partido “se acostó socialdemócrata y se levantó ultraliberal”. Sus críticas a los Presupuestos Generales del Estado que el Gobierno va a aprobar en Madrid con el inestimable apoyo de Ciudadanos fueron la gota que colmó el vaso de la confianza de su partido en su portavoz, que afirmó que las cuentas de 2017 “apestan a desigualdad” y son “nefastos para los valencianos” porque no contemplaban suficientes inversiones.

Marí se define en su biografía de Twitter como “políticamente casi incorrecto”. Lo que desde luego también es, es un político inquieto, puesto que Ciudadanos es el tercer partido por el que ha pasado en su trayectoria política. Militó primero en el PP antes de pasar a las filas de UPD. En la Comunidad Valenciana, se enfrentó a Cantó por el liderazgo de la organización y ganó, pero entonces empezó un periodo de ninguneo por parte de Rosa Díez que en 2014, en pleno desangramiento de la formación magenta, le llevó a abandonar y a fichar, apenas dos días después, por el partido de Rivera, al que también terminaría yéndose Cantó.

La crisis entre ambos también cambió de partido, aunque en Ciudadanos no hay intención de expulsar a Marí. Tendrá que ser él y los tres diputados que le apoyan si pasan al Grupo Mixto.